Los esfuerzos por recuperar la producción petrolera venezolana y mejorar la operatividad de la industria en medio del brutal bloqueo que sufre el país tienen su principal obstáculo en Petróleos de Venezuela.

 

La empresa del Estado venezolano tiene hoy su dilema más crucial: renovarse o fracasar en el intento de restablecer las condiciones óptimas para poder producir nuestro principal producto de exportación.

 

“La  industria petrolera tiene más de 100 años manejando un mismo modelo de gestión, diseñado por la tecnocracia de las transaccionales, es un método muy vulnerable, que permite lograr beneficios personales en cada compra, en cada contratación, porque está plagado de burocratismo”, señalan Henry Morales,  ingeniero en Electrónica con 35 años de servicios en PDVSA, de los cuales 20 años han sido en procesos y operaciones de la Refinería El Palito, Mejoradores de Puertos la Cruz y en Proyectos Mayores. Morales fue parte de los trabajadores  y trabajadoras que rescataron las operaciones de la industria en el paro petrolero de 2002, por lo que recibió la Orden Francisco Miranda en primera clase.

 

Su opinión coincide con la de muchos trabajadores de la empresa, para quienes lo más importante no es el cambio de presidente o de directiva, sino de modelo de gestión. “Si tú pones a Jesucristo de presidente de PDVSA con ese modelo de gestión, termina fracasando” afirman.

 

Este dato es muy relevante a la hora de analizar las debilidades organizacionales de PDVSA, una hija no reconocida de las trasnacionales que explotaron el petróleo venezolano hasta 1975 y que de acuerdo a varios analistas, como Carlos Mendoza Potellá o David Paravisini,  heredó las estructuras y normas de éstas sin que tal modelo tuviera mayores cambios o cuestionamientos. Cabe la pregunta entonces: ¿se puede entonces hablar de una industria nacional si esta fue diseñada desde sus competidoras extranjeras?

 

La nacionalización de 1875 fue “chucuta”. Las trasnacionales simplemente cambiaron de nombre al producirse la nacionalización para convertirse en las filiales del holding petrolero venezolano, pero preservaron sus operaciones en el país manteniendo el modelo de gestión intacto, así como la cultura corporativa de varias generaciones de gerentes y técnicos, afirma Mendoza Potellá en varios trabajos sobre el tema.

 

Esta estructura se mantuvo intacta hasta 1999, cuando Hugo Chávez asciende al poder y de inmediato inicia un cambio en la forma de relación entre el Gobierno Nacional y PDVSA, que hasta esos primeros años de gobierno revolucionario funcionó como un Estado dentro del Estado, bajo la premisa que era necesario preservar su autonomía de funcionamiento para garantizar el éxito de sus operaciones.

 

En ese cambio de relaciones y concepciones tuvieron un papel relevante hombre como Gastón Parra Luzardo, Héctor Ciavaldini, Alvaro Silva Calderón y Alí Rodríguez Araque. A este último le tocó asumir las riendas de PDVSA en el momento más crítico de su historia, donde el modelo trasnacional y la red de intereses que la “meritocracia” tejió a lo interno de la empresa hizo crisis y llevó a una confrontación sin precedentes que paralizó las operaciones y detuvo la actividad exportadora.

 

Es a partir de esta crisis entre los años 2001 y 2003, cuando tuvo lugar el paro sabotaje petrolero, que se comienza a hablar de la nueva PDVSA. Más de 20 mil personas, entre gerentes y técnicos de todo nivel salieron de la empresa al haberse plegado a los planes diseñados de los EEUU por el gobierno de ese país y las corporaciones petroleras que vieron en el modelo propuesto por Chávez una real amenaza a sus negocios en Venezuela.

 

Con la nueva Ley de Hidrocaburos, promulgada vía Habilitante por el Comandante Chávez en el 2001, hubo un cambio radical en la relación entre PDVSA y el Estado venezolano, pero no hubo cambios significativos en la forma de operación de la industria. Los planes desarrollados a partir de ese momento permitieron al país beneficiarse de manera real de la riqueza que provenía del negocio petrolero, pero la “nueva PDVSA” siguió trabajando bajo el modelo centenario de las trasnacionales.

 

“El país en todo su contexto ha sufrido en los últimos 20 años, cambios importantes, pero PDVSA no,  es por eso que ante esta realidad, hay que reinventarse, y hoy los trabajadores ponemos sobre la mesa una nueva opción, que permitirá a corto y mediano plazo no solo recuperara la producción, también elevarla significativamente. Cambiar todo, para dejarlo todo igual, hoy no puede ser la opción, la opción es cambiar para darle un giro de 180 grados, a la industria, por eso decimos que no se trata de un cambio en la junta directiva, si no se cambia de fondo  el modelo de hacer las cosas”, expresa Morales. 

 

¿Cuáles son los aspectos fundamentales en los que debe renovarse PDVSA? La relación con las empresas trasnacionales y los socios extranjeros; la relación con la empresa privada nacional; la cultura organizacional y la toma de decisiones en materia del talento humano, en la cual es fundamental la participación de los trabajadores y trabajadores; la actualización tecnológica para garantizar la autonomía de las operaciones.

 

En estos aspectos se da una pugna entre dos modelos: el que pretende que PDVSA “refresque” su modelo de gestión pero conserve intacta la herencia trasnacional; y el que proponen trabajadores y expertos que significa el nacimiento de una nueva cultura organizacional eficiente, transparente y al servicio del país.

 

En una segunda entrega desarrollaremos las propuestas que hay alrededor de estos aspectos para la renovación de Petróleos de Venezuela.

 

(La Iguana.TV / Esther Quiaro)