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I

El panfleto que circuló por wassap y fue pegado en la puerta de cada edificio decía: “La Organización Ciudadana Alterna para la Prevención (OCAP) invita a toda la comunidad a participar esta noche en una reunión de emergencia debido a la agresión al conjunto residencial. Esto con el fin de que entre vecinos definamos acciones estratégicas que nos permitan mantener seguras a nuestras familias. OCAP te invita a defender tu seguridad”. Después de los datos de lugar y hora, la invitación cerraba con la consigna: “¡Asiste! ¡Juntos somos más!”.

 

Las negritas son nuestras. Causa alerta el llamado claro, público, sin ambages, a tomar la justicia y la seguridad por cuenta propia. La memoria se activa y trae recuerdos de 2003: cuando la oposición venezolana difundió el rumor de que “las hordas chavistas” atacarían salvajemente las urbanizaciones del este de Caracas, en las juntas de vecinos y condominios de estas urbanizaciones circularon convocatorias de este tipo. También se elaboraron manuales con indicaciones de hervir aceite para arrojarlo por las escaleras cuando los chavistas llegaran, apilar piedras y objetos contundentes en las azoteas y cerca de las ventanas, desconfiar de los vigilantes, jardineros, choferes y personal de servicio porque podían ser infiltrados, realizar inventarios de armas de fuego en la zona, entre otras.

 

II

 

Ante un nutrido grupo de aproximadamente 200 vecinos(as), una joven que se presentó como vecina y comunicadora social comenzó diciendo, a nombre de la llamada OCAP: “Elegiré muy bien mis palabras porque esto es muy delicado”. Acto seguido pasó a afirmar que la situación del país se nos había salido de las manos, que las circunstancias nos obligaban y que había que tomar acciones: “No somos ni chavistas ni opositores. Sólo somos vecinos que queremos ayudar. Somos vecinos preocupados que decidimos organizarnos. Es algo que debemos hacer aunque no queramos. Yo no quiero confrontación con nadie; yo lo que quiero es estar segura”.

 

Después relató que habían decidido organizar la OCAP luego del “ataque” sufrido el 20 de abril, cuando fue tomado como “ataque” un altercado verbal con unos motorizados mientras transcurría una jornada de entrega de cajas del CLAP: “En los dos ataques ocurridos no lograron entrar, pero, ¿qué pasaría si lograran entrar? Debemos entrenarnos para esto. ¿Cómo nos protegemos a nosotros mismos? Es necesario saber cómo evitar que entren y cómo actuar. Los valientes serán los que actúen.

 

Aunque se esforzaba porque su discurso no se percibiera parcializado políticamente, el intento hacía aguas por todas partes. Informó, por ejemplo, que uno de ellos fue quien envió las fotos al diario El Nacional que, casi en simultáneo, las difundió por Twitter afirmando que colectivos armados chavistas habían atacado el conjunto residencial luego de que la Guardia Nacional les abriera paso. También dijo la joven que el legítimo y libre ejercicio del derecho a la protesta por parte de algunos jóvenes vecinos fue lo que generó el ataque. Cuando se refirió al supuesto ataque del 20 de abril no mencionó que la vecina que había dialogado con los motorizados fue injustamente acusada de complicidad con los “colectivos chavistas” y, en consecuencia, hostigada (violentaron la camioneta de su esposo) y amedrantada. Se trata de un discurso alarmista que busca generar adhesiones partiendo de la zozobra.

 

III

 

La OCAP se organiza en dos instrumentos: un Grupo de Primeros Auxilios y unas Brigadas de Reacción. La idea es que en cada torre del conjunto residencial existan ambos y que todos estén articulados entre sí. Hasta ahora, sus acciones han sido: 1) recopilar insumos de primeros auxilios pidiendo colaboraciones a los vecinos, 2) hacer rondas de vigilancia, 3) un taller con una psicóloga, 4) jornadas de inducción para quienes desean sumarse, 5) definición de un protocolo de actuación para las Brigadas de Reacción en caso de un ataque que logre penetrar al interior del conjunto, 6) definición de un sistema de alarma mediante pitos (las instrucciones implican que al sonar los pitos todo el mundo debe guarecerse en su apartamento, recoger los niños que estén en los parques, etc.) y 7) establecimiento de medidas como detener el funcionamiento de los ascensores, cerrar con llave los accesos a las escaleras de emergencia, entre otras.

 

En la exposición no quedó claro, o no lo dijeron, hasta dónde están dispuestos a llegar en esa “defensa de la propia seguridad”. Tampoco quedó claro quién y con qué criterios decide que la urbanización está ante un “ataque” para activar el sistema de pitos, mandar a todo el mundo a guardarse, apagar los ascensores y cerrar las escaleras, dejando en cada torre a casi cien familias encerradas en sus apartamentos. Menos aún quedó claro de dónde emana ni quien eligió la autoridad de esta organización para plantearse tomar y ejecutar medidas de este tipo que afectan a todo el conjunto residencial .

 

IV

 

La propuesta fue recibida fervorosamente por los asistentes a la asamblea. No faltaron entusiastas aplausos para quienes, ya en tono de agitación, afirmaron cosas como “Nadie va a violar mi hogar, mi propiedad. Si ellos entran yo me voy a defender”, o “No nos merecemos que nos hayan hecho esto”, o “¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a esperar de brazos cruzados a que nos ataquen?”.

 

A su vez, quienes osaron plantear algún desacuerdo o crítica fueron abucheados y amenzados casi a golpes. Durante una de esas intervenciones de desacuerdo, se pudo escuchar cómo alguien dijo: “Identifíquenlo bien que ése es chavista”.

 

V

 

La asamblea vecinal hasta aquí descrita no es un hecho aislado. No es posible saber cuál es su nivel de articulación, pero se sabe de acciones similares en distintas zonas de Caracas. Asocafetal, por ejemplo, que agrupa juntas de vecinos y condominios de todas las urbanizaciones de El Cafetal, está conduciendo el proceso de organización de grupos como la OCAP y la realización de reuniones para invitar a sumarse. No se llaman OCAP, pero pero responden a la misma lógica, o a la misma orden.

 

VI

 

Esto sin duda tiene algunas implicaciones posibles:

 

1) ¿La conformación y despliegue de estas organizaciones responde a un plan bien organizado para contribuir a profundizar la idea de confrontación fatricida, la lógica de ellos contra nosotros, la percepción según la cual el otro es un enemigo que puede atacar con violencia, razón por la cual es necesario organizarse y prepararse para enfrentar esa posibilidad? Esto sumaría a la estrategia de la derecha según la cual la única opción en Venezuela para dirimir el conflicto es la violencia y no la política, el diálogo, el encuentro, el debate.

 

2) ¿El surgimiento y actuación de estas organizaciones es consecuencia “espontánea” del trabajo mediático y territorial para instalar la violencia política como parte de la cotidianidad, y surge como reacción casi natural de cierto sector de la población que vive bajo la alarma y sozobra permanente a que la tiene sometidos las redes sociales? En este caso estaríamos ante personas severamente afectadas por la manipulación mediática, con dificultades serias para apreciar la realidad objetivamente, lo cual implica un importante riesgo para quienes acepten su conducción en algún momento de crisis.

 

3) Está claro que el sujeto del cual esta OCAP pretende defenderse es el chavismo, encarnado en su forma más temible por los llamados “colectivos”. ¿Qué garantiza que una vez inciada la actuación de estas organizaciones no señalen a chavistas vecinos(as) como peligrosos, como cómplices de los hipotéticos ataques, como infiltrados, es decir, sujetos todos de los cuales también hay que defenderse? Recientemente una persona fue quemada viva en medio de una manifestación opositora porque alguien lo señaló como chavista. Una vez que estas organizaciones avancen en control territorial y dominio sobre los habitantes de ese territorio, ¿cómo se evitaría que se erijan como comisarios y jueces políticos y estimulen y ejecuten cacerías de brujas a lo interno de los conjuntos residenciales y urbanizaciones? ¿O es éste, también, uno de sus objetivos?

 

4) No deja de generar suspicacia que la asamblea descrita se haya realizado justamente el día en que sucedió el intento de guarimba más cercano al Palacio de Miraflores, centro del poder político del país, y apenas días después de que se diera un avance de la violencia hacia el centro de la ciudad en procura del acercamiento a Miraflores. Ante la perspectiva de que esa agenda continúe en la zona donde se dio esta asamblea, ¿no es posible pensar que lo que se busca con esta OCAP es ir construyendo el tejido y el clima interno para establecer allí una retaguardia hacia la cual los violentos puedan acceder para abastecerse, descanzar, atender heridas, etc., un espacio de apoyo y refugio para los grupos de choque? En territorios donde la parcialidad política es del todo favorable (como en el este de la ciudad o en la Avenida Victoria o en Montalbán) esto no es necesario porque el apoyo logístico y de refugio a los grupos de choque está dado voluntariamente y prácticamente en cada edificio, en cada urbanización. Pero en un territorio como el de las adyacencias de Miraflores, cerca de zonas populares masivas como La Pastora, Lídice, San José, Cotiza, esto no se da de igual forma y sí hace necesario preparar las condiciones para ello. ¿Apuntan la OCAP y sus similares en esta dirección?

 

(La Tabla)

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