El tema del aumento de la gasolina ha sido uno de los tabúes en la política venezolana desde 1989, cuando Carlos Andrés Pérez aplicó un paquete de medidas neoliberales impuesto por el Fondo Monetario Internacional.

 

El paquete incluyó liberación de precios, eliminación del control de cambios y aumento de la gasolina en un 100%, en una primera instancia. Como consecuencia, el aumento de las tarifas de transporte público fue el detonante del Caracazo, apenas 22 días después de que CAP asumiera el gobierno y 12 días después del anuncio de las medidas.

 

El tema cobra más vigencia hoy que los pueblos de Ecuador y Chile están en las calles protestando por medidas similares aplicadas en esos países, y en el caso de Ecuador, el detonante fue el aumento de los combustibles.

 

Salvando las diferencias entre los pueblos, las circunstancias históricas y las coyunturas geopolíticas, es muy improbable  que en Venezuela se produzca un estallido social producto de un aumento de combustibles. Porque  en Venezuela no vendemos gasolina. La regalamos.

 

La gasolina venezolana es la más barata del mundo. Mientras el promedio internacional está en 1,11 dólares por litro*, y nuestros vecinos más cercanos la pagan a 0,72$ en Colombia; 0,85$ en Trinidad y Tobago; 1,03$ en Guyana y 1,06$ en Brasil, el costo de un litro de gasolina en Venezuela (calculado con el cambio de 1 dólar= 20.000BsS) es de 0,000000005$. La cifra se  lee cinco billonésimas de dólar.

 

La comparación sorprende. El precio de venta de los combustibles en el país es tan ínfimo que no puede sino provocar pérdidas a PDVSA. La comparación con los precios que pagan los países vecinos explica por qué es un negocio tan lucrativo contrabandear gasolina.

 

En una entrevista fechada en agosto de 2014 Rafael Ramírez, ex presidente de PDVSA, admitió que el contrabando de gasolina venezolana alcanzaba unos volúmenes de  100 mil barriles diarios, unos 15 millones 900 mil litros que al  precio promedio internacional actual significan  17 millones 649 mil dólares diarios de perdida por contrabando, unos 6 mil 442 millones de dólares al año.

 

Pero además del contrabando de extracción de gasolina, un dolor de cabeza para el país desde hace varias décadas, el ínfimo precio de la gasolina se convierte en la práctica en un subsidio a los sectores más pudientes, mientras se encarece el transporte público, que usa la mayoría de la población.

 

Es más que necesario, imperativo aumentar el precio de la gasolina. ¿Cúal debe ser el precio? Es una pregunta bien compleja. Lo que si creemos indispensable es que la decisión satisfaga algunos criterios:

 

– El aumento debe cubrir los costos de producción, e incluso producir una ganancia a PDVSA. Recursos que podrían reinvertirse en las refinerías para garantizar su optimización. No es un secreto para nadie las condiciones precarias en las que hoy operan las refinerías nacionales, y la necesidad de inversiones cuantiosas para su recuperación.

 

Si tomamos como referencia las cifras mencionadas anteriormente de pérdidas por contrabando y el costo del proyecto de recuperación de la refinería El Palito, que de acuerdo a los trabajadores está en el orden de los 300 millones de dólares, con 20 días de lo que pierde PDVSA en contrabando se costea dicho proyecto. Aunque esta es una mera especulación matemática sirve para ejemplificar los recursos que puede captar PDVSA si los combustibles tuvieran un precio razonable.

 

– Si algún subsidio hay que tener es al transporte público y de carga, no al consumo de combustibles. Cada vez que se habla del tema del aumento de la gasolina  se aduce que ello incide directamente en los precios al consumidor y en el transporte público. No hay que tener dos dedos de frente para comprobar que la incidencia es mínima actualmente. Pero de ser necesario un subsidio, debe ser directo a estas actividades.

 

Nos atrevemos air más allá y proponer que de los recursos obtenidos por la venta de combustible se cree un  fondo para el transporte público, que permita ampliar y mejorar tanto sistemas masivos de transporte (sistemas metro, ferrocarriles) como las flotas de autobuses en el país. La meta debe ser que sea más económico y seguro viajar en transporte público que usar vehículos particulares.

 

– El aumento de los precios del combustible deben ir dirigidos a desestimular el uso de vehículos particulares y a concientizar sobre el excesivo consumo en el mercado interno. Descontando lo que se contrabandea, el consumo del mercado venezolano ronda los 300 mil barriles diarios, una cifra bastante grande para el tamaño de nuestra economía. Esto sólo es posible si da la repotenciación de los sistemas de transporte público, en este momento tan precarios.

 

*Fuente de los precios de la gasolina en el mundo www.globalpetrolprices.com

 

(Esther Quiaro/LaIguana.TV)