ali_cuadro.jpg

Desiree Santos Amaral acaba de recibir el Premio Único Simón Bolívar, la máxima categoría del Premio Nacional de Periodismo, por su trayectoria en la profesión. Un merecido premio para una reportera 4×4 que durante años trabajó al mismo tiempo para el legendario noticiario de radio Noti-Rumbos y para el diario Últimas Noticias.

 

Su vida, como la de muchos, se bifurcó en 1992, con la irrupción en la escena nacional del comandante Hugo Chávez. Desde 1999 ha desempeñado diversas responsabilidades políticas, como integrante de la Asamblea Nacional Constituyente, diputada a la Asamblea Nacional y ministra del Poder Popular para Comunicación e Información. Sin embargo, no ha dejado el periodismo, como ejercicio diario o, tal vez, el periodismo no la ha dejado a ella: actualmente es directora del Correo del Orinoco y está a cargo de la plataforma de radio del sector público.

 

Sobre política y periodismo conversó Santos Amaral con el periodista de LaIguana.TV Clodovaldo Hernández. A continuación, una versión de ese diálogo:

 

–Usted que estuvo en la de 1999, ¿cómo ve el ambiente previo a la Constituyente?

 

–Yo creo que el ambiente en los sectores sociales que están a favor de la Revolución es muy bueno, muy positivo. He ido a la juramentación de muchos de los comandos de campaña constituyentes en las parroquias de lo que en Caracas se conoce como el Circuito 3, y a pesar de que se trata de una zona donde no ganamos, se ha incorporado muchísima gente a estas actividades alrededor de la  Constituyente porque saben que ella es la verdadera salida a esta situación que tenemos y que es la propuesta del presidente Nicolás Maduro para afianzar las bases de la Revolución Bolivariana. También veo que hay mucha más radicalización de los sectores de la derecha, si comparamos el ambiente previo a la Constituyente de 1999 con el actual. En aquella oportunidad era la primera vez, era más novedoso, y había mucho interés en diversos sectores. Yo diría que el ambiente de ahora se parece más al ambiente que se creó después de aprobado el proyecto de Constitución de 1999. En ese momento, el sector de la derecha se opuso a su aprobación en el referendo,  llamó al NO, tal como ahora lo hacen a la elección de los integrantes de la Constituyente.

 

–La oposición ha amenazado incluso con tratar de impedir las votaciones. ¿Qué cree que va a ocurrir?

 

–No van a poder porque incluso hay candidatos de la base de oposición, de partidos como Copei y otros, que se han lanzado, e, incluso, algunos dirigentes. Gabriel Puerta Aponte, por  ejemplo, es candidato, y él era el líder de Bandera Roja. Eso va a contribuir a que la convocatoria sea efectiva. Además, ya hay muchísimo rechazo a la violencia, que parece ser la alternativa que proponen. La gente tiene claro que no es con la violencia como van a sacar al chavismo del gobierno ni tampoco van a impedir que se elija la Constituyente. De todos modos, ya se están tomando todas las previsiones para evitar cualquier eventualidad en torno a los centros electorales. Es de suponer que en algunos sitios, ellos conseguirán sabotear el proceso, pero eso dependerá de la voluntad de nosotros por hacer valer nuestro derecho.

 

–Una vez que la Constituyente elabore el proyecto de nueva Constitución, ¿qué puede esperarse de la oposición?

 

–Estoy casi segura de que entonces sí van a llamar a participar electoralmente para que se vote NO. Ellos son así de hipócritas. Entonces, está claro que el camino para detener a estos grupos violentos es la Constituyente y así será. A partir del 30 de julio, ese camino estará despejado. Vote quien vote, habrá Constituyente. Y por eso es que estos días que faltan hay que estar prevenidos, hay que ser cuidadosos, pues sin lugar a dudas, la oposición va a intensificar su violencia, ahora amparados por la actitud de la fiscal general de la República, que no es de cumplimiento de su deber institucional, sino una forma de participar en la diatriba política.

 

-Aparte de la oposición tradicional, el gobierno de Nicolás Maduro tiene una nueva, que es el llamado chavismo disidente o crítico, que se reivindica como defensor del legado verdadero del comandante Chávez. Señalan que la ANC, tal como fue convocada, violenta ese legado. ¿Cómo lo ve usted?

 

-Bueno, primero que no es cierto que la idea de modificar la Constitución sea contraria al legado de Chávez. Basta oír numerosos discursos de Chávez para recordar que él se quejaba mucho de que algunos aspectos de esa Constitución no llegaron hasta el fondo en su enfoque revolucionario debido al sabotaje por parte de los empresarios infiltrados, de los camaleones que se colearon en la Constituyente de 1999. En aquella oportunidad, muchos saltaron la talanquera y se sumaron a la oposición tradicional de derecha. Eso ocurrió incluso con algunos de los periodistas… Hay uno que acaba de hacerlo de nuevo, un doble salto de talanquera. No es cierto tampoco que la Constituyente esté mal convocada. Está fehacientemente demostrado que el presidente Chávez estaba obligado a preguntarle al pueblo si quería o no ir a un proceso constituyente porque esa opción no estaba contemplada en la Constitución de 1961, que era la vigente entonces. En la Constitución Bolivariana, en cambio, quedó muy claramente establecido que cualquiera de los actores allí señalados (la Presidencia de la República, el Asamblea Nacional, los concejos municipales y un porcentaje del padrón electoral) pueden convocar la Constituyente. Es el espíritu del constituyente que puede verse reflejado en las actas. La oposición sabe que eso era posible, e incluso tuvieron el plan de hacerlo y hablaron públicamente de eso hace unos años. ¿Por qué no lo hicieron? No sé, porque no se decidieron…

 

–¿Y los disidentes?

 

–Bueno, quienes se han ido yo no creo que sean realmente chavistas porque el chavismo supone una lealtad muy grande con la Revolución y, más allá de las diferencias que alguien pueda tener o de las críticas que en un momento determinado merezca el gobierno, nada puede justificar que un chavista haga alianzas con la derecha. ¡Nada!, porque esos son los tradicionales enemigos del pueblo. Sería más decoroso y hasta políticamente exitoso el quedarse al margen, no hacer lo que están haciendo porque eso se llama traición. Hay gente que es amiga de uno y dice “estoy decepcionado”, pero jamás entregaría la Revolución a la derecha ni bajaría la cerviz ante los enemigos. ¿Cómo es posible que a esas personas se les olvide lo que pasó durante la IV República? ¿Cómo se le puede olvidar eso a alguien? ¡No entiendo, no entiendo! Si un revolucionario tiene diferencias, que haga mutis, que se retire, pero que no se pase al otro bando porque eso es entregar a la derecha a todos tus compañeros de lucha. Es insólito, es inaudito. Los que se han aliado con la derecha son ahora tan guarimberos como ellos, después de que los adversaron como los adversaron y de que los humillaron como los humillaron.

 

–¿Qué cree usted que motiva a estas personas?

 

–Yo creo que ahí hay algo más allá que el natural dolor que se siente como consecuencia de una decepción política. Tiene que haber chantaje u otra cosa, porque es inexplicable que una persona verdaderamente revolucionaria, comprometida con el pueblo, con las mejores causas, pueda entregar la Revolución al enemigo, porque eso no puede llamarse de otra forma sino así: entrega.

 

Periodismo y pueblo

 

Desiree Santos Amaral fue durante varios años una de las periodistas más populares del país, por una sencilla razón: trabajaba para dos de los medios de comunicación con más arraigo en las masas en aquellos años (décadas de los 80 y 90): Radio Rumbos y Últimas Noticias. “Un ministro de aquellos tiempos dijo que a mí había que tenerme miedo porque el que no me leía, me escuchaba”, comenta. Por eso, en una entrevista con ella, es obligatorio hablar de esa relación entre periodismo y pueblo.

 

–El paisaje mediático ha cambiado mucho, incluso si comparamos lo actual con lo que existía en 2002, cuando el presidente Chávez fue derrocado por una alianza de poderes entre los que destacaban los grandes medios. Ahora tienen más peso los medios internacionales y digitales y las redes sociales. ¿Cómo aprecia usted esos cambios?

 

–Yo pienso que sigue siendo lo mismo, pero distinto… Fíjate que durante los largos años que estuvimos en la oposición, los dueños de los medios lucharon para que nunca llegara al poder una opción de izquierda. A eso se dirigían sus líneas editoriales. Entonces éramos los maltratados, los excluidos. Ahora su lucha es la misma, pero para sacarnos del poder. Y eso trasciende la esfera de los empresarios de medios locales, porque con el gobierno del presidente Chávez y con la Revolución Bolivariana, Venezuela se ha convertido en una esperanza, en un ejemplo a seguir para los pueblos del mundo en materia de soberanía, de autodeterminación y de decisión de gobernarse a sí mismos, de mantener la libertad, de seguir siendo libres. Las modalidades, las tecnologías han cambiado, pero el dominio de esos grupos de poder económico sigue siendo el mismo. Siguen concentrando la propiedad de casi todos los medios, incluso los nuevos, los digitales y las redes que se van a convertir, según dicen, en la nueva dictadura mediática. Por eso digo que sigue siendo lo mismo, aunque distinto…

 

–Ahora parecen apoyarse más en los medios internacionales…

 

–Bueno, son los corresponsales de los medios que siempre han adversado a la Revolución y a toda forma de cambio en el mundo. ¿Desde hace cuántos años los periodistas éticos y formados en la idea de un ejercicio a favor del pueblo vienen planteando la necesidad de un  nuevo orden informativo mundial? ¡Toda la vida! A nosotros nos toca seguir defendiéndolo y eso lo hemos hecho. Acá se han reunido muchos intelectuales, tanto nuestros como de otros países que han planteado la urgencia de seguir con esa lucha.

 

–Hace algunos años, el gremio era principalmente de izquierda. Había gente más radical y otra más moderada. Curiosamente, los moderados han sido los que se han mantenido firmes durante el proceso revolucionario, mientras los radicales se han pasado abiertamente a la derecha. ¿Coincide usted con esta apreciación?

 

–Sí, nosotros, en el gremio, tuvimos muchos grupos de opinión, Movimiento Prensa Libre, Cuartilla, muchos otros… Y a algunos se les cayó la careta durante estos años de Revolución, porque antes luchaban por unos ideales y luego se fueron decantando y ubicándose al lado de la derecha. Engañaron a la gente porque eran buenos profesionales, gente destacada en los medios. Yo a veces pienso que aquellos grupos de supuestos izquierdistas radicales eran, en realidad, parte de una estrategia de la derecha para penetrarnos por debajo, un caballo de Troya. Nos montaron (a los del Movimiento Prensa Libre) el remoquete de reformistas, pero a la hora de la verdad, los que recularon fueron ellos, con algunas excepciones. Mientras tanto, otros seguimos firmes, nos hemos mantenido en nuestras posiciones, del lado del buen periodismo, que es aquel que defiende la libertad, la soberanía y la paz. Nosotros tenemos que evitar que aquí se practique un periodismo como el que se hizo en Ruanda, que promovió la guerra civil y el genocidio. Eso no puede ser. Esa debería ser la nueva tarea que todos asumamos: reinventarnos para que el periodismo siga cumpliendo con dignidad, con sensatez, buen ejercicio profesional y defensa de la patria

 

-¿Cómo se logra eso?

 

–Para lograrlo tenemos que formar a las nuevas generaciones de periodistas y formar a la gente del pueblo. Abarcar eso que el ministro (Ernesto Villegas) llama “los periodistas con carnet y sin carnet”. Y esa formación debe ser, primero que nada, en principios éticos, en valores, en “un periodismo humanista”, como lo ha denominado el presidente Maduro.

 

–Comparando más específicamente la situación actual de los medios con la de 2002, tenemos que aquella vez los golpistas cerraron Venezolana de Televisión y Radio Nacional y dejaron muda a la Revolución. Ahora el sector público tiene mucho más medios, pero ¿es eso una garantía?

 

–Bueno, ahora se les hace más difícil dar un golpe en el plano propiamente militar porque ya no tienen control de la Fuerza Armada, están imposibilitados de hacer uso de ese factor. Basta ver la payasada del hombre del helicóptero, un Rambo loco… Claro que cualquier acción de esas busca el impacto mediático y por eso allí debemos dar también la batalla. Ahora estamos en mejores condiciones. En 2002, la situación se enfrentó con el radio-bemba, el boca a boca, y la gente de Fe y Alegría que logró seguir en el aire y demostró ser de una ética increíble porque no se sumaron al silencio informativo, una de las más grandes vergüenzas que hemos tenido en el periodismo. Hoy estamos mejor preparados, pero debemos estar muy alertas, tener cuidado y pensar que la derecha es capaz de cualquier cosa. Ya sabemos que están haciendo uso de armas típicas del terrorismo para desestabilizar el gobierno.

 

–Más allá de la coyuntura política, ¿cómo es el día a día actual de Desiree Santos Amaral, en estos tiempos digitales, en comparación con aquellos de reportera en Noti-Rumbos y Últimas Noticias?

 

–Estas actividades actuales me hacen sentirme bien, seguir pendiente de la noticia, de lo que está pasando. Se parece mucho a esos tiempos de la muchacha que reporteaba buena parte del día, pasaba las noticias para la radio y luego iba a escribir para el periódico. En ese tiempo llegaba tardísimo a mi casa, ¡y ahora también! Bueno, creo que nunca ha sido distinto porque cuando fui Constituyente y diputada me tomaba el trabajo con esa misma determinación, esa misma entrega. Así tenía que ser porque para mí la posición de diputada no podía resolverse con ir el martes y el jueves a dar discursos, había que ir a las comunidades, al circuito. A mí me tocaban parroquias como Sucre, 23 de Enero, La Pastora y El Junquito. En ese trabajo me ayudó mucho la visión periodística, esa idea de lo que es noticia, de lo que está pasando. Eso te da, cuando estás en la política, una visión muy útil. Los periodistas no podemos dejar nada para mañana porque se te cae la noticia, y yo aplicaba ese enfoque a mis actividades políticas. Cuando uno tiene la concepción de servir a los demás, no deja de ser periodista en ningún momento de tu vida, especialmente si eres reportero. Un colega nuestro, Ernesto Vegas, dice que “todo reportero es periodista, pero no todo periodista es reportero”. Así que uno siempre mira la vida desde la misma óptica y ahora me pasa lo mismo porque desde estos cargos directivos que tengo, tanto en radio como en prensa escrita, estoy obligada a estar todo el tiempo evaluando lo que es noticia y buscando la mejor forma de trabajar cada tema.

 

–¿Cómo ve a las nuevas generaciones de periodistas?

 

–Hay que impulsar mucho los esfuerzos para que las escuelas dirijan la formación a mejorar la calidad desde el punto de vista del dominio del idioma, saber explicar las cosas, tener coherencia y, por supuesto, reforzar los principios éticos, los valores fundamentales del periodismo. Hay que conocer las leyes del país, empezando por la Constitución, conocer los derechos que asisten al pueblo, garantizar la libertad de expresión, pero con el respeto debido a la gente. Eso fue lo que nos hizo destacar a periodistas de las anteriores generaciones: nos podrán criticar lo que quieran, pero no pueden decir que estuvimos al margen de la ética ni del compromiso con el verdadero periodismo, y eso hay que rescatarlo, más allá del pensamiento político de cada uno.

 

(Por: Clodovaldo Hernández / [email protected])