Carta de una lectora adversa. La edición ilustrativa de enlaces y tuits corresponde a la Redacción y fue admitida por la remitente:

 

Señoras y señores:

 

Hay mucha hipocresía en el país y por eso no voy a adornar nada de lo que voy a exponer. Iré al grano.

 

Durante los días del paro creíamos que estábamos haciendo algo importante, que además era divertido. En nuestra euforia, estábamos seguros de estar escribiendo historia. Nos sentíamos importantes. Sin embargo, ahora entiendo que fue ya en esos días donde estaban los indicios de la manipulación que ha sufrido la juventud boliviana. Eso he aprendido estos meses.

 

Ahora me resultan claras cosas como ciertos pagos en algunas rotondas, el conocimiento y entrenamiento en tácticas de los “coordinadores”, muchos de ellos pertenecientes a iglesias o a organizaciones como “Ríos de Pie” y otras, además, de algunos venezolanos.

 

Todo nos parecía horrible: Bolivia era una dictadura corrupta y nosotros queríamos democracia. Cierto es que nadie en mi entorno sabía muy bien qué es democracia o dictadura. No solo por jóvenes e ignorantes, sino porque el sobreentendido era que Evo Morales encarnaba lo “malo”. Entonces había que luchar y también porque era una “moda” juvenil que te daba reconocimiento social. No entendíamos nada. Eso he aprendido estos meses.

 

¿Cómo me di cuenta?

 

Las primeras dudas aparecieron ya en noviembre por ciertos hechos que son de conocimiento público, pero la revelación la tuve en Navidad cuando un invitado a la cena dijo:

 

-“¿Terrorismo? ¡Ja,ja,ja! No te olvides que la violencia la empezamos nosotros…”

 

-“¡¿Cuándo?!”

 

-“El asalto y quema de cinco tribunales electorales, y eso cuando no había ni un solo indicio probado de fraude y ningún muerto. Del 20 al 22 de octubre.”

 

Cuando escuchamos esto, se instaló un silencio incómodo en la sala y “nos dimos cuenta” de algo que siempre habíamos “sabido” todos. Era público. ¿Por qué los medios y la gente no lo señalaban cuando hacían sus análisis sobre los “salvajes” y la “pacificación”?

 

Fue entonces cuando empecé a recorrer la senda maldita de todo aquello de lo que no nos habíamos “dado cuenta”, a pesar de “saberlo”. Y eso es lo que he aprendido estos meses: a vencer la hipocresía común.

 

Poco a poco, también empecé a ver como los que dan las gracias por la lucha, nos daban la espalda y se enfrascaban en sus reales intereses: Aduanas, 250.000 dólares, otros 250.000 a 300.000 dólares, la Embajada del Brasil, videos y grabaciones, nepotismo en consulados y ministerios, corrupción en empresas estatales, violaciones al Estado de Derecho, etc.

 

¿Por qué los jóvenes nunca habíamos escuchado la palabra “sedición” ni sabíamos que existiera tal artículo en código penal? ¿Por qué la “dictadura” jamás lo usó para apresar y acallar a los opositores “democráticos” que, todos “lo sabemos pero no nos dimos cuenta”, hacían y decían cosas mucho peores?

 

Me consta: Yo misma celebré los llamamientos a la rebelión armada hecha por la APDHB en 2017. Así también, todos hemos visto en las redes llamamientos al magnicidio y otras perlas de ese tipo durante los últimos años, y sin embargo nunca pasó nada, pero actualmente hay personas, como el joven masista Orestes, presos por hacer ciberactivismo. Si el “dictador” Evo Morales hubiera usado la misma vara que usa el Sr. Murillo, yo, junto a miles de bolivianos, habríamos ido presos.

 

¿Esta es la democracia? No. La ex “dictadura” se parecía mucho más a la democracia que esta “democracia”. Eso he aprendido estos meses.

 

Aparte del “racismo” de los que desconocen su reflejo en un espejo, mucha gente de la clase media tiene una mezcla de envidia y resentimiento, no solo a los nuevos ricos, sino también a los pobres que han ascendido a la clase media: “¿Viste?, ya no hay ‘estatus’ para diferenciarse de los cholos de mierda, de los ‘nacos’, de la chusma”.

 

Yo nunca sentí eso, tal vez porque en mi familia me enseñaron a hacerme valer por mí misma y no por el “estatus”. ¿Qué ha hecho este gobierno para ayudar a la clase media envidiosa?

 

Nada. Las ansiadas pegas han ido a las familias y amiguitos de los gobernantes, en su mayoría cruceños y benianos. Como he leído un poco de historia, ahora sé que “eso” es lo mismo que hará cualquiera de los candidatos cuando llegue al poder. Lo confirma el hecho de que ni el más “ecuánime”, que se supone que es Carlos Mesa, haya condenado ni uno solo de los actos abusivos y corruptos de este gobierno y que lo único que le moleste es la postulación de la Sra. Áñez. Eso he aprendido estos meses.

 

Luchamos, en nombre de la “democracia”, para que el “dictador” no se repostule, y después contra su reelección. Ahora que Evo Morales ya no está y que el mismo Valverde dice que “no tengamos miedo de que vuelva”, se ha empezado a hablar de “salvajes”. Es decir que el problema no era Evo Morales. Eso he terminado de aprender estos meses.

 

¿Cuál era el problema, entonces?

 

Si uno entra a la tendencia “#Pititas”, puede verlo: una cloaca de odio e hipocresía. Eso no era por lo que yo luché. Aunque en octubre no entendíamos bien cuál era exactamente el ideal, ahora lo sé: la democracia es una cuestión de honestidad personal. Es conocer y reconocer la realidad de lo que se vive y hacerse responsable. Eso he aprendido estos meses.

 

Es innecesario decir por quién votaré. Fui pitita pero me niego a ser una putita. Quiero un país mejor, pero también quiero que me devuelvan mi parte del país que teníamos:

 

-La Constitución en el Palacio y la Biblia en las Iglesias.

 

-La economía en el ranking de crecimiento y el racismo pudriéndose en el corazón de quien lo siente.

 

-La libertad de expresión en los medios y redes, y la tranquilidad en las calles.

 

-Los militares en las fronteras y los policías trabajando para cumplir y hacer cumplir la Ley.

 

Quiero también que se acabe la “justicia” corrupta y que los delincuentes de todos los signos vayan donde les corresponde: La cárcel”.

 

Ana Paola Mendieta Illanes. Estudiante de Medicina.

 

 

(markaabyayala)