Este lunes se cumplen 75 años de los hechos que simbolizan el inicio del fin del Holocausto: el 27 de enero de 1945, el Ejército soviético liberó Auschwitz, el mayor complejo de campos de concentración y de exterminio de judíos de la Alemania nazi. La Asamblea General de la ONU proclamó esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

 

El régimen de Hitler puso en marcha la persecución de los judíos en 1933. Durante 12 años los nazis acabaron con la vida de unos 6 millones de judíos, según varias estimaciones.

 

En este período, la Alemania nazi instaló miles de campos de concentración, con sus seis centros de exterminio principales en Polonia: Auschwitz-Birkenau, Majdanek, Treblinka, Sobibor, Belzec y Chelmno.

 

Torturas y fusilamientos en masa, cámaras de gas, y otros instrumentos de terror fueron usados por las tropas de Hitler y sus aliados para eliminar sistemáticamente a la población judía. 

 

Birkenau, epicentro de las atrocidades nazis

 

El complejo nazi de Auschwitz en Polonia fue aumentando con el tiempo. Aunque no se estableció nunca un número exacto, allí perdieron la vida entre uno y cuatro millones de personas. Una de sus partes, Birkenau, en opinión del historiador ruso Iliá Altman, puede ser considerada como el epicentro de las atrocidades nazis.

 

«Es extremadamente importante saber que precisamente Birkenau se convirtió en el centro del exterminio de judíos en Europa. A partir de la primavera de 1942, cada día llegaban hasta 5 trenes, traían allí mujeres, niños, ancianos y hombres para un exterminio casi inmediato. El camino desde el tren a la cámara de gas a veces llevaba un par de horas», afirma el historiador.

 

«La mayoría de estos prisioneros se quedaban para los servicios de mantenimiento del campo de exterminio. Rara vez alguien aguantaba más de 2 o 3 meses. Ellos también acababan en el horno del crematorio. De ahí el término ‘Holocausto’, de la expresión en griego antiguo ‘quemar del todo’, es una metáfora que fue utilizada por el premio Nobel de la Paz y exprisionero de Auschwitz, Eli Wiesel», ha señalado Altman.

 

«Son las llamas en los hornos del crematorio, donde se queman los cuerpos humanos. No podía quedar ningún recuerdo de esas personas, ni su nombre, ni nada», concluye el historiador.

 

La historia de dos hermanas que sobrevivieron a los horrores de Auschwitz

 

Ksenia y Lidia Oljova, polacas de nacimiento, fueron llevadas al campo de Auschwitz después del fracaso del levantamiento de Varsovia en 1944, a la edad de 13 y 14 años.

 

«Solo llevábamos unos vestiditos puestos, nos juntaron a una columna. La columna ya iba sin agua, sin comida, iban enfermos, cojos. Sí alguien caía, inmediatamente lo fusilaban. Algunos hombres nos llevaban en brazos cargadas, no podíamos andar», ha recordado Ksenia Maksímovna durante una entrevista con RT.

 

A las hermanas las separaron de su madre. «[Los nazis] empezaron a hacer una selección. A la izquierda iban niños, enfermos, cojos, ancianos, a la derecha, mi mamá, la empujaron lejos de nosotros. Ella gritó: ‘Niñas, tómense de la mano toda su vida, no se separen nunca’. Es todo. Fueron las últimas palabras de nuestra mamá».

 

Después de que el Ejército soviético liberara el campo, las niñas se fueron a Varsovia a buscar a su madre, y escribieron en una pared: «Mamá, estamos en casa», pero jamás la encontraron. 

 

Las hermanas tuvieron que vivir un tiempo entre las ruinas de la ciudad destruida, comían lo que encontraban, pero luego los soldados soviéticos las rescataron, junto a otros niños, que se quedaron solos, y los enviaron a la URSS.

(RT)