En los tiempos que corren, signados por el predominio de las comunicaciones digitales, no queda otra opción que integrarse y prepararse para dar la pelea en esos terrenos. Tal es la conclusión del periodista Jack Bravo, moderador de los programas Atomum y En Bytes, ambos de la plataforma de teleSUR.

 

Bravo, egresado de la Universidad Bicentenaria de Aragua, con maestría en Economía Política y estudios de doctorado en Ciencias de la Educación, compartió sus saberes y experiencia en Cara a Cara, de LaIguana.TV. A continuación, una versión de la entrevista:

 

-Estamos en una etapa en la cual la comunicación digital es fundamental, pero encierra una gran paradoja, en el sentido de que nos ha hecho más democráticos (cualquiera puede tener acceso a la condición de emisor, lo que era extraño en la comunicación convencional) pero al mismo tiempo nos ha hecho más vulnerables ante las corporaciones y los grandes intereses, ante las fuerzas que manejan el mundo. ¿Cómo enfrentar esa paradoja, sobre todo desde los países del Sur, los de América Latina y, en particular, desde Venezuela?

 

-Realmente es complejo. Cuando Marshall McLuhan hablaba de la aldea global vislumbraba cómo de consumidores de información pasaríamos a ser prosumidores, es decir, que también estaríamos creando contenidos. Ahora, hay que tener claro que somos un objetivo del mercado. Así como consumimos alimentos, bienes y servicios diversos, también consumimos información. ¿Qué buscan las corporaciones en ese escenario? Buscan crear lo que el ciberactivista Eli Pariser llama las burbujas de filtro. A través de los algoritmos se crean mundos personalizados. Los individuos consumen la información que necesitan y quieren y al hacerlo van creando un sesgo de la realidad. ¿Qué deben hacer los pueblos de América Latina para contrarrestar esto? La formación es fundamental. Debemos estar involucrados en estos medios digitales, no ser pasivos ante ellos, tener un pensamiento crítico, deconstruir el mensaje porque no todo lo que llega es cierto. Todo depende de la apreciación de la realidad. Cada quien tiene una apreciación de realidad, una fenomenología de lo que aprecia, pero esa interpretación va a la par de la formación que se tenga. De allí la importancia que tiene educar en la comunicación digital, más allá del mero consumo. No podemos escapar de esta realidad. Como decía Manuel Castells, estamos en una sociedad red en la que debemos estar interconectados de una o de otra manera. No podemos aislarnos del mundo, pero lo clave es no perder nuestra esencia de ciudadanos de un mundo palpable, más allá de lo “ciudadanos digitales” que podamos ser. Como ciudadanos digitales podemos tener varios perfiles, crear varios personajes, según cada segmento del mercado, ¿pero en ese punto, dónde está el verdadero yo de cada uno? Allí es donde debemos estar muy claros.

 

-En el nuevo campo de las comunicaciones existen posibilidades como esta que estamos utilizando, de tener un canal que pueda ser visto por mucha gente, pero esos nuevos canales muchas veces son cooptados por los grandes intereses. Entonces, al final, pareciera que los medios nuevos, emergentes, terminan realizando la misma función que en otro tiempo desempeñaron los medios tradicionales. Tal es el caso de la Venezuela del golpe 2002, en el que la televisión tradicional tuvo el papel fundamental, mientras que en las tentativas más recientes han sido los nuevos medios digitales y las redes. ¿Es así?

 

-Sí, cambia el escenario. En esta era Twitter, cualquier usuario con un smartphone, a través de Facebook Live o de Whatsapp puede poner información a circular. No lo vemos solo en Venezuela. Lo vimos en Ecuador y en cómo se ha visibilizado el conflicto de Chile. Eso prueba que si se logra el empoderamiento de esas tecnologías, podemos llevar la realidad más allá de lo que quieran los grandes medios. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Sabemos que Internet, las grandes  corporaciones, las empresas de telecomunicaciones son poderosas en este ámbito. Por eso también han surgido plataformas streaming en las que se paga por lo que el usuario quiere ver. No podemos ocultar cómo se está moviendo la sociedad a través el uso de la tecnología y cuál  es el valor de uso de esa tecnología. En 2002 hubo un blackout de las broadcast, es decir, de las televisoras tradicionales. Hacer algo así en las condiciones actuales, con la redes, es más complejo. Pero sí lo hacen, a través de cancelación de cuentas, denunciando a ciertos usuarios para callar voces incómodas frente a determinados intereses políticos y modelos económicos… Estamos en una renovación del capitalismo a través de medios digitales y frente a ello es que deben actuar las personas y los colectivos, los movimientos sociales, los estudiantes de Comunicación Social, que deben prepararse para esa nueva realidad de comunicación digital y, sobre todo, frente a elementos como las fake news y la posverdad, la verdad manipulada a través de algoritmos.

 

-La gente quiere tener acceso solamente a contenidos que coincidan con sus propios puntos de vista. Las audiencias están parcializadas. ¿Es eso lo que está ocurriendo?

 

-Sí, pero no es algo reciente. Un ejemplo de hace algún tiempo es cuando Fox News comenzó  manipular el tema de Irak y las armas de destrucción masiva, que luego se ha comprobado, mediante numerosos documentos, que era una gran mentira. Claro, hablamos de Estados Unidos, donde las audiencias son muy pragmáticas, cada quien consume lo que cree que necesita. Allí surge esa burbuja de filtro. Como cada persona tiene sus gustos, sus afinidades, lee a determinados autores, oye cierto tipo de música, el algoritmo se conforma para llevarle a esa persona lo quiere y esa es una manera de manipular su psique hacia informaciones que se amoldan a esos gustos y preferencias. Por ejemplo, hay pobreza en EEUU, pero a los medios no les interesa tocar ese tema y a muchas personas tampoco, más allá de los teletones, de la caridad mercantilizada. Ocurrió con el terremoto de Haití y también pasa mucho con Venezuela. ¿Cuántas búsqueda hay con la etiqueta Venezuela porque es un país que “vende” comunicacionalmente. Les rinde frutos a las agencias y a quienes hacen de las redes un negocio.

 

-Como experto, ¿consideras que el gobierno ha sido eficiente en atender la comunicación digital?

 

-Hay que partir del principio de que es necesario repensar la Ley Resorte para adaptarla a estos entornos nuevos. Se debe entender que todas estas herramientas, estas plataformas son maneras de hacer comunicación. La Universidad Internacional de la Comunicación debería ser una ventana, una trinchera para atacar este problema de fondo. En Venezuela hay libertad para expresarse y ha habido una expansión de los medios digitales de diversas tendencias. LaIguana.TV es una referencia en este campo de la comunicación digital. Otros también buscan hacer llegar sus mensajes. En cuanto al papel del Estado o el gobierno como tal es seguir dando las herramientas de formación y preparación. Más allá de que se tenga un smartphone, un internet subsidiado o acceso a comunicación, hay que ver también adónde va ese servidor. Cuando hablamos de soberanía tecnológica y de empoderamiento, debemos tener en claro que necesitamos tener nuestros propios medios, no depender de una nube que está fuera del país y tratar de tener nuestras propias leyes, nuestra legislación, una buena estructura jurídica. Por lo general hablamos de nuestros derechos en el campo comunicacional, pero debemos preguntarnos también cuáles son nuestros deberes. Eso nos lleva al terreno de la ética de los ciudadanos. No sirve dejar todo el peso al gobierno. Nosotros como ciudadanos y como sociedad debemos construir redes para una comunicación digital responsable y ética.

 

-En el caso venezolano, sobre todo a raíz del bloqueo económico, surge constantemente la necesidad de disminuir la dependencia tecnológica, pues continuamos en manos de los países que nos están bloqueando. Más allá de una posible alternativa de los países del Sur, tenemos la opción de la tecnología china. ¿Es una alternativa real?

 

-Existe, pero depende del factor tiempo. China para abrirse al mundo tuvo que entender las reglas del mercado, sin perder su esencia, su identidad. No le ha sido fácil, pero entendieron que para poder ser grande, mostrarse ante el mundo, tenían que fortalecerse. Luego de ser una gran maquila, el último eslabón en una cadena global de valor, ahora es puntero y un ejemplo claro de eso es la tecnología 5G. Dijeron: “nosotros antes aportábamos a la estructura en telecomunicaciones, pero ahora queremos mover a ese sector”. Así llegan al 5G, sobre todo con el llamado internet de las cosas, las nuevas evoluciones. Eso demuestra que es posible avanzar, pero primero hay que crear y el tiempo puede ser verdugo, sobre todo en sociedades tan exigentes que demandan resultados inmediatos. Aquí hay gente talentosísima, ingenieros que pueden crear una estructura. Obviamente necesitarán un sustento financiero para crear esa tecnología hecha en Venezuela que rompa paradigmas. Se puede, pero el problema es que no dará resultados inmediatos y eso es complicado especialmente porque nos encontramos en una situación de defensa, estamos siendo vulnerados a través de ataques tanto internos como externos. Se están creando personajes de dudosa reputación que no sé en qué momento comenzaron a hacer política y que se han convertido en especies de héroes ante el mundo. Es, una vez más, el uso de esa burbuja de filtro para hacerle daño a nuestro proceso de emancipación porque más allá incluso de la Revolución Bolivariana debemos entender que para que un país, una patria sea grande, es necesario comenzar por su gente, creer que nosotros tenemos las herramientas, el discurso, la ideología para afrontar estos nuevos retos.

 

-¿Serviría de algo romper la dependencia con EEUU y crearse una dependencia con China?

 

-Sería como voltear las reglas de juego bajo otras demandas, con otras letras pequeñas en el contrato. En la tecnología siempre habrá dependencia, sobre todo si hablamos de materias primas. Pero lo que debemos tener bien claro es la matriz del conocimiento. China puede prestar el apoyo que está vulnerando EEUU, como también lo puede hacer Rusia, pero es necesario que el software, el cerebro sea hecho en Venezuela, que la tecnología se piense en venezolano. Allí es donde ilustra la experiencia China y la de Corea del Sur. Vemos la presencia en el mundo de Corea del Sur a través de Samsung, o de China, mediante Huawei, Xiaomi o cualquier otra marca. Venezuela podría, a través de un microprocesador, por ejemplo, ir formando a la gente porque no es un proceso que pueda hacerse de la noche a la mañana. A las grandes potencias les ha llevado tiempo y, además, hay que entender que son mercados muy competidos porque las mismas grandes potencias suelen ser muy agresivas para sacar a competidores.

 

-Como participante de la plataforma de Telesur, ¿cómo crees que debe defenderse ese medio de los ataques a los que está sometido actualmente por parte de intereses corporativos y del gobierno de EEUU? ¿De qué manera la comunicación digital puede ser un arma en esa labor defensiva?

 

-Hay que estar en constante defensa. El hecho de que Telesur sea incómodo indica que estamos haciendo un buen trabajo. Somos hombres y mujeres comprometidos con lo que se está haciendo para transmitir información, para ser la voz de América Latina y el Caribe. Cuando esas grandes corporaciones buscan censurar, generar un blackout informativo, también demuestran que quieren desestabilizar. Es una maniobra frente a hechos como los que se suscitaron en Ecuador, Brasil, Chile, Colombia, que fueron desenmascarados por una plataforma como Telesur, que fue el sueño de Chávez y del comandante Fidel Castro. Ellos vieron la posibilidad de unificar tantas culturas para mostrar nuestras realidades al mundo. Eso es lo importante. Más allá de caer en el juego y alimentar la paranoia, lo que debemos en seguir trabajando, ser fieles a nuestra esencia, sobre todo porque los ataques van a seguir y van a arreciar. La resistencia que se tenga, la ética y el compromiso de quienes hacemos Telesur, y el respeto a la audiencia que nos sigue, es clave. Es fundamental tener esa ventana sobre todo para los movimientos sociales. Para eso es importante la unidad, dejar de lado las contradicciones internas y apostar a la consolidación de un proceso. Allí se puede demostrar cómo los pueblos pueden hacer uso de las tecnologías para frenar los ataques. Es importante entonces el grado de conciencia que tengan los pueblos y los movimientos sociales para preservar esas plataformas que permiten visibilizar sus mensajes, a sabiendas de que las grandes corporaciones, los grandes intereses siempre van a tratar de censurar o tener el control.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)