La periodista colombiana Laura Sepúlveda realizó una investigación para el diario El Tiempo en el que se recoge el testimonio de familiares de dos mujeres colombianas que fallecieron a consecuencia de procedimientos quirúrgicos estéticos, de manos del mismo cirujano, quien, pese a las denuncias, aún sigue libre y con su licencia activa.
La primera de las víctimas, una ingeniera de 32 años residente en la localidad de Armenia, se llamaba Ana Carvajal. Había decidido realizarse una liposucción y un médico allegado le recomendó al doctor Ricardo Urazán, quien, según la información reflejada en su sitio web, atiende en una clínica de la capital neogranadina.
De acuerdo con sus familiares, Ana se practicó los exámenes preoperatorios y fue intervenida por el mencionado galeno en 14 de febrero en un centro de salud privado de Armenia.
Su hermana, Angélica Carvajal, recuerda los sucesos tras la cirugía: “la llevaron a una habitación, pero no tenía monitoreo de ningún tipo, solo había una enfermera medio pendiente (…). Nosotros insistimos en que ella estaba sangrando en cantidades, pero nos dijeron que era normal, (…). Ella no se veía bien”.
Para empeorar la situación, pese a que se desmayó cuando se disponía a abandonar la clínica, Ana Carvajal fue dada de alta por una enfermera, porque los médicos que la operaban no estaban. No fue reingresada y tampoco recibió siquiera los primeros auxilios.
A poco de llegar a su casa, se desvaneció nuevamente y fue llevada por sus parientes al servicio de emergencia de un hospital local, en el que ingresó sin signos vitales. El médico de urgencias que la atendió, le dijo a su hermana que la causa de muerte habría sido un choque hipovolémico, pero hasta la fecha, la familia Carvajal no cuenta ni siquiera con el dictamen oficial de Medicina Legal.
Pese a las dificultades, los Carvajal han solicitado a las autoridades que investiguen el caso e interpusieron una demanda, pero la Secretaría de Salud del departamento de Quindío, instancia encargada de la investigación, se limitó a cerrar la clínica durante unos días y le impuso una multa de 15.000.000 de pesos. Mientras tanto, Urazán sigue operando con su licencia, validada por la Secretaría de Salud de Bogotá.
En esa ciudad, el médico se cobró a su segunda víctima, una mujer de 40 años llamada Marcela Mendoza, quien falleció el pasado 31 de enero luego de practicarse un procedimiento estético en la clínica La Castellana, lugar donde el médico tiene su consultorio.
Su esposo, Guillermo Marín le dijo a El Tiempo que no concebía cómo el médico había operado a su esposa, toda vez que los exámenes preoperatorios mostraban que Mendoza tenía alteraciones en la química sanguínea que desaconsejaban un procedimiento de esa índole.
En medio de su indignación, Marín relató: “le dio un paro respiratorio y falleció. Nadie hace nada con ese hombre y esa clínica sigue abierta”. Incluso, pese a que en la Secretaría de Salud de Bogotá hay registros de la titulación de Urazán, Guillermo Marín pone en duda sus competencias, porque durante las citas médicas afirma que el médico que opera es otro.
“Él no es cirujano plástico, él es el que atiende todo el tiempo porque yo fui a las citas con mi esposa, pero ellos disfrazan y dicen que es otro el que opera, pero eso no es cierto”, afirmó el doliente.
Una tercera afectada, Vicky Orjuela, sobrevivió a un procedimiento de lipectomía practicado por el mismo médico y lo demandó porque tuvo una infección posoperatoria, causada por el uso de material quirúrgico inadecuadamente esterilizado.
“Me ofreció 19.000.000 de pesos de indemnización, peor no los acepté porque quedé debiendo 64.000.000 de pesos de mi recuperación en otra clínica. El diagnóstico fue que presenté una infección por un instrumento quirúrgico mal desinfectado que usaron en mi lipectomía”, le contó Orjuela a El Tiempo.
El diario contactó con la clínica para conocer la versión de Ricardo Urazán, pero se negaron a dar declaraciones.
(El Tiempo/La Iguana.TV)