Un volcán popular y ciudadano recorre con todas sus fuerzas la región latinoamericana. Estallidos y protestas reivindicativas llenas de ira y cansancio, pero también mayorías que expresan su descontento a través del voto.

 

Manifestaciones y rebeliones con diversas motivaciones, banderas y aspiraciones pero todas convertidas rápidamente en demandas vigorosas de dignidad, inclusión, justicia y cambios profundos.

 

Todo en un mismo momento histórico y en toda la región: México, Argentina, Chile, Ecuador, Perú, Colombia, Brasil, Venezuela y Centroamérica avanzan de la mano, exigiendo cambios estructurales y el fin de las dictaduras de las élites.

 

La región está viviendo un proceso de maduración social y de «construcción de ciudadanía», de reafirmación de los valores democráticos, de involucramiento colectivo en la agenda pública y de reconfiguración de su cultura política.

 

Las aspiraciones de bienestar material y progreso se mezclan con las demandas de respeto, inclusión y superación.

 

Se desmorona definitivamente el Bloque Histórico del Neoliberalismo. Por un lado, los pueblos enfrentan un modelo económico que acentúa la desigualdad y la pobreza. Y por otro lado, se erosionan los valores neoliberales como el egoísmo y el individualismo, y se levantan la solidaridad, el compromiso colectivo, la participación y el propósito común.

 

Está surgiendo un nuevo repertorio de significaciones, nociones, gramáticas y símbolos, incluso una comunidad emocional diferente, una nueva identidad nacional-popular.

 

Dos factores determinantes caracterizan estos años recientes en el ámbito económico: el impacto en las finanzas nacionales por la caída de los precios de las materias primas, principal fuente de ingresos de nuestros países, y el ascenso al gobierno de las élites conservadoras con sus planes fondomonetaristas, que hicieron recaer las consecuencias de la disminución del ingreso nacional en los pobres y en las clases medias.

 

Los más importantes pensadores de la economía han planteado en sus últimos estudios una vuelta al Estado, la Ideología y la Política frente a las nuevas realidades económicas globales y en oposición a los modelos economicistas donde predomina el imperio del mercado frente a la disminución del papel del Estado.

 

No se trata se acentuar el antagonismo entre el Estado y el Capital. Todo lo contrario, se trata de forjar una alianza transparente, donde el Estado conduce la economía gobernando CON el mercado, y el Capital asume un mayor compromiso social.

 

En este contexto, los acontecimientos recientes que debilitan la reputación y desmienten el supuesto éxito económico de los gobiernos conservadores en la región, afectan el despliegue de la estrategia de derrocamiento contra el Presidente Nicolás Maduro.

 

Hoy la tentativa de “cambio de régimen” pierde impulso y respaldo, lo que debería ampliar los espacios para una solución venezolana a nuestro conflicto y advertir a los dirigentes de la Revolución Bolivariana acerca de los necesarios cambios económicos, políticos y culturales que aún quedan pendientes.

 

(Por Oscar Schémel)