Adriana Torres, que no está registrada en ninguna congregación de Colombia, usaba el hábito religioso para recolectar supuestas donaciones que no entregaba.

 

Ese señalamiento lo hizo un “integrante activo de la Iglesia Católica”, que pidió no ser identificado, en El Tiempo. El religioso dijo que Torres iba a las principales plazas de mercado de Medellín para recibir frutas, verduras y otros alimentos que eran donados, y que luego los vendía en paquetes de mercado a 5.000 o 6.000 pesos, en el barrio Bello Oriente.

 

Asimismo, una vecina del sector, que no quiso dar su nombre al diario, manifestó que Torres pedía legumbres en La Mayorista y La Minorista para venderlos a 6.000 pesos y que llegaba a vender hasta 100 mercados.

 

No obstante, para algunos como Alirio Agudelo, integrante de la Junta de Acción Comunal (JAC), lo que hacía la supuesta monja era una acción social porque les llevaba mercados a precios bajos a la comunidad, se lee en el periódico.

 

Sin embargo, contra Torres se hicieron más acusaciones. La vecina le aseguró a El Tiempo que Torres tenía un carácter “amenazante” e, incluso, la señaló de racista.

 

“Es muy amenazante y trata a la gente muy feo. A todo el que fuera moreno lo trataba mal, con groserías y diciendo que no quería negros en el barrio. Ha tenido confrontaciones con muchos vecinos”, aseveró la mujer, según el medio.

La mujer agregó que la comunidad “nunca” ha podido “desenmascararla” (a Torres) y que no saben si pertenece a alguna congregación. El religioso afirmó que ella solo se viste de monja, pero que en realidad no lo es.

Adriana Torres les habría dicho a los habitantes del barrio, según la vecina citada por El Tiempo, que perteneció a un convento de Bucaramanga, pero al sector no iba con otras monjas.

 

La simpatizante del expresidente Álvaro Uribe también tuvo intenciones de montar un internado, dijo otro residente al diario, pero no se lo permitieron porque, al parecer, habría tratado mal a los niños.

 

Cabe recordar que la monja se volvió foco de los medios luego de que, el día de la indagatoria de Uribe ante la Corte Suprema de Justicia, se le viera gritando (con megáfono en mano): “¡Que viva el sagrado Álvaro Uribe!”.

 

(Pulzo) 

 

 

Monja uribista