Se hace llamar ante sus seguidores “Macho Camacho”. Su nombre es Luis Fernando Camacho Vaca, tiene 40 años, es abogado, está casado y es padre de tres hijos. Su figura ha salido a relucir internacionalmente porque es el personaje que está detrás del golpe de Estado en contra de presidente de Bolivia, Evo Morales.

 

Nacido en Santa Cruz, la zona más rica y poderosa de Bolivia, y tradicionalmente habitada por personas de clase social alta y de ascendencia europea, comenzó su activismo político a la edad de 23 años dentro de la organización Unión Juvenil Cruceñista, brazo del Comité Cívico pro Santa Cruz, aunque se definen como una asociación “cívica”, la Federación Internacional por los Derechos Humanos (Fidh) catalogó en el 2008 a la Unión Juvenil como “una especie de grupo paramilitar” que realiza actos de racismo y discriminación contra habitantes e instituciones indígenas de la zona.

 

Desde febrero de este año, Camacho preside una organización que agrupa a todas la entidades empresariales, vecinales y laborales de la región de Santa Cruz, donde se reúne la mayor oposición al proceso de transformación liderado por Evo Morales desde el año 2006.

 

Su mote de “macho”, aunque para unos es por el “coraje” con el que se enfrenta a Morales, también le calza perfectamente por su conducta machista y su violencia patriarcal que replican muchos de sus seguidores.

 

Es admirador del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Y al igual que el mandatario amazónico, también ha recurrido al fundamentalismo religioso para ganar adeptos. Ha dicho que la biblia y Dios deben volver al Palacio Quemado (sede del ejecutivo boliviano). Durante sus mítines se hace acompañar de la imagen de la virgen, aunque también ha “coqueteado” con el ala radical de los cristianos evangélicos. Sus discursos tienen un fuerte anclaje religioso. Además, refuerza estereotipos racistas, sociales y de orientación sexual.

 

Como empresario está vinculado a la rama de los seguros, el gas y los servicios. De allí ha nacido su acérrima oposición a la gestión del presidente Morales, debido a que, con la nacionalización de los hidrocarburos, impulsada por Morales, el grupo empresarial de su familia dejó de percibir multimillonarias ganancias.

 

La prensa independiente lo califica como un personaje “histriónico y prepotente”. En sus apariciones públicas busca resaltar su imagen asociada a gente blanca y acomodada económicamente. En contraposición desdeña el origen humilde e indígena del presidente Morales.

 

También se le vincula con los Panamás Papers como intermediario, a partir de la creación de tres sociedades (Medis Overseas Corp., Navi International Holding y Positive Real Estates) para “coadyuvar a personas y empresas a esconder sus fortunas en entidades offshore, lavar dinero y establecer esquemas de evasión de impuestos”. Aunque lo niega y afirma que es una persecución en su contra.

 

En un show similar al sucedido en Venezuela el 23 de enero de este año, una vez conocidos los resultados electorales de las elecciones del 20 de octubre, Camacho –en paralelo- se autoproclamó presidente de Bolivia al frente de la “unidad” opositora y dio un plazo de 48 horas para que el presidente Morales presentara su renuncia. Hasta le escribió el discurso.

 

Camacho, incluso ha llegado a desconocer la figura del candidato opositor en el proceso electoral reciente, Carlos Diego de Mesa Gisbert, quien quedó de segundo en la contienda.

 

En sus declaraciones, este hombre expulsa sed de venganza. Ha dicho a su gente que es importante “anotar los nombres de los traicioneros de este pueblo porque queremos que el día de mañana vayan presos, pero no por rencor y odio, sino por justicia”. Aunque dice que no es por odio, las prácticas de sus seguidores demuestran lo contrario como lo sucedido en las últimas horas con la familia del presidente Morales y la acción bárbara contra la alcaldesa de la ciudad de Vinto, Patricia Arce, quien fue brutalmente humillada en una plaza pública.

 

Así, Bolivia hoy está en manos de un burgués, fundamentalista religioso, racista y misógeno que busca acabar con el proceso de transformación liderado por Evo Morales desde hace 13 años, cuyos avances han sido avalados por los más prestigiosos centros de estudios económicos del mundo.

 

(LaIguana.TV)