Si pensamos en un dinosaurio temido por su voracidad y sus afilados dientes, casi siempre nombraremos al Tyrannosaurus rex.

 

Pero millones de años antes que él, en el periodo Triásico, hubo otro temible ejemplar de tres metros que campaba a sus anchas por el sur de lo que es hoy Brasil.

 

El Gnathovorax cabreirai fue el dinosaurio más grande de su tiempo, y también el más feroz, lo que lo ubicó en la parte superior de la cadena alimentaria.

 

Era la criatura que dominó el período prejurásico hace aproximadamente 250 millones de años.

 

Si hubieran vivido en la misma época el Tyrannosaurus rex y el Gnathovorax habrían sido enemigos acérrimos, creen los investigadores, pues los estudios revelan que ambos comparten algunas características.

 

Sin embargo, el T. rex apareció más de 150 millones de años después en América del Norte, al final del período Cretácico.

 

«En el ecosistema del Triásico, el Gnathovorax ocupaba un lugar similar al que tienen los leones en la actualidad«, explicó a la agencia AFP Rodrigo Temp Muller, un paleontólogo de la Universidad Federal de Santa María, en Brasil.

 

Es en la pampa brasileña, unas extensas llanuras que entonces eran una fértil jungla de árboles, musgos y plantas sin flores, donde los paleontólogos encontraron los rastros de este carnívoro de afiladas garras.

 

En 2014, un equipo descubrió el esqueleto articulado mejor conservado y más completo que existe del Gnathovorax.

 

El hallazgo ha permitido llevar a cabo numerosas investigaciones sobre este dinosaurio, pero también sobre la vida en el periodo Triásico.

 

Los dinosaurios depredadores fueron un componente ecológico importante de los ecosistemas mesozoicos terrestres.

 

«El hecho de que esté en tan buenas condiciones nos permitió obtener una gran cantidad de información sobre su anatomía», le dijo Muller a la AFP.

 

«Era un dinosaurio bípedo que caminaba sobre sus patas traseras y tenía garras como garfios para atrapar a su presa», añadió el investigador, cuyo estudio fue publicado el mes pasado en el medio especializado Journal of Life and Environmental Sciences (PeerJ).

 

El fósil reveló que este ejemplar en concreto medía 1,5 metros y pesaba entre 70 y 80 kilos.

 

El cráneo está particularmente bien conservado, y se puede ver fácilmente la poderosa mandíbula del dinosaurio que le da su nombre: Gnathovorax cabreirai significa «mandíbulas voraces».

 

(BBC)