Eran las 4:45 de la tarde del día jueves 7 de marzo de 2019 cuando se detuvieron las plantas de Guri, Macagua y Caruachi, los principales generadores de la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, ubicado en el estado Bolívar. El “cerebro” del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) que surte a más del 70% del país, había sido atacado.

 

El país quedó a oscuras, en algunas zonas hasta por 7 días. Los habitantes de 22 estados más la región capital se vieron sometidos a una de las más brutales agresiones que ha sufrido el pueblo venezolano en los últimos años. El esfuerzo del Gobierno y los trabajadores de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), en una labor titánica, logró restituir el servicio eléctrico.

 

El Guri es la cuarta hidroeléctrica más grande del mundo, se encuentran los segundos generadores más potentes de América Latina, después de los que están en la represa binacional de Itaipú, entre Paraguay y Brasil.

 

En cadena de radio y televisión, el ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, le informaba al país y al mundo que Venezuela había sufrido un “ciberataque”, perpetrado en contra del sistema de generación y distribución hidroeléctrico del Guri. También fue oficializada la suspensión de las clases y la jornada laboral en los siguientes días.

 

“Agredieron por vía de ataque cibernético el sistema de control automatizado Ardas”, explicó Rodríguez, quien precisó que “al atacar ese sistema, por protección las máquinas del Guri se paran”.

 

Entretanto, el presidente Nicolás Maduro atribuyó este ataque a la “guerra eléctrica anunciada y dirigida por el imperialismo estadounidense”.

 

Esta situación generó graves problemas en hospitales, clínicas, sector industrial, transporte, suministro de agua y en algunas regiones hubo focos de saqueos, especialmente, en el estado Zulia. 

 

En contexto hay que ubicar que hacía un poco más de un mes, el 23 de enero, el presidente de la Asamblea Nacional (AN) en desacato, Juan Guaidó, se había autoproclamado “presidente encargado” y su jefe –el presidente de EE.UU., Donald Trump- no paraba de repetir que todas las opciones estaban sobre la mesa para Venezuela, “las fuertes y las menos fuertes”.

 

Buscando pescar en río revuelto, Guaidó mandaba a la gente a la calle a protestar, llamado que no fue acatado; por el contrario, el pueblo de Venezuela mostró gran civismo y solidaridad a la espera de que el servicio eléctrico fuera restituido nuevamente.  

 

La luz se fue recuperando paulatinamente el lunes 11 de marzo, aunque el servicio aún era intermitente e inestable en algunas regiones. 

 

Ante la magnitud del daño causado, el sistema eléctrico debía restituirse desde cero. La vicepresidenta Delcy Rodríguez fue comisionada a ir al estado Bolívar y ponerse al frente de la situación. 

 

La primera acción que emprendieron los técnicos fue comenzar con los patios de distribución del Guri, que es lo que surte el sistema 765 KV. De allí salen tres líneas que dan hasta Malena, todavía en el estado Bolívar, y se enlazan con la subestación San Gerónimo (Guárico). En ese punto, la distribución continúa hasta Santa Teresa del Tuy (Miranda) y La Arenosa (Carabobo), en el centro-norte del país. La maniobra fue arriesgada y hubo varias caídas, pero finalmente se logró. El sábado siguiente, no obstante, otra falla lo tumbó todo.

 

Otra de las decisiones de Rodríguez fue buscar a varios expertos del sector eléctrico que conocían todo el funcionamiento del Guri pero que se encontraban fuera de Corpoelec.

 

Uno de los llamados fue el ingeniero Juan Carlos Pérez, con una experiencia de más de 30 años en el tema de generación eléctrica, quien fue convocado para que aportara sus conocimientos y ayudara a recuperar el sistema. 

 

“Cuando llegamos a atender la falla, nos dimos cuenta de que nuestros centros de control computarizado tienen enlaces externos activados”, declaró en su momento al medio Rusia Today (RT). Es decir, podía ser controlado desde afuera.

 

“Los técnicos alegan que con esos enlaces no podía hacerse control, pero esos accesos están allí. En esta falla vimos cosas que nunca habíamos visto; por ejemplo, que energizáramos una línea con todos los protocolos y que, sin razón aparente, se nos salieran [de control]. Mira, si hay técnicas que permiten provocar fenómenos atmosféricos, interferir en un sistema como este no es nada. Por estas líneas se pueden transmitir señales de frecuencias distintas, puede ser una onda de radio, eso es tecnología vieja. Eso se llama ondas portadoras. Así que un ataque externo y electromagnético es totalmente posible”, argumentó Pérez.

 

La tesis del sabotaje también se sustenta en que los registros históricos de los sistemas estaban desconectados. “Los registradores de fallas, ubicados en puntos muy estratégicos del sistema, que son elementos que guardan el comportamiento de los parámetros para verlos antes, durante y después de cualquier evento, los encontramos desconectados y eran imprescindibles para comprender qué había pasado”, afirmó el ingeniero Pérez. 

 

El ataque no cesó y mientras los trabajadores hacían todo lo posible por restituir el sistema, agentes externos continuaban con sus labores de sabotaje. 

 

Otro aspecto que destacan los técnicos es el hecho de que las medidas coercitivas aplicadas unilateralmente por EE.UU. contra Venezuela, contribuyen a retrasar el proceso de mantenimiento y adecuación de todo el sistema eléctrico nacional. 

 

Sin embargo, este hecho también puso al desnudo la situación en que se encontraba Corpoelec bajo la batuta del entonces ministro para la Electricidad, Luis Motta Domínguez, destituido a posteriori por el presidente Maduro. 

 

El ingeniero Antonio Martini, otro de los llamados por la vicepresidenta Rodríguez para que se incorporara en las labores de recuperación del sistema, comentó en entrevista a RT que “entendemos la guerra multiforme, pero también las condiciones del sistema: tres años y medio en los que sabíamos del deterioro. Cuando llegamos ahora a revisar, constatamos que todo el programa de modernización estaba parado, que no se hicieron los mantenimientos de subestaciones a tiempo, que los corredores de línea estaban parados. Yo, al ver los movimientos del señor Motta, hice una denuncia y alerté que parecía que estaba planeándose un golpe eléctrico. Para mí, los sabotajes no son solo por acciones externas, sino también por omisiones internas”, aseveró. 

 

Tras el apagón del 7 de marzo, el lunes 25 se volvió a repetir este escenario de manera momentánea, y el viernes 29 de marzo toda Venezuela se quedó plenamente a oscuras desde la madrugada, en este momento se produjo una situación aún más grave, lo que obligó a retomar posiciones en las centrales hidroeléctricas del país. Hubo un incendio en el patio de transmisión de Guri y la pérdida de equipos fue considerable.

 

Después de los tres apagones en marzo, el gobierno implementó un plan de racionamiento eléctrico en abril.

(LaIguana.TV)