La destilería Ron Santa Teresa anunció que destinará 60% de su capacidad a producir alcohol para uso médico, como contribución a la campaña nacional para detener la expansión del coronavirus.

Esta iniciativa pone de relieve una interrogante que ha pasado por debajo de la mesa: en el curso de esta emergencia, ¿han hecho los grandes empresarios venezolanos algo distinto a lo que siempre hacen, es decir, a tratar de maximizar sus ganancias, si es posible de un modo obsceno? ¿Alguno de los otros capitanes empresariales, ha realizado algún aporte voluntario para la atención de esta crisis sobrevenida, aunque sea un cambio temporal de sus líneas de producción, como el que hizo la mencionada destilería? No parece.

El presidente Nicolás Maduro ha reconocido la buena disposición de Fedecámaras y otros órganos empresariales para enfrentar la inédita situación, pero más allá de eso, ¿qué ha pasado con los superempresarios venezolanos?

Si nos referimos solo a los que suelen ocupar escaños en la selecta lista de Forbes,debemos empezar por las Empresas Polar. Veremos que la más reciente figuración mediática de Lorenzo Mendoza data de inicios de marzo, cuando envió una carta a The New York Times para refutar el reportaje en el que se dijo que en algún nebuloso momento, llegó a una especie de pacto de no agresión con el gobierno de Nicolás Maduro. 

Mendoza no ha abierto la boca con respecto al Covid-19, mientras los productos elaborados por sus fábricas siguen en su irrefrenable ascenso de precios, ya sea con el argumento de la subida del dólar o con el pretexto de que  la cuarentena genera compras nerviosas.

El conglomerado,  que lidera un puñado de segmentos del mercado de productos de alto consumo (incluyendo también licores), tiene entre sus estrategias de mercadeo el venderse como un grupo corporativo con alto sentido de la responsabilidad social. Para ello se vale de figuras de primera línea de los deportes profesionales y succiona para sí parte del prestigio de la marca «Vinotinto», de la selección nacional de fútbol. Sin embargo, llegada una genuina hora de la verdad, como es la actual, a Polar no se le ha visto ni siquiera en una donación de mascarillas. 

El otro venezolano que aparece a menudo en las listas de grandes multimillonarios del mundo es el banquero Juan Carlos Escotet, propietario en Venezuela de Banesco y en España de un creciente imperio cuyo buque insignia es la entidad financiera Abanca. 

Mientras el mundo se estremece con el coronavirus, Escotet acaba de dar otro gran golpe empresarial al adquirir, por vía de dicho banco, una de las más tradicionales compañías pesqueras de Galicia, Pescanova. Festejando esas nuevas conquistas estaba en la misma España que surge como uno de los países más afectados en cuanto a número de casos y de muertes por coronavirus.

Ni el poderoso grupo financiero, ni el resto se la banca privada que opera en Venezuela han planteado alguna contribución especial con la colectividad en el trance que sufre.

Con el silencio de los dos grandes magnates de Venezuela (Mendoza y Escotet), ha sido entonces un integrante de la más tradicional oligarquía caraqueña, Alberto C. Vollmer, quien ha sacado la cara por el segmento de los millonarios en este tiempo en el que se requiere tanta solidaridad.

“Quiero agradecer a todo el equipo de Santa Teresa que ha respondido a esta crisis global con humanidad y sentido de urgencia, proponiendo un aporte desde nuestras capacidades para ayudar a contener y atender la expansión de este virus que ha afectado a tantas personas alrededor del mundo, para evitar que más personas resulten contagiadas en nuestro país”, dijo Vollmer, presidente ejecutivo de Ron Santa Teresa.

La empresa, con sede en Aragua, también donará 5 mil botellas de alcohol a los organismos de salud de ese  estado. 

Parafraseando a Vollmer, ¿será que las otras grandes empresas (incluyendo las referidas, que son muchas veces más grandes) carecen de humanidad y de sentido de urgencia?

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)