Yo, Julian LeBarón, he tenido la experiencia de ser perseguido por asesinos fuertemente armados con el rostros cubierto. Cuando mi vehículo golpeó un puente a 70 kilómetros por hora me detuve en medio de la ciudad de Ignacio Zaragoza (al noroeste del estado mexicano de Chihuahua), en una zona residencial. En vista de que muchos temían ayudarme, mis perseguidores me golpearon severamente con ametralladoras en presencia de mi esposa e hijos, amenazaron con secuestrarme, aterrorizando a mi familia. Las personas inocentes sufren continuamente humillaciones». Así escribía en mayo de 2010, el activista que hoy vive un nuevo duelo en medio de una historia familiar con la muerte soplándole la nuca, algo que en México se ha vuelto más común desde la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’, emprendida 12 años atrás.

 

Con el activismo de Julián LeBarón, su familia cobró notoriedad en México. Todo comenzó en 2009.

 

Diez años después, su apellido vuelve a ocupar las primeras planas de la prensa nacional, tras la masacre perpetrada la tarde de este lunes por criminales contra una caravana de tres camionetas en las que viajaban familias de la comunidad mormona LeBarón y donde perdieron la vida nueve personas, entre ellos varios niños, en un hecho ocurrido en los estados fronterizos de Sonora y Chihuahua, en el norte de México.

 

Las nueve víctimas mortales contaban con doble nacionalidad, mexicana y estadounidense.

 

Pagar con la vida

 

El 2 de mayo de 2009, Eric LeBarón, de 10 años, fue secuestrado del rancho de su padre en la Colonia LeBarón, una comunidad fundamentalista mormona en Chihuahua. Los plagiaros exigieron un millón de dólares «para que no lo devolvieran en pedazos». «Nos negamos a pagar y lo recuperamos», narra Julián sobre su hermano.

 

Eric fue liberado ocho días después de que miembros de la comunidad viajaran a la capital del estado, Chihuahua, para exigir que el Gobierno atrapara a los secuestradores.

 

Desde entonces, habitantes de la región recurrieron a Benjamín para pedirle ayuda ante una serie de extorsiones e intimidaciones por parte de la delincuencia organizada, y los criminales le pasarían factura por eso.

 

El 7 de julio de aquel año fueron secuestrados y asesinados Benjamín LeBarón y Luis Widmar, su cuñado y presidente de la organización civil SOS Chihuahua. Ambos fueron murieron acribillados por 20 hombres que llegaron en cuatro camionetas a sus casas, de donde fueron extraídos. Sus cuerpos fueron hallados horas después con una nota donde los acusaban de proporcionar información que condujo al arresto de miembros del crimen organizado.

 

 

El activismo de Julián

 

Tras los hechos, Julián se convirtió en el vocero de la familia LeBarón y se sumó al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, una organización de víctimas de la violencia, fundado por el poeta Javier Sicilia tras el secuestro y asesinato de su hijo en el estado de Morelos.

 

A la par, los habitantes de la colonia LeBarón pidieron la creación de una policía civil, conocida popularmente como grupos de autodefensas, para protegerse de los grupos criminales. La medida fue apoyada inicialmente por algunos funcionarios públicos, pero posteriormente fue rechazada.

 

El 9 de julio de 2009, el periódico mexicano La Jornada reportó que el entonces gobernador de Chihuahua, José Reyes Baeza, reconoció que la comunidad LeBarón se estaba armando para defenderse y que se les brindaría «capacitación y materiales para que se puedan convertir en policías de esa zona» para enfrentar «los constantes ataques de grupos criminales».

 

 

La familia LeBarón ha pugnado durante tres sexenios, el de Felipe Calderón (2006-2012), el de Enrique Peña Nieto (2012-2018) y el actual, de Andrés Manuel López Obrador, para que garanticen la seguridad a su comunidad.

 

Desde hace 10 años, la entonces Procuraduría General de la República (hoy Fiscalía General) tenía identificada la disputa en la zona norte de México del Cártel de Sinaloa, dirigido en ese momento por Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, y un grupo conocido como ‘La Línea’, conformado por integrantes del Cártel de Juárez, que buscaban sembrar el terror en la región como parte de una estrategia de expansión territorial.

 

Luchan por el agua

 

Desde 2013, algunos miembros de la familia LeBarón se han confrontado con agricultores locales en la región, que los acusan de sobrexplotación del agua para su comunidad.

 

Sin embargo, fue en 2018 cuando se dio el choque más destacado. Los agricultores reclamaron que la comunidad LeBarón estaba plantando cada vez más árboles de nogal, que requieren una gran cantidad de agua para su producción. Según informó entonces la revista mexicana Proceso, «los encargados y empleados del rancho (de los LeBarón) recibieron a los inconformes con disparos de arma de fuego e hirieron a un hombre en la rodilla».

 

La familia LeBarón reconoció que había disparado «en defensa propia», reportó la prensa local entonces.

 

Historia de familia

 

Alma Dayer LeBarón y varios miembros de su familia llegaron a asentarse a Chihuahua hacia 1924, donde fundaron la Iglesia del Primogénito, también llamada Orden LeBarón.

 

Esta facción del linaje mormón fundamentalista se estableció en México, tras separarse de la organización liderada por Joseph White Musser en EE.UU., por diferencias respecto a la poligamía, permitida en la iglesia fundada por Dayer.

 

Así, le dieron su apellido a su rancho y fundaron la colonia LeBarón en la década de los cincuentas, al noroeste del estado de Chihuahua.

 

La comunidad prosperó principalmente con la producción de nueces y vivió de forma aislada manteniendo el inglés como principal lengua. Actualmente, la mayor parte de sus residentes no son miembros de la orden y, con base en cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la religión predominante es el catolicismo (80,9 %), seguida del mormonismo y la fe evangélica.

 

(RT)

 

La tragedia de apellidarse LeBarón en México: una historia de amenazas y asesinatos