Desde que EEUU asesinó al general iraní Qasem Soleimaní, Comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, las acciones de las 5 principales empresas de armamento de Estados Unidos se dispararon en la bolsa, rondando a la mañana siguiente, los 12.000 millones de dólares.

 

Cuando Donald Trump hacía campaña asegurando que culminaría con las guerras, pero ganaba la presidencia financiado por la Asociación Nacional del Rifle, el mundo lo supo: se abrían los caminos a la provocación de conflictos y guerras como negocio.

 

Una vez concretada la acción militar que distrajo del impeachment contra Trump, estas son las empresas cuyos botines se desbordaron sólo gracias a la tensión y expectativas de una inminente guerra:

 

General Dynamics, 5ª estadounidense y 6ª mundial, constructora del F16 y el misil Tomahawk.

 

Northrop Grumman, 4ª estadounidense y 5ª mundial, 4º mayor contratista de defensa militar de los EEUU y 1er constructor de buques de guerra.

 

Raytheon, la tercera empresa más grande de Estados Unidos y el mundo. Productora de misiles guiados y una de las contratistas preferidas por la Administración Trump y predecesoras.

 

Boeing, la segunda empresa más grande del mundo que diversifica la construcción y venta de arsenal con la fabricación de aviones.

 

Encabezando la lista está Lookheed Martin, que al siguiente día del asesinato del General iraní incrementó sus ganancias a 3.400 millones de dólares.

 

Sin importar la administración de turno, el negocio prospera, EEUU es el mayor exportador de armas del mundo y Arabia Saudita figura como el principal cliente, tanto en el mandato de Trump, como en el del demócrata Barack Obama.

 

En esta liga juegan los grandes: a EEUU le siguen potencias como Rusia, Francia, Alemania y China. Los dividendos generados, sin embargo, reposan en las arcas de otros gigantes sin rostro: las trasnacionales.

 

(LaIguana.TV)