Un nuevo caso de abuso de un miembro de la Iglesia contra una menor de edad sacude al clero colombiano. Se trata de la joven Paola (nombre ficticio), quien asegura que desde el año 2000, cuando ella tenía 10 años, era tocada sexualmente por el entonces diácono Nelson William Montes Lizarazo, el religioso acusado de pederastia. Estos abusos prosiguieron hasta que ella tenía 15 años, cuando quedó embarazada.

 

Lo más terrible de este caso es que la Arquidiócesis de Bogotá conocía de esta situación desde el año 2008, pero solo en 2018, la investigación fue reabierta y terminó con la dimisión del estado clerical, es decir, la expulsión del sacerdote de la Iglesia Católica.

 

Tras el escándalo que se ha suscitado en Colombia, la Arquidiócesis informó en un comunicado a la opinión pública, que se reabriría este caso para prestarle apoyo a Paola. A la fecha, no la han llamado.

 

Cuando la Iglesia supo de esta situación una de las medidas que tomó fue enviar al hoy exsacerdote a un retiro espiritual por dos meses a la Casa de Encuentro de El Rodeo, en Antioquia, al lugar donde mandan a los sacerdotes “con problemas”.

 

Además, en el año 2010, el expresbítero fue recomendado a trabajar en la diócesis de San Carlos (Cojedes), en Venezuela, por el entonces arzobispo de Bogotá, monseñor Pedro Rubiano Sáenz, y con el visto bueno del actual, el cardenal Rubén Salazar. Al parecer, aunque la Arquidiócesis de Bogotá conocía el caso, aprobó un traslado del sacerdote a Venezuela, para protegerlo y encubrirlo.

 

Este dramático caso ha salido a la luz gracias a la investigación llevada adelante por el periodista Juan Pablo Barrientos, escritor del libro “Dejad que los niños vengan a mí”, el cual contiene numerosas denuncias sobre abusos cometidos por presbíteros de la Iglesia Católica.

 

“Le gustaba estar con los niños tocando guitarra. Era muy especial ver a un seminarista tan cercano a la iglesia. No veíamos nada malo. Un día estábamos solos y me tocó las piernas y mis partes íntimas. El susto fue terrible. Una niña no se imagina que una persona como él le vaya a hacer ese tipo de cosas”, narró Paola. Tras este evento, pasaron tres años en los que el sujeto seminarista siguió su camino al sacerdocio.

 

“Regresó cuando tenía 13 años y un día me pidió que lo acompañara a la casa de su hermano a recoger unas cosas. Pedí permiso a mis papás y lo acompañé. Fuimos a una de esas casas que parecen pensiones, en Patio Bonito, y me encerró. Comenzó a tocarme y a besarme. Me asusté terriblemente, iba a gritar, pero me dijo que no lo hiciera. Me preguntó si yo no sentía aprecio por él, que si él no se había portado lo suficientemente bien conmigo y con la gente de barrio, como para que yo tuviera esa reacción. Le dije que no quería estar ahí. Él me tapó la boca y me dijo que eso era designio de Dios, que tenía que ocurrir, porque él era un enviado de Dios y lo que estaba pasando no estaba mal”, continuó la joven.

 

La segunda vez que, según Paola, sostuvieron relaciones sexuales fue dentro del Seminario Mayor de Bogotá. Ante la mirada de curas, seminaristas y particulares, Montes Lizarazo logró ingresar a la niña diciendo que era su sobrina y que solo pasaba a recoger algunas cosas. Ya en la habitación que tenía designada, la accedió carnalmente. Ella narró que esto siguió pasando en varias oportunidades y quedó embarazada. “Fue terrible, porque era una niña, era una situación muy difícil. La noticia se la contamos los dos a mis papás y reaccionaron terrible. Mi mamá se enfermó y mis hermanos no podían ni verlo. Hasta ese momento, ellos no sabían lo que pasaba entre él y yo”, explicó.

 

El niño nació, y aunque el entonces cura lo reconoció, Paola cuenta que no era constante con las cuotas de manutención. Por otra parte, la justicia colombiana también le dio la espalda. La Fiscalía ha archivado su expediente en dos oportunidades.

 

Ante las declaraciones ofrecidas por Paola, el excura decidió también dar su versión y asegura que “esperó hasta los 14 años (en 2004) para declararle su amor”. Además, afirma que la unión contó con el aval de los padres de Paola y que el embarazo fue producto de un “amor mutuo y sincero”, reseña el diario colombiano El Espectador. Este hombre, hoy de 50 años, también desmintió a la Iglesia, que aseguró que le perdió la pista por un tiempo, y señaló que la Institución siempre supo dónde se encontraba en Venezuela.

 

(LaIguana.TV)