El arte de la adivinación política a veces se vuelve fácil, sobre todo cuando los actores que toman las iniciativas son  reiterativos en sus acciones y van dejando rastros a cada paso. Tal es la situación que se plantea para este martes 10 de marzo, cuando la oposición radical, la del muy maltrecho Plan Guaidó, pretende retomar la ruta de la violencia callejera y de esa manera legitimar la tan solicitada intervención foránea.

 

No es necesario tener dotes paranormales para prever que el martes será un día de falsos positivos y de fake news sustentados en la poderosa maquinaria mediática y enredática, una de las armas que le va quedando a esa facción opositora.

 

El objetivo para ese día de la camarilla ultraderechista comandada desde Washington y Miami -y secundada por la «freedom press» tan querida por el genocida en serie Elliott Abrams- es propiciar un acontecimiento del que pueda culparse al gobierno constitucional de Nicolás Maduro y así justificar una escalada en las ofensivas externas en el plano diplomático y posiblemente hasta gatillar (valga el sureñismo, muy pertinente en este caso) la excusa para traspasar el umbral y llegar a la agresión militar.

 

Si no logran generar ese acontecimiento verdadero, entonces centrarán sus esfuerzos en producir un pseudoacontecimiento, un falso positivo, una operación de bandera falsa, un fake news, en fin, una de sus mentiras multidimensionales para provocar el estallido con el que estos sectores (los políticos y los mediáticos) llevan ya décadas soñando.

 

Es suficiente revisar los acontecimientos y los pseudoacontecimientos de los últimos días para tener sospechas muy sustentadas de lo que tienen planificado.

 

Analicemos en primer término lo que ocurrió (y lo que pseudo-ocurrió) en el estado Lara, donde se simuló un hecho punible, pagando a delincuentes para montar un supuesto atentado contra el diputado Juan Guaidó. Si hicieron eso en un pequeño (pequeñísimo, en rigor) acto en Barquisimeto, ¿no cabe esperar un teatro aún más dramático en Caracas el día 10?

 

Añádase a esto las amenazas de uno de los cabecillas estadounidenses de la conspiración, Marco Rubio, acerca de la terrible respuesta que daría Estados Unidos si acaso llegara a pasarle algo a su muchacho consentido, a su presidente designado.

 

Cualquiera que haya leído un poco de la historia de las relaciones peligrosas del imperialismo estadounidense con sus lacayos, virreyes y procónsules sabrá que estos siempre son desechables, porque a veces los necesitan vivos y libres, pero otras veces les resultan más útiles asesinados, heridos o presos. Y si un capo de la pandilla mayamera, como lo es Rubio, anda por ahí lanzando admoniciones fúnebres, puede ser que sepa algo que otros no saben.

 

En todo caso, debe quedar muy claro en estas circunstancias, que la protección física del diputado Guaidó ha corrido por cuenta de cuerpos privados pagados por “agencias” de EEUU desde que se puso en marcha este asunto del cambio de régimen.

 

Otro elemento de análisis que abona a favor de la tesis de un martes de falsos positivos y fake news es la semántica de la convocatoria. El lema dice: “La calle acelera las acciones internacionales”. Si usaran palabras menos estiradas, dirían que “Necesitamos unos muertos para que vengan los marines”.

 

El volante que se ha difundido insiste en que es necesario “reactivar” las protestas y respaldar el “Pliego Nacional de Conflicto” que ha presentado Guaidó en reemplazo de su cantinela anterior del cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Pero el renglón más significativo de ese llamado es el que reza: “Hacer todo lo que haga falta”. Una vez más, la dirigencia pide a sus seguidores que se inmolen para darle a EEUU un motivo de ataque, y lo hace a pesar de que no es un liderazgo que se haya distinguido precisamente por su valentía, salvo cuando los individuos están fuera del país, bajo el ala gringa, como es el caso de Iván Simonovis, el de las bravatas grandilocuentes.

 

En el contexto internacional, la reunión de Donald Trump con Iván Duque y la que se anunció con Jair Bolsonaro, son otras dos buenas razones para sospechar que el 10 de marzo de 2020 se está mirando como el nuevo 23 de febrero de 2019, solo que sin concierto, sin ayuda humanitaria y, seguramente con un poco menos de burundanga y mucho más captagon, la droga de los guarimberos arrebatados.

 

Los enfrentamientos y detenciones de paramilitares y otros rastrojos en la zona fronteriza apuntan a confirmar la hipótesis de que en las regiones bajo influencia opositora están previstas, además, acciones simultáneas a los acontecimientos y pseudoacontecimientos de Caracas, algo así como esa frase tan usada en el mundo deportivo, “meter toda la carne en el asador”.

 

El propio autoproclamado le ha echado ya leña a esa parrilla con su postura de defensa de peligrosas organizaciones de criminales comunes, con el subterfugio de cuestionar las actuaciones de la Fuerza de Acciones Especiales (FAES). No es descabellado pensar que tales bandas, con el estímulo de los aportes de las “agencias” de EEUU y con la oferta de la impunidad, podrían ayudar a propiciar los acontecimientos o los pseudoacontecimientos del martes. Algunas fuentes periodísticas dicen que eso está hace tiempo registrado en los informes de inteligencia. En todo caso, es inteligente pasearse por esa posibilidad.

 

En fin, con todos estos elementos de análisis, lo ideal es esperar que del lado de la Revolución (que en este caso es el lado de la paz y de la soberanía) haya mucha acción disuasiva y también abunde la serenidad. Como suele decir el presidente Maduro, “nervios de acero”, y sería bueno ponerle un complemento: que los locos estén bien amarrados.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)