“El único miedo es el de no poder parar esta pandemia, y para eso estamos dejando la piel y trabajando sin descanso día a día. Esperamos pronto empezar a aplanar la curva en España y evitar que siga la propagación en el resto de países del mundo, sobre todo los menos desarrollados”.

El testimonio es del médico zuliano Carlos Butrón, quien desde hace dos años vive en  Andalucía, España, y está en la “línea de fuego” del cuarto país con más casos  de la voraz pandemia del Covid-19 en el mundo.

 

Aunque cuenta que no le ha tocado «jugar a Dios» para decidir a quién salvar, reconoce: «Nos ha tocado vivir a todos la estresante situación de tener que mantener a toda costa a un paciente en condiciones de cuidado en planta de hospitalización, porque en el momento solo queda una sola cama en UCI para algún caso muy grave, y pues ya lo que le sigue a eso es el hecho de decidir a quién salvar».

 

En entrevista con esta Casa Editorial, Butrón reconoce que “todos los días son duros”.

 

 

– ¿Qué ha significado para su vida personal  la pandemia, hay un antes y después en su vida detrás de todo esto?

 

La actual pandemia de la enfermedad por el nuevo Sars CoV-2 sin duda alguna se ha convertido desde varios puntos de vista en una de las más peligrosas de las últimas décadas. Es un fenómeno biológico que ha sorprendido al mundo entero y que está empezado a dejar consecuencias en algunos casos incalculables. El mundo se ha detenido de un día para otro y es ahora cuando nos damos cuenta lo vulnerable que puede llegar a ser la humanidad.

 

– ¿En este tiempo de crisis cuál ha sido el día más duro y por qué?

 

Todos, o casi todos los días son duros. Los servicios de salud en algunos casos han llegado al colapso y los pacientes por casos sospechosos abundan, sobre todo en las capitales. Eso sin agregarle al resto de urgencias médicas del día a día.  Sin embargo, se podría decir que los días más duros o mejor dicho, más preocupantes, son aquellos en los que hemos detectado más casos graves o llenado las camas de alguna UCI.

– ¿Cómo se maneja el miedo, cuando se está en la línea de fuego?

 

– En realidad no existe un miedo como tal por estar en la primera línea de contacto. Con una tarea tan importante como la nuestra,  nosotros como personal a cargo de la salud de las personas intentamos mantener la cabeza en alto y de transmitirles buenas energías, tanto a todo el equipo de trabajo como a los pacientes, puesto que ellos desde el primer momento que entran por la puerta vienen buscando tu ayuda, y es nuestro deber darles lo mejor, y más ahora, que sobrecargan con la preocupación sobre el problema actual del Covid19.

 

El único miedo es el de no poder parar esta pandemia  y para eso estamos dejando la piel y trabajando sin descanso día a día. Esperamos pronto empezar a aplanar la curva en España y evitar que siga la propagación en el resto de países del mundo, sobre todo los menos desarrollados.

– ¿Cuál ha sido la experiencia más fuerte en sus guardias?

 

– Para mí, las experiencias más fuertes son las humanas. El solo hecho de saber que un paciente contagiado, con una enfermedad de base potencialmente fatal e irreversible, con indicación de cuidados paliativos, tenga que pasar sus últimas horas de vida sin acompañamiento familiar, en una planta aislado, es algo que desarma a cualquier soldado. Es allí cuando nosotros los médicos y las enfermeras nos convertimos en la única familia de ese paciente, y nos disponemos a pasar sus últimos momentos con ellos.  

 

– Se sostiene que la población adulta mayor es la más vulnerable ante la pandemia, por su experiencia, ¿cómo le va a los jóvenes contagiados?

 

– La cifra de mortalidad en jóvenes es mínima. Sin embargo, oscila entre el 1% y el 3%, por lo que sigue siendo alarmante. Entre ellos una parte tienen enfermedades de base, por ejemplo leucemia, otros son previamente sanos. Pero el común denominador es que los jóvenes contagiados  pasen un cuadro catarral convencional sin más complicaciones. El problema es que éstos contagien a los mayores, y lo que sí preocupa es que cada vez el límite de edad de casos graves es más bajo, siendo la media a partir de los 50 años.

– Desde la perspectiva profesional cuánto valor tiene estar frente a un drama tan fuerte como el que ha vivido España ante el Covid-19?

 

– Desde el punto de vista profesional tiene un gran valor formar parte de este proceso, puesto que estamos ante una situación muy delicada que está viviendo la humanidad en la actualidad; además, es España actualmente el cuarto país del mundo con más casos confirmados. Estamos brindando todo nuestro apoyo al máximo en todas las áreas posibles, incluyendo en la esfera psicosocial.

– En Europa se han dado testimonios aterradores de personas que aseguran que ante lo desbordado de la crisis se ha tenido que escoger a  quién salvar, ¿ha sido testigo de esto?

 

– Por suerte directamente no, pero casi. Tengo compañeros en zonas rojas, como Madrid, que han manifestado vivir esa experiencia. Lo que sí nos ha tocado vivir a todos es la estresante situación de tener que mantener a toda costa a un paciente en condiciones de cuidado en planta de hospitalización, porque en el momento solo queda una sola cama en UCI para algún caso muy grave, y pues ya lo que le sigue a eso es el hecho de decidir a quién salvar.

 

– Superado el virus, ¿qué tipo de terapia necesitarán los profesionales de la salud?

 

– Depende de cada profesional. Por lo general la mayoría estamos acostumbrados o al menos preparados para vivir situaciones de contingencia, sobre todo los que venimos de “zonas deguerra”. Pero básicamente la terapia que necesitaremos todos es un buen descanso y reencontrarnos con nuestras familias.

 

– Estamos hablando de jornadas de trabajo para los médicos que ya son extenuantes con casi 80 mil contagios en toda España, ¿cómo se insufla la moral del médico para atender semejante crisis? 

 

– Es verdad que las jornadas se han vuelto extenuantes, pero en general pienso que la moral puede o debe mantenerse estable en momentos como estos en los que miles de millones de personas dependen de este sector del que formamos parte. Es muy grande la responsabilidad que tenemos, y debemos mantenernos a la altura, a pesar de que muchas veces podamos estar ante momentos que golpeen nuestra moral, como por ejemplo, la falta de material, o el paciente agresivo que nunca falta.

 

– En España, las muertes ya son casi 7.000, en Italia más de 10 mil, con sistemas de salud tan robustos, ¿qué pasó?

 

– Actualmente, se piensa que esto se deba a algún componente genético. Muchos expertos e inmunólogos apoyan la hipótesis de que esto se deba a la predisposición genética e inmunológica de los habitantes de ambos países. Parece ser que el virus al entrar a estos organismos puede llegar a desencadenar una tormenta inflamatoria importante de macrófagos y citoquinas que es lo que traduciría luego a un peor desenlace. Es por esto que se están llevando ensayos clínicos con antiinflamatorios e inmunomoduladores, teniendo resultados prometedores.

 

– ¿Son las gotas de saliva y la exposición a superficies contaminadas las únicas vías de transmisión y contagio?

 

– Por los momentos sí, aunque se empieza a estudiar también la posibilidad de que el virus permanezca vivo en el aire un par de horas, sobre todo en circuitos de aires acondicionados. Del resto, se sigue manteniendo la misma teoría de los 2 metros de distancia hasta que la gota de mediano tamaño caiga al suelo o a la superficie.

 

– ¿Ya ha visto el mundo lo peor del coronavirus?

 

– A mi parecer no. Además de las cifras de contagiados y fallecidos en aumento, se estima también que luego de haber superado la pandemia vendrán consecuencias económicas importantes tanto para las grandes potencias como para los más vulnerables.

 

– Conociendo al monstruo, como lo conoce ¿para qué tiene que estar preparada América Latina, en particular Venezuela?

 

– Pienso que algunos países latinoamericanos, al ver la avalancha epidemiológica que se avecinaba desde Europa y Asia, tomaron medidas drásticas desde un principio. Lo cual podría ser ventajoso, o al menos eso esperamos. Puesto que las consecuencias, sobre todo para Venezuela, podrían ser cataclísmicas. 

 

– ¿Qué mensaje le envía usted a los médicos venezolanos y a los ciudadanos venezolanos?

 

– A mis colegas médicos, enfermeras, y el resto de personal de salud que aún se encuentran en Venezuela, también en España y el resto del mundo: mucho ánimo y fuerza, estamos hechos para esto y más. A los ciudadanos venezolanos y al resto del mundo además de desearles lo mismo, decirles que sigan manteniéndose en casa, que con su ayuda podremos detener pronto este fenómeno natural.  Ya falta menos.

 

– ¿Después del Covid-19, qué reto ha de plantearse la medicina y los bloques de poder del mundo?

 

– Además de los retos en cuanto a los avances científicos y tecnológicos, que siempre están andando en cualquier país, el mayor reto para todos es el de poder mantener una nación unida, sin diferencias sociales, ni políticas, siempre siendo humildes y ejerciendo como seres humanos. Ahora más que nunca nos hemos dado cuenta lo vulnerables que podemos llegar a ser todos, ya que los efectos de una calamidad como esta no discriminan entre razas o niveles sociales, ni colores políticos, y es ahora cuando más unidos debemos estar.

 

(Panorama)