Hace 70 años, el famoso revolucionario Mao Zedong anunció la creación del nuevo Estado: la República Popular de China. Durante el tiempo de su existencia esta nación asiática ha cambiado varias teorías ideológicas antes de desarrollar el socialismo con el particular matiz nacional.

 

El famoso revolucionario Mao Zedong anunció la creación de la República Popular de China el 1 de octubre del 1949.  Hasta ahora el fundador del nuevo Estado comunista sigue siendo el símbolo nacional, y su retrato adorna la principal plaza del país. Los adeptos de Mao no solo lograron sembrar la ideología comunista en suelo chino. También crearon el movimiento único de trabajadores y campesinos. Para hacerlo, sus creadores acudieron a las creencias y costumbres tradicionales de China.

 

A día de hoy la mayor parte de los ciudadanos chinos respeta a Mao Zedong y sus compatriotas de la ciudad Shaoshan no dejan de acudir a su memorial para rendirle homenaje y ofrecerle obsequios rituales.

 

«Caminaremos por otra vía»

 

Aunque la Revolución de Xinhai que puso punto y final a reinado de la última dinastía imperial de China, la Qing, se produjo en 1911, el partido comunista del país asiático no se creó hasta al cabo de 10 años. En 1921 las masas populares aún estaban muy lejos de las ideas de Marx y de Lenin. Así que los revolucionarios chinos tuvieron que ser creativos a la hora de implantar la nueva ideología.

 

La provincia de Hunan es la patria de muchos revolucionarios chinos, incluido Mao Zedong. Precisamente aquí, cerca de una mina de carbón situada en el distrito Anyuan nació una de las primeras organizaciones de trabajadores chinos y la célula del Partido Comunista. Esta es la razón por la que Anyuan fue bautizada como una pequeña Moscú china.

 

Uno de los ideólogos de la vanguardia, Li Lisan, arribó a esta localidad en 1922 para realizar un experimento. El revolucionario conocía las costumbres y las tradiciones de los mineros analfabetos locales y no veía sentido a leer el Capital de Marx y hablar con ellos sobre la lucha de clases.

 

En vez de eso, Lisan decidió caminar por otra vía para poder implantar sus ideas. Para hacerlo el revolucionario se disfrazó de un científico confuciano y se dirigió a la administración de la mina para proponer abrir una escuela y un club para los trabajadores.

 

En aquel entonces nadie sospechó que detrás de un hombre que profesaba el confucianismo pudiese esconderse un comunista. Así que Lisan empezó a promover ideas revolucionarias utilizando el folclore local. Muchos residentes se interesaron por los eventos que organizaba e ingresaron en su escuela y en el club.

 

«Este ideólogo chino creó para sus alumnos un mito. En particular, contaba que el fundador de la escuela nació en la ciudad de Liling  —su patria—, pero que se había ido a vivir a un lugar muy lejano y que para encontrarle era necesario cruzar siete mares: «‘Su nombre es profesor Ma. Tiene más de 100 años y tiene una barba espesa’, decía Lisan a sus adeptos», recuerda en su artículo para la versión rusa de Sputnik Sofía Melnichuk.

 

La primera huelga

 

Para la primera manifestación Lisan presentó un lema, que decía lo siguiente: Antes éramos ganado, ahora seremos personas. Aunque este lema encajaba poco con el concepto de lucha de clases, le gustó a los mineros, exhaustos por realizar trabajos difíciles.

 

Como resultado, la primera huelga celebrada en septiembre de 1922 fue un éxito: sus participantes lograron mejorar sus salarios y sus condiciones laborales sin derramar ni una gota de sangre.

 

Posteriormente Li Lisan dirigió a los revolucionarios en la ciudad china de Shanghái y la rebelión de 1927 en Nanchang. Más tarde, el ideólogo dejó de gustar en la Administración del Partido Comunista y lo exiliaron a la URSS en 1930.

 

La perestroika a lo chino

 

Con el paso de tiempo la costumbre china de divinizar al fundador del Estado adquirió formas realmente grotescas. El culto a la personalidad de Mao empezó a formarse ya en la década de 1940, cuando los comunistas ya pasaron a interesarse por sus trabajos.

 

La famosa libreta roja con las citas del revolucionario se convirtió en uno de los símbolos de la revolución cultural de la década de 1960. Una persona podía ser golpeada por no haber llevado consigo la imagen del líder o por no haber podido citar las ideas que figuraban en el libro.

 

Sin embargo, tras la muerte de Mao la élite política china llegó a la conclusión de que no todas sus actividades y creencias habían sido correctas. El arquitecto de la perestroika china, Deng Xiaoping, estimó lo hecho por Zedong de la siguiente manera: un 70% había sido lo correcto y un 30%,  un error. Esta es la principal causa por la que a día de hoy la figura de Mao Zedong sigue no solo siendo un elemento clave de la cultura mundial, sino conservando matices divinos a ojos de los mismos ciudadanos chinos.

 

Mao Zedong desempeñó un papel clave en la historia de China y sus ideas contribuyeron a que el país asiático pudiese alcanzar logros económicos realmente increíbles, convirtiéndose en una de las superpotencias mundiales.

 

En particular, China aprobó una serie de reformas eficaces en el sector agropecuario e industrial que permitieron aumentar la producción en un 60% y contribuir al crecimiento de los ahorros. La disminución de aranceles que continuó paulatinamente desde la década de 1980 ayudó a convertir a China en la llamada fábrica mundial. Las empresas chinas fueron más allá de las fronteras del país y entraron con éxito en las cadenas productivas internacionales.

 

(Sputnik)