Otro feminicidio se suma a la lista. En este caso, se trata de Rosario Josefina Paz Torres, una trabajadora de la Jefatura de Recursos Humanos del Hospital Materno Infantil “Dr. Manuel Belloso Chacín”, en el municipio San Francisco, al Sur de Maracaibo. Tenía 56 años y era colombiana, aunque tenía también la nacionalidad venezolana. La mató su pareja, Edgar Enrique Barrios Medina, de 58 años, con quien vivía desde hace 20 años. 

 

Este lunes, el diario Panorama conversó con Mónica Leal, jefa de Recursos Humanos del Hospital Materno de San Francisco, quien estaba acompañada de Lourdes Trujillo, médico ocupacional; Marianela Castillo, Eylyn Morales, Zoraine Pérez, Karina Santoni y Francis Fortoul, compañeras de trabajo y amigas de Rosario Paz.

 

Las trabajadoras relataron que el lunes 13 de enero Rosario había sufrido un accidente durante la jornada: se golpeó la rodilla durante una caída y aunque fue revisada de inmediato por una de las galenas del hospital en el que laboraba, comentó que iría al día siguiente al Hospital Noriega Trigo.

 

El crimen pudo resolverse gracias al empecinamiento de las compañeras de trabajo de Rosario en el hospital, quienes desde el principio pusieron en duda la versión ofrecida por Barrios, también trabajador del centro de salud: que Rosario había viajado a Maicao en la madrugada del 15 de enero y que él mismo la había embarcado en un autobús a ese destino, un comportamiento que juzgaron extraño en la víctima, pues ellas sabían que tenía un transporte fijo que la llevaba hasta la ciudad colombiana.

 

Con el paso de los días, lejos de tranquilizarse, las mujeres presumieron que algo malo le había sucedido a su compañera, toda vez que no acostumbraba a ausentarse sin avisar y no solía viajar a Maicao en autobuses. 

 

Increparon nuevamente al victimario, quien insistía que nada sabía acerca del paradero de Rosario. Incluso lloró y confesó estar tan preocupado, que había decidido visitar la morgue, en busca del cuerpo. Acordó entonces con las trabajadoras poner la denuncia el viernes de esa semana, si su pareja no aparecía. Nunca llegó a la cita. 

 

Si bien otros conocidos les dijeron que la policía no les tomaría la denuncia, el viernes 31 de enero, luego de 17 días sin saber nada de Rosario, el grupo se animó a su casa, ubicada en el sector Villa Rica, al sur de la capital zuliana. Allí los vecinos les dijeron que tenían varios días sin verla, lo que llamaba la atención, puesto que ella formaba parte del Consejo Comunal y, por tal razón, tenía trato frecuente con los residentes. 

 

Este incidente consiguió que Mónica Leal, Lourdes Trujillo, Marianela Castillo, Eylyn Morales, Zoraine Pérez, Karina Santoni y Francis Fortoul se acercaran a la Mancomunidad Policial, situada en el sector Sierra Maestra. Si nunca habían creído en lo que les había dicho Edgar sobre el viaje a Maicao, la ausencia de comunicación con otras personas cercanas acabó por convencerlas de que al menos deberían intentar denunciar la desaparición de “Rosa” Paz. 

 

No sin cierta sorpresa para ellas, los agentes recibieron de inmediato la denuncia y las acompañaron de vuelta a la vivienda. Los funcionarios forzaron la cerradura y dentro hallaron otro indicio que no parecía de buen augurio: las pertenencias de Rosario Paz estaban intactas: un “koala”, sus lentes, así como su documentación y tarjetas.

 

Cuando Edgar Leal volvió a su casa, notó que la cerradura había sido forzada, pero que nada había sido sustraído. Decidió ir a la Mancomunidad Policial para interponer la denuncia e incluso la policía le acompañó a casa para hacer una inspección en el sitio. Al llegar, se dieron cuenta que se trataba de la misma vivienda donde residía la mujer denunciada como desaparecida horas atrás y lo detuvieron de inmediato.

 

Leal resistió un día de interrogatorio. El sábado confesó porqué había matado a su compañera de vida durante más de 20 años: una vivienda que Rosario había construido. También trascendió que entre sus papeles se encontró una orden de alejamiento emitida en contra de su verdugo por violencia doméstica. Sus amigas nunca se enteraron de esto, sino cuando era ya demasiado tarde. Como en la mayor parte de los casos de feminicidio, el crimen comienza mucho antes. 

 

El cuerpo de Rosario Josefina Paz Torres fue hallado el sábado 1 de febrero enterrado en el patio de su vivienda, a la que llegó el lunes 13 de enero y reposa aún en la morgue del Cuerpo de Investigaciones Penales, Científicas y Criminalísticas, donde le practican experticias forenses. 

 

Rosario era madre de tres hijos, todos residentes en Colombia y hasta ahora, no han podido contactarlos para comunicarles el fin trágico de su progenitora en manos de quien fuera su pareja por 20 años. 

 

Evelyn Morales, una de las amigas y compañeras de bregas diarias de Rosario le dijo a Panorama que les habían comunicado que su fallecimiento se debió a la asfixia mecánica. Hoy esperan por el cuerpo para “enterrarla y que descanse en paz”.

 

De este caso parecen quedar dos lecciones importantes: la primera, es que ocultar los maltratos y violencias en contra de las mujeres, siempre beneficia a los victimarios; la segunda, que ante la sospecha de que una mujer conocida pueda estar siendo víctima de alguna forma de violencia, es importante denunciar oportunamente. 

 

Cuando Rosario desapareció, si bien sus amigas sospecharon desde el principio que algo estaba mal, demoraron 17 días. En este caso, lamentablemente, una denuncia no iba a cambiar el destino de Rosario, pero fue una acción decisiva que condujo a la detención de su verdugo y a la localización de su cuerpo. 

 

(LaIguana.TV)