Analistas políticos consideraron que la reelección de Luis Almagro como secretario general de la Organización de Estados Americanos fue un resultado sin ninguna sorpresa, dado el dominio que ejercen Estados Unidos y sus aliados de derecha en el continente.

 

No siquiera causo sorpresa el hecho de que la reelección se produjera en plena crisis sanitaria, mientras el mundo está ocupado en la contención de la pandemia del Coronavirus.



El internacionalista Franklin González dijo que «Nada nuevo bajo el sol ocurrió. Todo estaba fríamente calculado. El mantener la candidatura de Almagro por parte de la administración Trump evidenciaba que su reelección estaba segura, sobre todo en año electoral en EEUU. Las otras candidaturas, particularmente la peruana, formaban parte de la estrategia montada. Lo importante era asegurar los votos en la primera votación y eso se hacía con el discurso anti-Maduro que levantan Almagro y el llamado Grupo de Lima». 

Añadió que los países del Caribe, que son los que más han enfrentado al recién electo,  estuvieron esta vez divididos. «De todas maneras la OEA es una organización cuyo peso en América Latina ha disminuido. El gobierno bolivariano, entiendo, había dado por segura de esa reelección y por eso su acción va a seguir enfocándose en el papel de la Organización de las Naciones Unidas», añadió González.

Impúdica sumisión


Para el constituyente y analista internacional Alberto Aranguibel la reelección de Almagro era  un evento casi seguro, determinado fundamentalmente por el radical cambio de escenario político que ha experimentado la región desde su elección en mayo de 2015. 

«En aquel entonces, el sistema interamericano estaba signado por la impronta de una nueva y muy poderosa corriente integracionista latinoamericana, impulsada fundamentalmente por la Revolución Bolivariana bajo una lógica de reivindicación de la soberanía de nuestros pueblos basada en el pensamiento de nuestros libertadores, que encontró un camino expedito en la región en virtud de la desatención mostrada por el imperio durante mucho tiempo a la OEA como herramienta de control político», dijo Aranguibel. 


Paradójicamente, el mismo Almagro que fue electo gracias a esa correlación de fuerzas progresistas, se ve favorecido gracias a que esa realidad ha cambiado sustancialmente. «Aun cuando la derecha no logre alcanzar un nivel absoluto de control en nuestro continente, y a pesar de la presencia de organismos alternos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en la OEA hay un escenario muy importante de gestión política para los sectores conservadores,  por el cual en esta oportunidad, y visto el excepcional comportamiento de sumisión y entrega a la lucha a favor del neoliberalismo demostrado de manera tan absoluta e impúdica por Almagro, el poder de todos los factores de la derecha trabajó como nunca antes para incidir en esa reelección».


Aval al golpe en Bolivia


Para el analista y comunicador Marco Teruggi, estuvimos ante un hecho predecible, tomando en cuenta la correlación de fuerzas favorable a los gobiernos de derecha en el continente. 

«Estamos en un momento en el que hay mayoría de gobiernos conservadores, por  tanto, era predecible que apoyaran a quien encarna esa mirada política. Lo más preocupante es que ha sido comprobado el rol de Almagro como eslabón central en el golpe de Estado de Bolivia. Respaldar a Almagro es avalar el golpe de Estado contra Evo Morales y es una señal muy clara de cómo se va a seguir moviendo la derecha en el continente», dijo Teruggi, quien cubrió periodísticamente los acontecimientos de Bolivia en 2019.

«En el caso de la OEA, hablamos de una derecha conducida por Estados Unidos, que tiene su política exterior subordinada a la de Washington. Tenemos entonces un organismo presuntamente latinoamericano, pero que es conducido por EEUU y tiene por tarea legitimar los golpes de Estado, y tenemos un secretario que se dedica a realizar esa tarea», puntualizó.

La reelección de Almagro, en opinión de Teruggi, ratifica la necesidad de volver a edificar una arquitectura diplomática latinoamericana cuyas primeras estructuras han sido golpeadas, como parte de una estrategia, por todos los gobiernos de derecha en el continente. 

«Vemos el caso del nuevo gobierno de Uruguay, que acaba de retirarse de la Unión de Naciones del Sur y regresar al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. La derecha es predecible. El tema es ver cómo volver a hacer lo que se hizo antes: quitarle centralidad a la OEA y construir una diplomacia con la Unasur , la Celac o lo que vaya a nacer. Esa es la tarea estratégica. Lo que es urgente es necesario volver a armar esas estructuras», expresó.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)