De la marcha de la oposición, tal vez la principal noticia no la dio Juan Guaidó, en teoría el gran protagonista, sino Henry Ramos Allup.

 

El vitalicio secretario general de Acción Democrática, luego de asistir a la manifestación y observar que este 10 de marzo tampoco sería el gran día, aprovechó la primera pregunta que le hizo una reportera y se largó con una declaración que muestra su intención de deslindarse de la política abstencionista y asumir la ruta electoral. Esto implica un cambio significativo, aun cuando en sus planteamientos  afloraron varias gruesas contradicciones que vienen aquejando al discurso opositor en general.

 

Analicemos la declaración punto por punto:

 

«Preparémonos para las elecciones que la Constitución dice que hay que hacer, que son las de la Asamblea Nacional,  porque este año se vence del periodo», dijo. Con esta afirmación marca distancia del abstencionismo duro que plantea no ir a las elecciones legislativas. Reconoce que estas son las únicas que están previstas por la Carta Magna para este año, por el vencimiento del periodo quinquenal que se inició en enero de 2016.

 

«¿Qué vamos a hacer, nos vamos a quedar sentados? ¿Qué vamos a hacer, (dejar) que el gobierno haga lo que le dé la gana y se coja la AN?», preguntó retóricamente Ramos Allup.  Al hacerlo pone en evidencia que la abstención favorecerá al chavismo. Implícitamente recuerda lo ocurrido en 2005, cuando se acordó boicotear las parlamentarias y la AN quedó integrada solo por diputados del gobierno. Luego de ese episodio, Ramos Allup reveló que quienes presionaron a los partidos políticos opositores para retirar sus planchas fueron los directivos de los medios de comunicación que dominaban el espectro informativo de la época.  Cuando dice que el gobierno haría lo que le dé la gana y se cogería la AN, intenta mantener en vigor la noción de que se trata de un régimen autoritario, aun cuando se estén realizando procesos electorales. 

 

Una contradicción: ¿Una o varias elecciones?

 

Ramos Allup, como político zamarro, manda un mensaje a sus pares de la dirigencia opositora y otro para la galería, sin importar que sean contradictorios entre sí. Veamos: el mensaje para los otros líderes es que las únicas elecciones pautadas constitucionalmente son las parlamentarias y que es necesario trabajar para ganarlas. El mensaje para el público es diferente, orientado a lo que las bases quieren oír:

 

«Nosotros no hablamos solo de elecciones parlamentarias. Estamos presionando también para que haya elecciones presidenciales», afirmó, a sabiendas de que tales comicios solo podrían realizarse pasando por encima de la Constitución, ya sea mediante un acto de fuerza o merced a un acuerdo político negociado con el chavismo.

 

Para darle algún fundamento a este mensaje para la galería, argumentó que están reclamando elecciones presidenciales «porque el sainete del 20 de mayo, en el cual algunos factores seudo-oposición concurrieron para hacerle comparsa a Nicolás Maduro, no fueron unas elecciones reconocidas universalmente. A Nicolás Maduro, como presidente, no lo reconoce nadie».

 

En este punto, Ramos Allup les hace coro a los lugares comunes de la oposición abstencionista y teledirigida desde Estados Unidos. Ataca a los opositores que participaron en las presidenciales de 2018 y se suma a la tesis de que un proceso electoral, para ser legítimo, debe ser reconocido por los factores de poder mundial. Se adscribe a la visión según la cual «la comunidad internacional» es sinónimo de EEUU y los países que siguen sus pautas, los gobernados por la derecha y la ultraderecha en Europa y el resto de América. El resto del mundo, para este dirigente declaradamente socialdemócrata, no existe, es nadie.

 

Otra contradicción: ¿Son legítimos los diputados?

 

Ramos Allup subrayó su doble mensaje: para el público opositor, reiteró la idea de que están presionando para que se hagan elecciones presidenciales; para sus pares, abogó a favor de negociar para conformar un nuevo Consejo Nacional  Electoral.

 

«Nosotros, cuando hablamos de elecciones justas, imparciales, supervisables y democráticas no nos estamos refiriendo solo a una elección: nos referimos a las presidenciales, a las parlamentarias, a las que se deben hacer en su momento de gobernadores y alcaldes», expuso, para las masas.

 

Luego, para efectos internos, añadió que «todas las elecciones deben ser regidas por un ente confiable y para que el ente sea confiable tenemos que elegir un Consejo Nacional Electoral distinto al actual».

 

Esta última frase, por cierto, encierra otra contradicción ya clásica de la oposición en general, pues el proceso electoral del que nació la AN  a la que pertenece Ramos Allup, fue regido por el CNE con su directiva actual. ¿Será entonces que la legitimidad de estos parlamentarios está en tela de juicio?

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)