Frente a la gravísima recesión económica en la que entró la economía estadounidense -factor que no conviene en absoluto a Donald Trump quien está en plena campaña electoral– el magnate aumenta su ofensiva contra Venezuela, apelando a la única estrategia discursiva que le queda para ganarse los votos de los republicanos.

 

Los antecedentes de criminalización de líderes y posterior ofensiva militar existen: hace 28 años, más de 20 mil soldados estadounidenses invadieron por tierra y mar a Panamá. Buscaban al Presidente y general Manuel Noriega, a quien lincharon mediaticamente en la previa a la invasión, y quien pasó de ser gran aliado formado por la CIA, a narcotraficante perseguido por la Casa Blanca y la Interpol.

 

Noriega fue solo una ficha distractora, documentos secretos de Estados Unidos, como el  Memorándum Secreto-Sensitivo del Consejo de Seguridad Nacional, del 8 de abril de 1986, revelaron que el objetivo real del Departamento de Estado estadounidense era abolir los tratados Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá. Control geopolítico, Estados Unidos pretendía evitar que Japón se acercara al Canal, una ampliación de alianzas que estaba manifiesta en el tratado antes mencionado y negociado por Noriega, quien repentinamente decidía hacer de Panamá algo más que una parte de un patio trasero.

 

George Bush, un presidente republicano también dio la orden ejecutiva para la invasión aquel entonces. La operación fue llamada «Causa Justa» pero implicó uno de los genocidios más devastadores de la historia reciente de América Latina y el Caribe. Una larga noche de metralla y persecusión que se extendió dos años y que según la Asociación de Familiares de los Caídos, asesinó a más de 4 mil personas.

 

Panamá – Venezuela : paralelismos de respuestas gringas ante la crisis

 

En medio de la pandemia de COVID-19, y el aislamiento social que se impone como principal medida para evitar su propagación, los precios del petróleo están por los suelos y la economía estadounidense aceleró su caída en recesión. El 26 de marzo de 2020, el mundo amaneció con la noticia de que el Fiscal General de EEUU, William Barr, ofrecía 15 millones de dólares como recompensa por la captura del Presidente de Venezuela Nicolás Maduro, y 10 millones de dólares por 13  funcionarios de gobierno acusados (sin pruebas) de narcotráfico, lavado de dinero y corrupción como el Presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Maikel Moreno; el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López; y el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Diosdado Cabello, el vicepresidente para el área económica, Tareck El Aissami y figuras como Clíver Alcalá, Hugo Carvajal, Néstor Reverol, Joselit Ramírez, Edylberto Medina, Luis Motta Domínguez, Nervis Villalobos, Vasily Villarroel y Rafael Villanueva Fernández.

 

EEUU adentro: más de 30 mil casos de COVID-19 y tardías medidas de contención

 

Hablando de Covid-19 -pandemia que sirve de contexto a esta nueva ofensiva estadounidense contra Venezuela- ya lo que para Donald Trump y aliados intransigentes como el brasilero Jair Bolsonaro es un «resfriado», realmente representa una amenaza inusual y extraordinaria contra su economía y contra una población ,que hasta hace una semana, parecía tampoco haber comprendido la complejidad y magnitud de la pandemia, y sólo por citar un ejemplo, desbordaban las calles de Miami, Florida.

 

Puertas afuera, la Casa Blanca no mueve un solo dedo por aliviar la tensión del resto de los países que también padecen no sólo la propagación de Covid-19 si no su imperialista insistencia en someter mediante trampas, bloqueo y asfixia a quien pueda llevarle la delantera o, en el caso de Trump, al país cuyos recursos naturales le permitan garantizar una oferta de campaña que no ha cumplido durante su primer mandato: «Hacer a América grande otra vez».

 

Cliver Alcalá: se embarró y prendió el ventilador

 

Tras las acusaciones del Fiscal General estadounidense, el militar retirado Cliver Alcalá Cordones se vio involucrado y no perdió tiempo en soltar perlitas sobre las personas e intereses implicados en los recientes planes de magnicidio y Golpe de Estado denunciados por el Gobierno venezolano y que precedieron al pronunciamiento estadounidense de orden de captura contra altos representantes del chavismo.

 

Alcalá Cordones, quien desertó de las Fuerzas Armadas Bolivarianas en 2016, se esforzó por asegurar que EEUU no debería ofrecer recompensa por su cabeza, puesto que es de conocimiento público que se encuentra en Colombia y además es un acérrimo opositor del gobierno venezolano.

 

Para comprobar tal premisa, aseguró en una entrevista en la emisora W Radio de Colombia que la compra de armas incautadas las últimas 48 horas, que obedecían a fines terroristas y tenían el objetivo de ser utilizadas para una «presunta liberación de Venezuela», fue firmada y aprobada por el diputado opositor Juan Guaidó y asesores norteamericanos.

 

La crisis: una oportunidad para la élite mundial

 

Según la periodista Naomi Klein, en su obra «la doctrina del Shock», el Covid-19 es sólo un ejemplo de crisis que puede ser utilizada por los más poderosos en función de poner en práctica medidas neoliberales y que en condiciones de paz, serían impopulares o rechazadas por la opinión pública internacional.

 

Una invasión militar contra una nación también atacada por una pandemia global, o un Golpe de Estado con EEUU no detrás, sino al frente de la operación, como tiempo atrás lo habría referido el canciller venezolano Jorge Arreaza, podría entrar facilmente en esta lista de deseos por cumplir por la élite congregada en la Casa Blanca.

 

(LaIguana.TV)