Mi politóloga favorita, Prodigio Pérez, está más segura que nunca antes de que el gobierno, el Ministerio Público y el Poder Judicial seguirán aplicándole a Juan Guaidó la táctica de permitirle la más absoluta impunidad.

 

“¿Por qué la cambiarían?”, interroga Prodigio con su clásica serenidad para el análisis. “Hasta ahora les ha dado excelentes resultados en el plano político, aunque al costo de dejar sin castigo el robo de Citgo, Monómeros y otro montón de activos de Pdvsa o de la República en el exterior”.

 

La experta defiende su tesis del éxito político que ha tenido la actitud de “dejar que se cocine en su propia salsa”. Alega que mientras hace un año Maduro estaba contra las cuerdas, hoy luce tan atornillado que hasta se da el lujo de ser autocrítico. Saque usted la cuenta.

 

“Mientras tanto, en el  plano internacional, los fanfarrones que se pavoneaban dándole ultimátum, hoy en día o ya no están en sus cargos, están bailando en un tusero o han tenido que cambiar el discurso”, señala Prodigio.

 

Para mi asesora principal, el mejor logro que ha tenido la táctica de no privar de libertad a Guaidó (pese al memorial de agravios que se acumula en su contra) es el estado general de la oposición en este comienzo de febrero de 2020. Un estado que dicho en pocas palabras vendría a ser: peor que nunca.

 

Tolerar que la camarilla nominalmente encabezada por Guaidó (bajo la jefatura política de Leopoldo López, al menos al comienzo de la aventura) se robara Citgo, Monómeros y todo lo que era robable, en complicidad con gobiernos extranjeros, colocó en el tablero de juego de la oposición unas cantidades de dinero tales que a muchos de los líderes terminaron por reventárseles las agallas de la manera más pública y obscena, en detrimento de cualquier proyecto de unidad. “En el caso de Citgo, por solo hablar de ese, los gringos son los verdaderos beneficiarios del saqueo, pero las comisiones que le han dado al supuesto gobierno encargado han puesto a las diferentes facciones del antichavismo a pelear como aves de rapiña que se disputan los despojos de un cadáver”, expresa la doctora Pérez.

 

Uno no puede más que concederle razón a Prodigio, pues parece evidente que las fisuras que se observan hoy en el núcleo de la derecha venezolana tienen motivos pecuniarios. El cisma que hubo en la Asamblea Nacional no fue por motivos ideológicos, sino por diferencias en el reparto del botín. Las grietas son tan severas que no solo se ha fracturado la coalición parlamentaria (el llamado G4) sino también a varios de los partidos internamente.

 

Con el adversario hirviendo así (en su propia salsa) no existe razón para darle un giro al plan. La mejor prueba es que los estrategas del “Modelo Guaidó de cambio de régimen” lucen como los más interesados en que el gobierno cambie de táctica y meta a Guaidó en la cárcel. En lo que va de año, el susodicho no ha hecho otra cosa que provocar una situación en la que pueda victimizarse. Una muestra fue el episodio de la verja del Palacio Federal Legislativo, un clásico seudoacontecimiento diseñado para consumo de medios internacionales y de la “prensa libre” financiada por EEUU.

 

Su segunda salida del país, contrariando la prohibición existente, es otra evidencia de que Guaidó prácticamente está clamando porque lo pongan tras las rejas. Y durante su rocambolesca gira internacional, el leitmotiv mediático y enredático (de las redes) ha sido la creación de expectativas sobre las cosas horribles que le pasarán cuando, heroicamente, retorne al país. Ya veremos que actos creativos tienen reservados para ese momento.

 

“Quienes manejan a ese líder creado en laboratorios de imagen saben que solo convertido en víctima o en mártir, ¡cuidado con eso!, podría recuperar algo del apoyo que tuvo en algún momento”, sostiene Prodigio para recalcar su pronóstico: ese pájaro seguirá cocinándose al aire libre.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)