Una verdadera ebullición política causó en enero de 2019 el hasta entonces desconocido diputado de Voluntad Popular, Juan Guaidó, cuando pronunció la frase: “Cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”.

 

Tras erigirse como cabeza visible de la oposición, atribuyéndose poderes de “Jefe de Estado” en una cuando menos controvertida autoproclamación, vendió la frase como un “mantra” a la población venezolana, bajo la promesa de un cambio inmediato en la nación sudamericana.

 

Dicha en el orden específico, la misión devino en el imaginario colectivo como la receta mágica a todos los males de la población, bajo lo que presentó como la “restauración de la democracia y la libertad de Venezuela”.

 

Sin embargo, desde su génesis la palabra nació muerta. De origen sánscrito, el sonido de un mantra apela más al espacio místico y religioso, por cuanto se le atribuye una suerte de “poder psicológico o espiritual”, si bien pueden tener o no un significado literal.

 

Usado principalmente para designar fórmulas con ritmo y sonoridad muy específico, suele ser pronunciado durante ceremonias litúrgicas, donde los gestos y pensamientos tienen importancia radical; no así en la política.

 

De manera que un mantra se podría considerar más una súplica, al menos en el aspecto meramente espiritual y filosófico, como si se tratara de un ruego o un himno que apunta al logro de cuanto se pide o clama en él.

 

Menos de un año después se ha esfumado casi en su totalidad la popularidad de la que durante el primer trimestre presumía a partir de sus promesas. Pero el desplome, al que se suma una más que evidente incapacidad hasta para llenar calles angostas, a pesar del malestar en la población general por la crisis, tiene razones también claras.

 

Aunque durante el primer semestre de 2019 repitió con insistencia el mantra, en la práctica acumuló justo tres elementos para reemplazarlos.

 

Casi en el mismo orden, pero con mayor persistencia, acumuló escándalos, uno cada vez mayor que el otro, hasta sustituir la fallida promesa, o incluso el engaño, por: “Corrupción, prostitución y Rastrojos”.

 

La lista de promesas incumplidas es tan larga como la de los escándalos y los casos de corrupción vinculados siempre con personal de su confianza, la mayoría de ellos en el entorno directo del partido político Voluntad Popular.

 

Superlano, “prostitutas y burundanga”

 

En la víspera del 22 de febrero, se conmovió a la opinión pública cuando “durante una noche de tragos y excesos” falleció el primo y asistente del diputado naranja, Freddy Superlano, quien fungía como presidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional.

 

El hecho se conoció por la prensa colombiana. Y se confirma ahora que es una de las razones de la nada diplomática remoción del experto petrolero y diplomático Humberto Calderón Berti, quien debió hacer frente a otros hechos en la nación vecina.

 

No fue algo menor. Ocurrió en la víspera de la realización del concierto “Venezuela Aid Live”, en Cúcuta (Colombia), donde se encontraba el parlamentario en los preparativos de lo que se vendió a la opinión pública nacional e internacional como el ingreso “sí o sí” de la “ayuda humanitaria”.

 

El legislador de VP, responsable nada menos que de presidir la Comisión de Contraloría del Parlamento venezolano fue hallado en grave estado de salud tras ser drogado -no envenenado, como intentó en un principio hacer creer su tolda política- por un par de prostitutas.

 

Lo encontró la Policía de Colombia en un motel, adonde había acudido en compañía de su primo con las dos prepagos, según revelaron autoridades cafeteras y publicaron medios del país neogranadino, tras lo cual diversos sitios y portales replicaron la noticia.

 

Su primo perdió la vida en el lamentable incidente, en el que las prostitutas les “hurtaron a él y su primo” no pocas “pertenencias”, que incluirían fondos en metálico.

 

La policía cafetera detallaría más tarde que el sitio en cuestión del suceso era el motel Penélope, donde estaban intoxicados por escopolamina justo en el día del concierto en la frontera, donde se supone gestionarían el ingreso de la ayuda humanitaria, que acabó siendo un fracaso.

 

El escándalo fue silenciado bajo el argumento del luto. Y aunque Freddy Superlano fue abordado por los medios de Colombia, donde en teoría se investiga el hecho, aún hoy no hay evidencias de la autopsia ni detalles de lo ocurrido contra el que se supone es responsable de presidir el organismo que investiga los hechos de corrupción en Venezuela.

 

“Cucutazo” y el desfalco millonario

 

Pero no tardó en ser mediático el partido Voluntad Popular, con otro escándalo también en la tierra del café, donde la tolda goza del excepcional apoyo del presidente Iván Duque, aliado geoestratégico en Latinoamérica del mandatario estadounidense Donald Trump.

 

También conocido primero por la prensa neogranadina y medios internacionales, se mostró la punta del iceberg de un entramado de corrupción y malversación de fondos en los que resultaron señalados “al menos dos enviados de Juan Guaidó”.

 

Se trata de Kevin Rojas y Rossana Barrera. ¿Su credencial para encargarse en la frontera de gestionar sin supervisión alguna los recursos para la manutención de militares desertores? La orden del también diputado de la AN, jefe de la fracción parlamentaria de VP y líder máximo entonces del partido naranja en Táchira, Sergio Vergara.

 

Los representantes de Juan Guaidó en Colombia aún no han logrado explicar qué ocurrió con los 99.110 dólares recibidos ni con los más de 44 mil que para el momento del inicio de la investigación indicaron “se deben” en Cúcuta.

 

Sin embargo, en las últimas horas el recién removido “embajador de Venezuela en Colombia” reconocido así por el gobierno de Iván Duque, Humberto Calderón Berti, confirmó que la auditoría por él ordenada encontró “evidencias” de corrupción, manejo indebido de recursos y dolo.

 

Más aún, el diplomático sobre el que ahora arremeten los mismos que lo ensalzaron desde Miami, afirmó que fueron las autoridades de Colombia quienes le dieron la “alerta” sobre el desfalco; y abundó que, efectivamente, “se habló de prostitutas”.

 

El caso de las prepago que generó conmoción en el caso de Superlano no habría sido el único. Al menos, a juzgar por la declaración de Calderón Berti, quien dio una rueda de prensa el viernes 29 de noviembre desde Bogotá. Luego hizo público un escrito de ocho páginas en el que explica con precisión sus acciones y deja claro que sigue en curso una investigación sobre los hechos en la Fiscalía de Colombia. Un hecho del que sabía Leopoldo López y que ordenó ocultar.

 

Carlos Vecchio salpicado en EEUU

 

No se terminaba de olvidar el caso, cuando el representante diplomático designado por Juan Guaidó para Estados Unidos, Carlos Vecchio, fue salpicado por presuntos casos de corrupción.

 

Su hermano “se encuentra en Colombia negociando con empresarios para otorgarles contratos a cambio de altas sumas de dinero”, publicó el portal Prensa América. Aunque el dirigente político se apresuró a desmentir dando su versión desde el país del norte. No obstante, también fue denunciado -sin que se haya demostrado- por supuestamente “lavar más de 6 millones de dólares a través de su fundación Ciudadanía Activa”.

 

También suena su nombre y muchos otros de VP cuando se buscan noticias sobre Yael Marciano, Francisco Márquez y David Smolansky en cuanto a la controvertida liberación de los intereses de Bonos 2020 de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en beneficio de un grupo -nunca publicado por la AN- a cambio de “jugosas comisiones”, según publicó en su momento el portal Daily News Today.

 

“Los Rastrojos” y su acuerdo con Guaidó

 

Cuando Juan Guaidó creía haber superado las complicaciones se publican unas fotos en las que se lo ve posando con “presuntos paramilitares”. Aunque durante más de 24 horas guardó silencio y se intentó por otras vías matizar indicando que se pudo tomar fotos “con cualquiera”, lo cierto es que se confirmó otro escándalo.

 

Las declaraciones del presidente colombiano Iván Duque en el comunicado oficial de su Gobierno terminaron constatando que Guaidó posó nada menos que con “Los Rastrojos” en febrero, y su Gobierno intentó además -sin éxito- desmarcarse de toda logística relacionada con el ingreso del jefe parlamentario por trochas en las tierras fronterizas.

 

La Cancillería de la nación cafetera -en manos entonces de Carlos Holmes Trujillo, hoy ministro de Defensa- emitió un comunicado en el cual aclaró que el Gobierno colombiano “no participó en la logística del traslado de Guaidó hasta Colombia el 22 de febrero”.

 

Una vez más, el dirigente de Voluntad Popular condenó no el hecho sino la filtración. Ante la evidencia, no desmintió la veracidad de las fotos, pero intentó restarle importancia. También se conoció por denuncias desde Colombia, por defensores de Derechos Humanos, si bien después fue replicado en medios venezolanos e internacionales.

 

Y es que no se trató de una foto sino de un grupo de ellas con cada uno de los principales exlíderes paramilitares que han causado verdaderos estragos en la frontera.

 

El documento colombiano también indicó que los delincuentes con los que posó Guaidó están detenidos, pero constató que se trataba de integrantes de la banda paramilitar que opera en varias zonas fronterizas.

 

A John Jairo Durán Andrade, alias Menor, lo capturó la Policía Nacional el 18 de junio en Puerto Santander. Se le procesó por el porte ilegal de armas y concierto para delinquir. Mientras que Albeiro Lobo Quintero, alias Brother, se entregó al Ejército Nacional cerca de Guaramito y fue procesado por el delito de concierto para delinquir.

 

El ejército personal de los capos

 

“Los Rastrojos” son calificados por la prensa colombiana como “el ejército personal de capos del norte del Valle”. Y es que el grupo nació como un fruto de la poderosa organización del narcotráfico del Cartel del Norte del Valle (CNDV).

 

Más tarde se convirtieron en una de las organizaciones criminales trasnacionales más poderosas de Colombia, según publica el sitio InSightCrime, “hasta que sus máximos líderes se rindieron o fueron capturados en 2012”.

 

Además, “el grupo ha seguido operando en células más pequeñas y localizadas a lo largo del país, pero especialmente en sus bastiones del Valle del Cauca, Nariño y Norte de Santander, así como en Ecuador”.

 

Tampoco fue un líder político quien los acusó. Las famosas fotos fueron publicadas por el director de la Fundación Progresar, que acumula casi treinta años de trabajo a favor de los Derechos Humanos con presencia en la zona de frontera, del lado colombiano.

 

Su vocero aseguró que “Los Rastrojos” manejaron un corredor para el traslado de Juan Guaidó, en el que participaron alias “El Menor” y alias “El Brother”. Aunque desmentido, más tarde se publicaría en video la declaración de los líderes de Los Rastrojos no sólo dando detalles del operativo, sino indicando que las fotos servirían como una suerte de “garantía” para “tomar fuerza” si Guaidó lograba su prometido “cese de la usurpación”.

 

El nuevo “mantra” de la tolda naranja

 

Cuando falta poco para que culmine el año, 2019 se despide sin el “mantra” y un acumulado de engaños que incluyeron la “no negociación” en Oslo y en Barbados, el pago de alcohol y prostitutas con dinero que se supone sería destinado a la manutención de militares e incluso a la “ayuda humanitaria”.

 

El año se va también con las mega marchas (a favor de Guaidó, como respuesta automática) y la falsa atribución de que sólo si fuesen masivas se lograría el “cambio de régimen”.

 

Pero sobre todo se van con un mantra que, por las acciones de Voluntad Popular, en las que el hasta ahora líder Juan Guaidó cambió el “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, por “corrupción, prostitución y Rastrojos”.

 

(globovision.com)