La noche del lunes 27 de enero no solo los seguidores de Cardenales de Lara estaban celebrando, y no solo los fanáticos de Caribes de Anzoátegui andaban por los rincones, rumiando la derrota. En nuestro complejo escenario, en el que la política es transversal a todos los demás temas, había una segunda capa de ganadores y perdedores.

 

La conclusión feliz de la temporada de béisbol 2019-2020 fue una gran victoria para quienes se esforzaron en llevar a cabo el torneo, a pesar del boicot de la corporación más poderosa que existe en el béisbol a escala mundial, la Major League Baseball de Estados Unidos (MLB). Y fue una sonora derrota para los que, una vez más, apostaron por el fracaso del campeonato como una forma de sabotear las Navidades de los venezolanos, a sabiendas de que el campeonato de pelota es parte ya de nuestras tradiciones del final de año y de las primeras semanas del siguiente.

 

La finalización de la campaña 2019-2020 es un revés para el bloqueo económico estadounidense, pues el sabotaje de MLB se perpetró como parte de las medidas coercitivas unilaterales que impulsa el gobierno de Donald Trump. Y fue, sobre todo, una derrota para quienes, siendo venezolanos, respaldan esas medidas.

 

Las individualidades y organizaciones que aplaudieron las restricciones impuestas por las Grandes Ligas, confiaron en que serían suficientes para cancelar el campeonato. No lo fueron, aunque se asumió un calendario recortado de 42 juegos, en lugar de los tradicionales 63. Asimismo se realizaron plenamente las tres etapas de la postemporada. Es por ello que esas personas y entidades han pasado las primeras semanas de enero con cara de ponchados.

 

Una vez que arrancó el certamen, muchos vaticinaron que fracasaría de tal forma que tendría que ser interrumpido a mitad de camino. No ocurrió. Aunque con niveles de concurrencia de público mucho menores de lo habitual, todos los juegos se realizaron según lo previsto.

 

Al darse cuenta de que la tentativa había fallado, MLB optó por «salvar los muebles» y apareció a finales de diciembre con un incomprensible cambio: autorizaría la participación de una cuota de sus empleados (peloteros, técnicos y hasta personal administrativo) en la postemporada, bajo ciertas condiciones y no para todos los equipos (excluyeron a Tigres de Aragua y Navegantes del Magallanes porque dependen de financiamiento gubernamental). Ese viraje ocurrió a pesar de que no había cambiado nada respecto a octubre. ¿Alguien duda que tal concesión unilateral fue el reconocimiento del fracaso del boicot?

 

Vida y béisbol más allá de EEUU

 

La temporada resultó toda una alegoría del mundo actual, en el sentido de que hay mucha vida más allá de EEUU, tanto en el beisbol como en todos los demás campos de la existencia.

 

En su arrogancia imperial, la élite gringa actúa como si todo lo que vale la pena en este planeta dependiera de esa nación. Sus aliados (sobre todo los de mentalidad lacaya) le hacen el coro a esa creencia. Pero cada día se muestran otras opciones, no necesariamente antagónicas a la estadounidense, pero sí diferentes.

 

En el torneo 2019-2020 quedó claro que Venezuela exporta peloteros no solo a su mercado natural, que es EEUU, sino a muchos países con y sin tradición beisbolera. En los rosters de los equipos boicoteados por MLB aparecieron obligadamente nombres de jugadores que trabajan regularmente en México, Panamá, Colombia, Argentina, Italia, Francia, Bélgica y China. También figuraron algunos de la muy menospreciada Liga Bolivariana de Béisbol. Muchos de esos deportistas mostraron en el terreno de juego una mística y un profesionalismo que no necesariamente se encuentra en las estrellas vigentes o potenciales de las Grandes Ligas.

 

Opositores enfrentados entre sí (también en este tema)

 

La frustración de quienes apostaron al fracaso del campeonato se agudizó en las últimas semanas porque la asistencia de público mejoró sensiblemente. En las redes sociales, opinadores resentidos aseguraron que todo era parte de un plan macabro de la dictadura para aparentar normalidad.

 

Como ya se está haciendo costumbre, este asunto puso a pelear a los opositores entre sí. Esto pudo apreciarse entre los periodistas y comentaristas deportivos: unos atacaron despiadadamente a la Liga por haber realizado el campeonato; fustigaron a los equipos y a los peloteros participantes, calificando los encuentros con la despectiva palabra «caimanera»; e insultaron también a sus colegas que cubrieron el torneo a través de la radio y la TV, llamándoles enchufados.

 

Algunos de los así calificados son también opositores conocidamente furibundos, pero no tuvieron más alternativa que defender de manera pública la determinación de hacer el campeonato. Varios de ellos se vieron obligados así a tragarse sus propias palabras de tiempos anteriores.

 

Curiosamente, algunos de los políticos, opinadores, comunicadores e influencers que participaron en el boicot contra la temporada han salido ahora a felicitar a los Cardenales de Lara y a jurar que van a respaldar al equipo campeón en la Serie del Caribe. Ojalá ese falaz apoyo no les traiga una de esas rachas de mala suerte a las que tanto les temen los peloteros.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)