Otra más. El K-pop no abandona el luto. La artista Goo Hara, de 28 años, ha sido encontrada muerta en su casa del barrio Cheongdam de Seúl. A falta de confirmación oficial, todos los indicios apuntan a que se trata de un suicidio, ya que hace unos meses la cantante se había intentado quitar la vida. Aquella tentativa fue abortada por su mánager, que la encontró inconsciente en una habitación llena de humo y la pudo llevar al hospital.

 

Goo Hara entra en el panteón del drama del K-pop, la industria musical made in Korea que triunfa en todo el mundo con millones de fans. La anterior a Goo Hara fue su amiga Sullipopstar que se suicidó el pasado mes de octubre.

 

La muerte de Sulli causó gran conmoción en Corea del Sur y fue pasto del sensacionalismo. Tanto que cuando su cadáver fue descubierto, un bombero llegó a filtrar una foto suya, lo que provocó un escándalo nacional por semejante falta de pudor.

 

Goo Hara es la cuarta estrella coreana que muere prematuramente en solo tres años. Esta carrera de suicidios se explica, en parte, por la extraordinaria presión que sufren aquellos elegidos para la gloria en una industria tan millonaria como competitiva. Las estrellas en Corea son entrenadas desde niños para triunfar en la música y el cine, y su vida es monitorizada para ser ejemplo social de juventud. Son millonarias, pero su intimidad es nula y son controladas hasta sus relaciones personales. Sus carreras son de mecha corta, en las que la belleza y la juventud son exigencias constantes. A ello hay que unir los tabúes que rodean los problemas psicológicos en Corea.

 

Al igual que Sulli, Goo Hara, que había sido miembro del grupo Kara, fue víctima del lado oscuro de la exposición virtual. La cantante había emprendido en 2018 una batalla legal contra su exnovio, Choi Jong-bum, por hacer pública una foto íntima suya sin su consentimiento. Además llegó a denunciar que también había sufrido maltrato.

 

Goo Hara acababa de regresar de una exitosa gira como solista por Japón y la noche del sábado había deseado «felices noches» a sus fans en su cuenta de Instagram con una foto en la que se la veía despierta y arropada por un edredón blanco.

 

Corea llora (otra vez) a uno de sus ídolos.

 

Fue también a través de Instagram ose despidió Goo Hara, antes miembro de la girl band Kara, en su anterior intento de suicidio. Las alarmas saltaron cuando la estrella escribió «adiós», y pocas horas después la policía la encontró inconsciente en su domicilio.

 

Los «juguetes rotos» del K-Pop

 

Goo Hara no es, ni mucho menos, la primera estrella del K-pop, un fenómeno de masas nacido en Corea del Sur. El mes pasado Sulli, antigua estrella de f(x), uno de los grupos más exitosos del K-pop, apareció muerta a los 25 años en su casa de Seongnam, un suburbio al sur de Seúl. La causa más probable de su muerte desde que apareciera el cadáver fue siempre el suicidio.

 

A finales de 2017 se suicidaba igualmente el cantante de SHINeeKim Jong-Hyun, que dejaba una nota de despedida a sus fans: «Estoy roto por dentro. La depresión que lentamente me ha ido carcomiendo ya me ha devorado y no he podido superarla. Es increíble lo mucho que duele. Nadie está más atormentado ni debilitado que yo. Hacerme famoso probablemente no era mi destino, dicen que por eso lo estoy pasando mal…¿Por qué lo elegí?».

 

Otra decena de estrellas del pop coreano han corrido la misma suerte. Son los juguetes rotos de un género musical que es mucho más que eso. Corea ha convertido el K-pop en una fábrica inagotable de bandas nacida a finales de los años 80 de la mano de Lee Soo-man, precursor del fenómeno al que se conoce como «el Steve Jobs delp K-pop«.

 

Estudiado hasta el detalle, el fenómeno convertido en global se basa en la perfección, tanto estética como musical, a base de coreografías de disciplina militar, canciones escritas por algoritmos y párpados diseñados con bisturí. Una perfección que muchos de sus ídolos, criados en una cultura digna de un reality show desde muy pequeños, parecen no poder soportar.

 

(elmundo.es)