“El milagro económico chileno”, término que acuñó el economista estadounidense Milton Friedman para definir la política de liberalización implementada por el dictador Augusto Pinochet y que fue continuada por la democracia, no trajo consigo los beneficios sociales que la inmensa mayoría de la población esperaba, y es eso lo que se esconde detrás de las protestas populares que ocurren en la actualidad en el país austral.

 

Chile es uno de los países más desiguales del mundo, la brecha social en la nación suramericana es desmedida. Según el más reciente informe Panorama Social de América Latina elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en el 2017 el 1% de la clase más adinerada del país se quedó con el 26,5% de las riquezas. En contraposición, el 50% de los hogares de menos ingresos solo pudieron acceder al 2,1% de la riqueza neta de la nación.

 

Ante este panorama, lo que ocurre en la actualidad era una bomba que en algún momento iba a explotar. En una intervención en el parlamento la diputada por el Partido Comunista, Karol Cariola, declaró que el aumento del pasaje del metro es solo la punta del iceberg, “el descontento social es por el abuso, las bajas pensiones, la lista de espera, la corrupción, los bajos salarios, la desigualdad… La indignación ciudadana es por el abuso”, dijo. 

 

Exigió al gobierno del presidente Sebastián Piñera “a terminar con la brutal represión contra el pueblo” y retirar a los militares de las calles. En cuanto al diálogo del que ahora habla Piñera, Cariola afirma que debe hacerse con las bases populares. “Estamos llamando a un pacto social con los movimientos sociales no entre cuatro paredes con las élites”, afirmó.

 

En un trabajo realizado por BBC Mundo, el académico chileno Cristóbal Bellolio explicó que el alza del pasaje del metro se suma al aumento en la tarifa de la luz, el agua, la educación, el deficiente sistema de pensiones y la crisis del sistema público de salud. «Este es ciertamente un problema estructural del sistema socioeconómico chileno. No es un misterio que Chile es un país muy desigual a pesar de que hay mucho menos pobreza que antes», asegura el catedrático. 

 
Necesario es mencionar que Chile es el único país del mundo donde el acceso al agua, en casi su totalidad, está en manos privadas. 
 

En cuento al incremento en la tarifa del sistema del metro, es la cuarta que ocurre en los últimos meses y representa para una familia de bajos recursos gastar 30% de sus ingresos mensuales en el pago del transporte. Entretanto, para una familia de un nivel socioeconómico más rico equivale a menos del 2%. Aunado a que el precio del boleto del subterráneo chileno es el noveno más costoso del mundo.

 

El sueldo mínimo en Chile es de 301.000 pesos (US$423), pero según datos del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile, la mitad de los trabajadores en ese país recibe un sueldo igual o inferior a 400.000 pesos (US$562) al mes.

 

Los gobiernos post dictadura han prometido mejorar la calidad de vida de la gente, sin embargo, ha ocurrido el efecto contrario, la sociedad siente que cada vez su nivel de vida es más precario. Reformas educativas y tributarias han sido una y otra vez engavetas por la clase dirigente. Eso sin contar que aún el país se rige por la Constitución instaurada por el régimen del dictador Augusto Pinochet en 1980. Chile de apoco se ha convertido en una sociedad sin esperanzas.

 

«Si Bachelet 1 y Piñera 1 fueron símbolos de cambio (la igualdad de géneros, la alternancia en el poder), Bachelet 2 y Piñera 2 agotaron el stock de esperanzas. Enterrada la retroexcavadora y sepultados los tiempos mejores, hace tiempo se incuba el ruido sordo de la falta de un proyecto país, de un camino al desarrollo, de una meta compartida que dé sentido a las penurias cotidianas», escribió el periodista chileno Daniel Matamala en una columna en el diario La Tercera.

 

(LaIguana.TV)