Larry Brillant es un epidemiólogo estadounidense que en su larga trayectoria profesional ha luchado contra brotes de viruela, gripe y polio. De hecho, fue uno de los principales colaboradores de la Organización Mundial de la Salud en la campaña de cerco y vacunación que permitió erradicar la viruela del mundo. 

 

Su experiencia lo ha llevado incluso a las arenas de Hollywood, en donde fungió de asesor de la película “Contagio”, muy alabada por la descripción realista que hace de la propagación de un virus a escala planetaria. 

 

Volvió a estar en el centro del huracán en 2006, cuando en una charla advirtió sus temores acerca de una nueva pandemia. De acuerdo con sus predicciones de entonces, “mil millones de personas enfermarán” y “hasta 165 millones de personas morirían. Habría una recesión y una depresión mundiales, y el costo para nuestra economía de entre 1 y 3 billones de dólares sería mucho peor para todos que la muerte de tan solo 100 millones de personas, porque muchas más personas perderían sus empleos y sus beneficios de atención médica, lo que hace que las consecuencias sean casi impensables”.

 

Con 75 años de edad y esos antecedentes precediéndole, Brillant concedió una entrevista a un medio estadounidense desde su casa en California, donde guarda cuarentena. Cree estar seguro de que la pandemia, que aventuró a predecir 14 años atrás, no es otra que la del coronavirus. 

 

En ella, entre otras inquietantes afirmaciones, el científico aseguró que el covid-19 “es la pandemia más peligrosa de nuestra era”, porque se trata de un nuevo virus para el cual todavía no está disponible ninguna vacuna ni los humanos han desarrollado inmunidad frente a él. 

 

Si bien celebra los esfuerzos que están haciendo distintos gobiernos por mantener a las personas seguras en sus casas, estima que estos no son suficientes.

 

En primer lugar, destaca que, por una parte, en la mayor parte de los casos, se debió optar por la cuarentena antes, cuando el número de casos era significativamente menor y existía incluso la posibilidad de detener la propagación del virus o, en el peor caso, retrasarla durante varios meses, tiempo en el cual se habría podido avanzar significativamente en la producción de una vacuna.

 

En segundo lugar, si bien certifica que el autoaislamiento y el aplanamiento de la tasa de infección son imprescindibles para “mantener al mundo seguro durante un tiempo”, tales acciones no disminuyen el número de casos, sino que distancian su aparición. 

 

Respecto de la pronta obtención de una vacuna eficaz, es optimista “no tengo miedo ya que hasta ahora no hay pruebas que sugieran que no se pueda encontrar una para el nuevo coronavirus o que los humanos no desarrollen eventualmente algún tipo de inmunidad a él”, dijo. Y, por otra parte, indicó que “debido al intenso interés por derrotarlo, pondremos la influencia científica, el dinero y los recursos para encontrar antivirales que tengan características profilácticas o preventivas que puedan utilizarse además de las vacunas.

 

No obstante, sus apreciaciones en términos de la seguridad inmediata de millones de personas en el mundo, son mucho más cautelosas y en concordancia con lo que ha indicado la OMS, es pertinente aplicar muchas más pruebas de detección antes de que sea seguro levantar las medidas de cuarentena social. 

 

A su parecer, una manera ideal de identificar extensivamente y con seguridad los nuevos casos, sería implementar una prueba que se pareciera a las de embarazo que se aplican domésticamente. “Esto ayudará a mostrar el verdadero alcance del brote, del cual cree que actualmente solo estamos viendo una séptima parte”, precisó. 

 

Como han señalado otros epidemiólogos, una de las características de la pandemia por coronavirus es que hay un subregistro de la cantidad real de infectados, debido a que la mayor parte de las personas sufren la afección de manera leve, parecida a un resfriado común y ni siquiera se enteran que han estado enfermos, aunque en el proceso, según indican las cifras hasta ahora disponibles, hayan infectado entre 2 y 3 personas.

 

En función de todo lo anterior, Brillant aseguró que el mundo no volverá a la normalidad hasta que se hayan consumado tres cosas:

 

Uno: “Que averigüemos si la distribución de este virus se parece a un iceberg, que está un séptimo por encima del agua, o a una pirámide, donde vemos todo. Si en este momento solo vemos una séptima parte de la enfermedad real es porque no estamos haciendo suficientes pruebas. Es como si estuviéramos ciegos”.

 

Dos: “Que tengamos un tratamiento que funcione, una vacuna o un antiviral”.

 

Tres: “Tal vez lo más importante, que un gran número de personas -en particular enfermeras, médicos, policías, bomberos y maestros que han tenido la enfermedad- sean inmunes. Para eso tenemos que poder verificarlo y crear un sistema que los identifique, ya sea una pulsera o una tarjeta con su fotografía y algún tipo de sello en ella. Recién entonces podemos estaremos los suficientemente seguros como para enviar a nuestros niños de vuelta a la escuela. Recién entonces sabremos que el profesor no es infeccioso”.

 

(LaIguana.TV)