La temperatura de Caracas durante los últimos días se encontraba recalentada. Entre 30 y 31 grados centígrados se mantenía en promedio el día y la noche capitalina, algo calurosa, estimada incluso por los científicos como una media ambiental que se mantendría desde febrero hasta finales de abril.

 

Pero ese martes, cuando parecía que ese día se mantendría tal cual como los anteriores, las nubes grises se hicieron del cielo caraqueño; vientos fríos enrarecidos rozaban la piel de muchos, les espantaba como escalofríos, mientras las gotas de una lluvia endeble pero agobiante se aplastaban sobre el pavimento y decían adiós, como las «tristes gotas, redondas inocentes gotas» descritas por Julio Cortázar en uno de sus relatos, que se les veía agarrada con todas las uñas, con los dientes.

 

Ya la tarde del 5 de marzo de 2013 se desvanecía, pasadas las 5:00 de la tarde el país se paralizó. Cadena nacional de radio y televisión. En la pantalla apareció el entonces vicepresidente Nicolás Maduro para dar una dura noticia. Lo acompañaban varios integrantes del Tren Ejecutivo y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

 

«Ha fallecido el Comandante Presidente, Hugo Chávez Frías, luego de batallar duramente con una enfermedad durante casi dos años». La hora exacta: 4:25 de la tarde, justamente cuando en las afueras de la ciudad todo se encontraba tupido y gris.

 

Ese mismo día el Partido Comunista de Venezuela (PCV) celebraba su octogésimo segundo aniversario y horas antes, en el Cementerio General del Sur, militantes revolucionarios rendían honores a la combatiente y luchadora social Lina Ron, para conmemorar el segundo aniversario de su muerte.

 

«Viva Lina Ron y sigamos su ejemplo de constancia y coraje y de entrega a la lucha por el pueblo», fueron las palabras —dos años antes— del entonces Presidente Chávez.

 

El resto por Chávez

 

La lamentable noticia sacudió al país, los negocios bajaron las santamarías, la gente se veía llorando en las calles, en las camioneticas, en el metro, en sus casas. Sin embargo, a los minutos el pueblo despertó y se fue a la calle a expresar su amor y sobre todo su lealtad a Chávez.

 

En el Hospital Militar Doctor Carlos Arvelo, ubicado en la parroquia San Juan por la avenida San Martín, Caracas, y lugar desde donde se dio la lamentable noticia, cientos de hombres y mujeres se congregaron en sus afueras para expresar su lealtad en medio del dolor y la tristeza por la pérdida del líder de la Revolución Bolivariana.

 

«La calle es del pueblo no de la oligarquía», «Todos somos Chávez», «No volverán», «El pueblo unido jamás será vencido», «Yo soy Chávez», «El pueblo lo dice y tiene razón aquí el que manda es Chávez y la Revolución», «Chávez vive la lucha sigue», eran parte de las frases que resonaban en las calles.

 

De fondo también se escuchaba la voz alzada de Alí Primera cantada por el pueblo, «los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos».

 

Aquella noche en las afueras del hospital, mientras llegaban ministros, dirigentes sociales y otros representantes del Estado al centro hospitalario, un motorizado identificado como Ángel Batagli gritó fuerte: «Yo soy hijo de Chávez (…) Chávez fue el hombre que nos enseñó el camino de la libertad, de tener un pueblo soberano, Chávez nos dio misiones, nos dio comida, porque ahora el pobre come gracias a Chávez y eso no lo ven los escuálidos, no lo ven, por eso nosotros somos Chávez, panas, porque él sí nos dio un camino».

«Yo tengo una pregunta», expresó Batagli al pueblo reunido en la esquina donde se venden empanadas a diario frente al hospital. «Señores, Chávez dio la vida por nosotros, ¿qué vamos a hacer nosotros por él? Tenemos que echarle bolas, y maldito sea el traidor que se le voltee a Chávez y se le voltee a esta patria, maldito será, porque si no le echamos bolas somos unos cobardes, porque Chávez nos dio todo, nos dio la libertad, porque este es ahora un pueblo educado, soberano, un pueblo que todo lo consiguió con Chávez».

 

El señor Batagli también fustigó la posición de los sectores de la derecha que nunca respetaron la convalecencia del Jefe de Estado y la tranquilidad de sus familiares. «Es hora de que los demás respeten lo que es de nosotros, ese hombre perdió a su familia por nosotros y por eso nosotros tenemos que dar el resto por Chávez, ¿saben por qué?, porque ese hombre dio la vida por nosotros».

 

«Chávez a mí me dio educación, me dio mi trabajo, en cambio en la cuarta república yo no tenía empleo, nadie se acordaba de mí, pero llegó el comandante y me dio mi trabajo, con eso mantengo a mis hijos y a mi esposa que gracias a él está en la Misión Madres del Barrio. Por eso Chávez fue el hombre que enseñó a este pueblo a luchar por lo que le corresponde, hermanos, por lo nuestro», expresó.

 

«La Fuerza Armada nunca más será aquella que apuntó sus fusiles contra el pueblo»

 

Ya entrada la noche, el llanto de muchas madres, de hombres de pueblo y de jóvenes de distintas zonas de Caracas que cargaban en sus hombros pancartas, afiches y banderas alusivas a Chávez, la Revolución, partidos y organizaciones sociales, se silenció cuando desde el seno de esa multitud se comenzó a entonar el «Gloria Al Bravo Pueblo».

 

Mientras tanto, militares, guardias nacionales, policías bolivarianos, se replegaban junto al pueblo en la entrada del centro asistencial. Algunos de ellos alzaban su puño en alto. «Somos tan chavistas como ustedes y aquí estamos», gritaron otros guardias, quienes a ratos abrían paso a ministros y representantes del tren ejecutivo que llegaban.

 

Minutos más tarde, el entonces comandante del Comando Estratégico Operacional (CEO) de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), Wilmer Barrientos, salió con megáfono en mano y montado sobre una camioneta expresó: «Esta Fuerza Armada nunca más será aquella que apuntó sus fusiles contra el pueblo. Aquí están los soldados de Hugo Chávez, listos para defender el país».

 

Luego de las breves palabras de Barrientos, Jhonny Fernández, uno de los presentes que se acercó al hospital militar, dijo: «Estamos con el comandante, Chávez no ha muerto, está en nuestros corazones, está en nuestras mentes, está en nuestros hijos, está en nuestra cultura, Chávez es nuestra Revolución y vamos a seguir la orden que nos dio nuestro Comandante, porque en la cuarta república al gobierno no le importaban los pobres, nos tenían excluídos, en cambio con Chávez no, Chávez sí se acordó de los pobres».

 

«Chávez fue el que se preocupó por el pueblo, por los niños»

 

También la señora Omaira Reyes, en medio de sus lágrimas pero con bastante vehemencia, expresó: «Lo que él dejó sembrado es esta semilla, el socialismo, la revolución, vamos a seguir con lo que Chávez dejó, la unidad, y ahora hay que apoyar a Nicolás Maduro porque ese fue el mandato de Chávez».

 

«Este pueblo que está aquí llorando por mi comandante, porque Chávez fue el que lo hizo despertar, fue el que nos ayudó, Chávez fue el que se preocupó por el pueblo, por los niños, Chávez fue el que nos dio educación y nos dio todas estas misiones, y ahora nosotros sabemos lo que es nuestro, Chávez nos dio comida, educación, salud, nos dio la unidad a este pueblo, nos dio vivienda al más necesitado, Chávez le ha dado a los viejitos su pensión que nunca la tenían, y por eso este pueblo te llora, comandante, porque eres un bastión», manifestó la señora Reyes.

 

La señora Flor Barrera, que también se acercó a la concentración para demostrar su amor a Chávez, comentó: «Físicamente ya no lo vamos a tener, pero sí lo tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón, nada ni nadie no los puede desarraigar, nadie nos lo podrá quitar, no habrá oposición que pueda sacarlo de allí porque esta Revolución continúa, con mucho dolor en este momento, pero también con una gran alegría porque la Revolución continúa, porque seguimos rodilla en tierra».

 

«El comandante nos dejó amor, amor y más amor, porque fue un hombre con un corazón bastante amplio para dar amor, y una lucha por los más desposeídos», resaltó la señora Barrera, quien estaba acompañada por su amiga Gregoria Jiménez.

 

«Continuemos en la lucha, aquí continuamos cada uno de nosotros con ese amor que él nos brindó, con esa lucha de todos. Para mí fue como uno más de mi familia y seguirá siendo así. Los gobernantes de otros pueblos deben aprender a dar todo ese amor que él nos dio», agregó la señora Gregoria.

 

A derribar gigantes

 

De aquellos días de abril de 2002 y del paro y sabotaje petrolero que la derecha venezolana perpetró ese mismo año, el cantautor venezolano Amílcar Briceño, después de cuatro días sin comer ni dormir, releyendo a Bolívar, a Neruda, el Quijote y otros textos, compuso la canción «Febreros y Abriles», que según el propio Briceño es un homenaje sonoro y poético a los héroes y heroínas del 4 de Febrero de 1992 y del 13 de Abril de 2002.

 

11 años después, entre «Febreros y Abriles», aquel homenaje de Briceño volvió a resonar para todo un pueblo leal a Chávez, un Chávez que se hizo pueblo.

 

«El pueblo se despertó del sueño en un por ahora (…) vayamos a derribar gigantes que a buena ventura Dios ayuda (…) siglos de sol en la piel Comandante llevo en mis genes, llevo el arado y llevo sembrado el dolor entre mis sienes (…) Ya no nos van a espantar imperios tan hostiles, que habremos de levantar verdades o fusiles, ya dejando atrás los tiempos de ingenuos e infantiles, que nunca habrán de faltar febreros ni más abriles».

 

(LaIguana.TV)