Poco a poco va quedando claro cómo son esas elecciones “libres y creíbles” que exigen para Venezuela la derecha local y todas las derechas del mundo asociadas, encompinchadas y agavilladas, con Estados Unidos a la cabeza, que se hacen llamar “la comunidad internacional”.

 

Queda claro a través de los ejemplos de varios de esos otros países, cuyas elecciones sí son validadas como libres y creíbles, según parece, aunque naden en pestilentes fangos. Veamos esos notables ejemplos:

 

Colombia. Ya sabíamos que allá se vota hasta con papeletas fotocopiadas. Ya sabíamos que antes de cada elección matan a decenas de candidatos, casi todos de partidos de izquierda o líderes que se han enfrentado a las estructuras dominantes del narcoparamilitarismo. Pero, si eso no fuera suficiente, con los cantos líricos de la top model de la derecha barranquillera, Aída Medrano, detenida en Venezuela, estamos empezando apenas a entender que el gran detalle de las elecciones colombianas es que los votos se compran y se venden abiertamente y sin empachos. ¡Qué libres son esas elecciones porque responden a las reglas del libre mercado, venga y le digo! Por eso es que EEUU, la acuciosa Organización de Estados Americanos, las ONG que se desvelan por la transparencia electoral (pagadas por la agencia estadounidense USAID) y las empresas y emprendimientos de la Freedom Press (pagados también por la USAID, dicho por el genocida en serie Elliott Abrams) consideran que los resultados electorales en Colombia, siempre son creíbles y su democracia es un ejemplo para todo el patio trasero.

 

Bolivia. Quienes quieran imaginarse cómo sería un Consejo Nacional Electoral reconocido por «la comunidad internacional» como apto para llevar a cabo unas elecciones libres y creíbles, solo tienen que seguir las peripecias del organismo electoral que las autoridades de facto han instaurado en Bolivia. El descaro es tan extremo que destierran al verdadero líder del país a punta de fusil y luego no lo dejan postularse al Congreso «porque no reside en el territorio nacional».

 

El quid del asunto es organizar unas elecciones que solo pueda ganar la derecha, no importa que los dirigentes de las diversas facciones de esta anden matándose a puñaladas entre sí. Si tienen tal resultado, esas elecciones serán certificadas como libres y creíbles por el excelentísimo Almagro, el mismo que dirigió la operación para declarar fraudulentos, no libres y no creíbles los comicios que Evo Morales ganó con más de 10 puntos porcentuales de ventaja.

 

República Dominicana. En el país antillano hemos podido ver, como si se tratara de un demo, cuán manipulados son los dictámenes previos de los expertos que envía la OEA y que actúan en concierto con las ONG que paga la USAID y con la prensa libre que también paga la USAID. Esos personajes, que se presentan ante el público como si fueran árbitros neutrales e inmaculados, ubicados más allá del bien y del mal, certificaron que todo estaba bien para las elecciones, las declararon libres y creíbles, pero el proceso resultó ser tan amañado y defectuoso que falló estrepitosamente durante el acto de votación, algo realmente grave y peligroso, incluso para el orden público. Todo parece indicar que, con la bendición de los mismos técnicos impolutos, los dominicanos tendrán que volver al voto manual y -puede usted apostarlo- ganarán los candidatos que tengan el visto bueno de EEUU, por aquello de quien paga la orquesta decide la música que se baila.

 

Significativamente, las recomendaciones sobre auditorías previas, simultáneas y posteriores que terminaron recomendando los expertos (los mismos que dijeron que todo iba de maravilla antes de la histórica torta), se parecen muchísimo a los pasos contemplados desde hace unos cuantos años en los protocolos del CNE venezolano, el organismo que monta elecciones que esos especialistas reputados tachan siempre de no libres y no creíbles. ¿Raro, no?

 

Con estos “ejemplos tan ejemplares” cualquiera puede hacerse una idea de cómo funciona esto de las elecciones libres y creíbles, pero todavía falta presenciar lo que vendrá en los próximos días aquí mismo, en Venezuela. No hace falta ser mentalista para anticipar que nada que se acuerde respecto a la conformación del CNE será suficiente para que la autoproclamada “comunidad internacional” llegue a decir que las futuras elecciones venezolanas pueden ser libres y creíbles.

 

No importa si los rectores los nombra la AN-Parra, la AN-Guaidó, las dos juntas, el Tribunal Supremo o un comité integrado por los diez hombres justos, esos que no lograron reunir Sodoma y Gomorra para salvarse de su apocalipsis… Igual, el ala pirómana y llorona de la derecha local, EEUU y sus satélites estarán inconformes y dirán, antes de que los comicios se realicen, que hubo fraude.

 

Por supuesto que esto solo cambiará si en las elecciones que –pese a todos los obstáculos impuestos por EEUU y sus representantes locales- puedan realizarse este año o los siguientes, triunfa la derecha. En tal caso, dirán que el poder surgido de esas elecciones es el único legítimo, como lo han dicho desde 2016 acerca de la AN (cuando todavía no había sufrido la mitosis y era una sola AN) y como lo dicen ahora acerca de la AN-Guaidó.

 

En caso de que salga victorioso el chavismo, las elecciones, una vez más, serán calificadas de no libres y no democráticas y quienes resulten electos serán ilegítimos y dictadores. ¿Alguien lo duda?

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)