Miguel Ángel Pérez Pirela, filósofo y experto en comunicación política, dedicó la edición número 67 de Desde Donde Sea a desmontar mentiras mediáticas y mostrar verdades acerca de la situación de algunos países en torno a la pandemia del coronavirus, empezando por Venezuela. 

 

El comunicador inició el programa criticando duramente el comportamiento de algunos periodistas venezolanos radicados en el extranjero, que en lugar de alabar el esfuerzo y el sacrificio del pueblo venezolano para guardar la cuarentena social voluntaria, utilizan todos los recursos a su alcance para inventar fake news acerca de cómo se recibe a los connacionales que arriban del extranjero, en algunos casos, después de pasar grandes penurias, como sucede entre la mayoría de los que están volviendo de Colombia. 

 

A ese coro de falsías se une el inefable Juan Guaidó, que sin mayores miramientos ni consideraciones, ayer amenazó nuevamente al pueblo venezolano, anunciando, cual vocero imperialista, que vendrían más sanciones. 

 

“¿De verdad, señor Guaidó es el momento para más sanciones?”, increpó Pérez Pirela. A su criterio, estas son acciones desesperadas porque “nadie le para” y necesita desesperadamente llamar la atención, frente al respaldo del que gozan las medidas tomadas por el Gobierno Bolivariano para contener y vencer la pandemia. “Ese señor es un irresponsable que hace tres semanas daba datos falsos”, completó. 

 

La indolencia y ausencia de empatía de estas personas es tal, que aún siendo público y notorio que los venezolanos se están regresando “con un pedazo de colchoneta en la mano, con menores de edad” y luego de ser objeto de vejaciones y discriminaciones en el vecino país, son incapaces de decir la verdad, de mostrar cómo son recibidos por las autoridades. En acto de venganza, “le están haciendo pagar a los venezolanos que se fueron, que estén regresando”.

 

Para el experto en comunicación política, lo que acontece se puede explicar bajo el llamado “efecto búmeran»: los periodistas residenciados en Miami, Bogotá o Madrid no saben qué hacer con la vuelta de los venezolanos a su patria, cuando ellos alentaron ese éxodo y lo cubrieron profusamente, ni tampoco encuentran la manera de justificar los maltratos, la xenofobia y otras calamidades que tienen que pasar en países como Colombia, Perú, Ecuador, España o los Estados Unidos. Ante esta impotencia, prefieren defender a los países en los que residen, en los que están maltratando a sus compatriotas, en lugar de empatizar y aupar a los que, producto de las terribles circunstancias derivadas de la llegada del coronavirus, tomaron la decisión de volver. 

 

Sin embargo, esta mentira tiene patas cortísimas y la realidad es que los venezolanos que vuelven desde Colombia a través del Puente Internacional Simón Bolívar son recibidos cálidamente, les es procurada una desinfección apropiada, les es tomada la temperatura, su identidad es verificada en el paso migratorio, les aplican gratuitamente la prueba rápida que permite detectar el Covid-19, reciben sus resultados y luego abordan un bus que los lleva al lugar donde habrán de guardar la cuarentena, que no es, por cierto, ningún campo de concentración. 

 

Tampoco se trata de un secuestro, como tuvieron la desfachatez de decir algunos periodistas desde Miami, de los venezolanos que arribaron al país en un vuelo humanitario provenientes de Estados Unidos y otras naciones del Caribe, cuyo “secuestro” –así llaman a la cuarentena– transcurre en condiciones óptimas en la Ciudad Vacacional Los Caracas, ubicada en el estado La Guaira. 

 

“¿Qué les cuesta, con tantos problemas que hay, aplaudir con lo que se está haciendo bien? ¿Por qué tanto odio hacia este país?”, fustigó Pérez Pirela a los mentirosos, porque esa conducta no se entiende en quien creció y vivió aquí, en quien seguramente todavía tiene familiares en Venezuela. 

 

A su criterio, es increíble que estas personas que viven en el extranjero, pero son venezolanas, se sientan tristes porque después de un mes, la cifra de enfermos con Covid-19, no alcanza las 200 personas. 

 

También aprovechó la ocasión de recordarle a quienes se quejan porque deben guardar cuarentena al llegar del extranjero, que la medida es indispensable para mantener la bioseguridad necesaria para que el número de contagiados por el nuevo coronavirus no crezca exponencialmente, como ha ocurrido en otros países del continente: Brasil, Colombia, Chile o Panamá, por citar ejemplos. 

 

En su juicio, ha sido justamente la combinación entre el respeto celoso de la cuarentena por parte de la población desde hace cuatro semanas y las medidas de bioseguridad adoptadas por el Gobierno Nacional, lo que ha hecho que, luego de un mes de haberse detectado a los primeros dos pacientes con la afección, Venezuela tenga un número de infectados y fallecidos que se cuentan entre los más bajos del mundo.

 

Por ello, pese a las protestas de lo que sin dudas es un grupo pequeño, amplificado por la magia mediática, el filósofo destacó que “el sacrificio de los venezolanos y las venezolanas en una cuarentena voluntaria está dando resultados y no vamos a permitir que nos echen a perder eso. Ese sacrificio, lo tenemos que respetar”.

 

Para sustentar esa apreciación, compartió con la audiencia imágenes de la ciudad de Caracas tomadas con drones. Muestran una ciudad vacía y demuestran que la cuarentena se ha cumplido, que las personas han sido disciplinadas y ese es un esfuerzo que debe ser respetado por aquellos, que aún en medio de la crisis, intentan obtener ganancias materiales o simbólicas. 

 

“Ese esfuerzo merece la pena ser respetado por los que venden la gasolina en dólares, por los comerciantes que están subiendo los precios y por los periodistas que desde Miami, Bogotá o Madrid, malponen a su país”, sentenció Pérez Pirela. 

 

La situación venezolana, de la que los medios hegemónicos prefieren no mencionar debidamente o simplemente ignorar, contrasta fuertemente con lo que está aconteciendo en otros países que, por tomar tardíamente las medidas de aislamiento social, hoy están sumidos en graves crisis, como en Estados Unidos o Italia. 

 

En el primer caso, Donald Trump, en una declaración inédita, ratificó la situación de desastre en los 50 estados de la unión, mientras que Italia extendió su cuarentena hasta el 3 de mayo. Con una situación mucho menos seria que esas naciones, las autoridades venezolanas extendieron la cuarentena hasta el 12 de mayo. 

 

Si bien se trata de una medida compleja de sostener, el Gobierno Nacional está haciendo esfuerzos para garantizar su viabilidad. En ese sentido, el también director de La Iguana.TV recordó las palabras del presidente Nicolás Maduro: “Entre cuarentena y producción, no puede haber contradicción”, lo que significa que los sectores esenciales, como los dedicados a la producción de alimentos y otros insumos básicos se mantienen activos, aunque el resto de la población debe continuar resguardada en sus hogares, respetando la cuarentena.

 

La razón de esta prolongación de la cuarentena social y de la necesidad de cumplirla tan o más rigurosamente que hasta ahora, radica en que, según las interpretaciones de los datos epidemiológicos disponibles a las que ha arribado Miguel Ángel Pérez Pirela, el pico de contagios está comenzando en el continente y como es sabido, tiene su epicentro en los Estados Unidos. Por ello, “estos 20 días son los días del Sur de América, de América Latina. Si logramos controlar estos 20 días, vamos a salir airosos de este desafío que nos impone el Covid-19”, subrayó. 

 

Por su parte, en Perú, después de haber promulgado leyes xenófobas y judicializantes en contra de los venezolanos, se emitió un decreto en el que llaman a los médicos extranjeros para cooperar –sin garantizar su incorporación posterior en la fuerza de trabajo especializada– en la atención de los afectados por el nuevo coronavirus. 

 

Si bien el decreto dice “migrantes”, el experto sostuvo que la ola migratoria más importante que ha recibido esa nación durante los últimos años proviene de Venezuela. “¿Será que ahora sí les sirven los médicos venezolanos?”, ironizó. 

 

Entre las verdades a las que no muchos quieren prestar atención, están las bravuconerías de Trump acerca de cuándo Estados Unidos volverá a “la vida normal”. Si bien el mandatario dijo que esperaba que eso ocurriera el primero de mayo, lo cierto es que todo indica que no habrá condiciones para algo semejante. Él mismo ha admitido que esa es la decisión más importante de su vida. 

 

Pero a juzgar por los resultados de las desacertadas decisiones de Trump en torno a la pandemia, el panorama no está muy claro. Aunque primero dijo que el Covid-19 era una simple gripe y luego culpó a la Organización Mundial de la Salud por no advertir sobre la amenaza que la enfermedad representaba, lo cierto es que desde inicios del pasado mes de enero, él sabía que debía suspender el puente aéreo con China, pero apenas redujo el tráfico a fines de enero. Todo por salvar la economía, que ahora mismo está peor que nunca. 

 

En Estados Unidos las cifras más recientes computan 17 millones de desempleados durante las últimas 3 semanas, a una tasa de aproximadamente 6 millones de desempleados por semana. Restan tres semanas hasta el primero de mayo, que es cuando inicialmente “se volverá a la normalidad” y si la tendencia se mantiene, en ese momento estarán sin empleo unas 34 millones de personas. 

 

Y aunque no todos los despidos masivos son tan mediáticos como el de Disney, que se deshizo de 43.000 empleados de un plumazo, el ejemplo al que apeló Pérez Pirela es bueno para ilustrar la magnitud de la crisis económica que se avecina en el país del norte. De esto, aunque se trate de personas que fueron desprovistas de la “magia de Disney” de un día para otro, tampoco se hace mucha alharaca. 

 

De lo que sí trataron de hacer una gran alharaca fue de una cola inmensa de personas  sin hogar apostadas en un estacionamiento de la ciudad de Los Ángeles, esperando para recibir agua y alimentos de organizaciones no gubernamentales. 

 

Pero la alharaca no vino porque se tratara de Los Ángeles o de una situación dolorosa y trágica en el país del mundo que cuenta con la mayor cantidad de afectados y de fallecidos a causa del Covid-19, no. Periodistas venezolanos en Miami publicaron las imágenes y dijeron: Crisis en Venezuela.  “Eso se llama “palangre”, denunció el comunicador. 

 

Esas desgracias y otras más como el hecho de que solamente el estado de Nueva York tiene las cifras rojas más altas que cualquier país del mundo, salvo el propio Estados Unidos. O que a bordo del portaaviones Theodore Roosevelt más de 500 tripulantes se han contagiado de coronavirus, ya falleció el primero y su Gobierno sigue sin rescatarlos, reciben escasa atención de unos medios y periodistas, que prefieren mentir y callar, en lugar de decir la verdad. 

 

Verdades terribles, como esta declaración de la OMS: “El Covid-19 es 10 veces más mortífero que el AH1N1”, dijo un vocero este lunes y la razón de tal letalidad está relacionada con el hecho de que la capacidad de infección del virus es muy rápida, pero la desaceleración de sus efectos es lenta. 

 

Estados Unidos parece estar comprobando en sus propias entrañas la inmensa verdad tras esta afirmación, pero Trump, acostumbrado a decir barbaries disfrazadas de buenas noticias, no parece inmutarse mucho por eso. Hoy declaró que las estimaciones relativas a los fallecimientos habían variado y que en lugar de 100.000 muertes habría unas 60.000. 

 

“Si le parece que 60.000 fallecidos no es mucha gente, tendríamos que preguntarle cuál es la importancia que le da a la vida”, comentó el experto. 

 

No parece afectarlo ni siquiera el haber perdido a un amigo cercano, el magnate inmobiliario Stanley Shera, quien fue ingresado con síntomas el pasado 24 de marzo y falleció este lunes a causa del Covid-19. 

 

El Covid-19 es “muy democrático” al infectar a las personas, pero lo que no es democrático ni igualitario en los Estados Unidos es el acceso a los servicios sanitarios. Por ello, Pérez Pirela señaló: “Si muere un magnate de Manhattan, qué puede esperar un afrodescendiente o un latino de Nueva York”. 

 

Si los “apenas 60.000 fallecidos” de Trump ya son difíciles de tragar, peor lo hizo el Gobierno de Sebastián Piñera, que apelando a “recomendaciones de expertos internacionales”, en un burdo e ineficaz intento para lavarse la cara, cuenta los decesos a causa del Covid-19 como parte de la estadística de pacientes recuperados, bajo el “argumento” de que como ya las personas murieron, no pueden contagiar a nadie.  

 

Esas declaraciones inaceptables, se compadecen con las medidas de protección dictadas por Piñera la semana pasada, que abarcaban, entre otros grupos vulnerables, a “las mujeres embarazadas con más 13 meses de gestación”. 

 

Estos desaciertos, mezcla de cinismo y torpeza, a criterio de Miguel Ángel Pérez Pirela, le quintan la máscara a ese modelo chileno “democrático” que con tanto ahínco fue vendido como sinónimo de éxito dentro y fuera de América Latina: “En momentos de crisis, no saben hacer nada; cuando todo ‘está bien’, sólo saben hacer plata».

 

Menos del lado de las mentiras y de los cinismos y mucho más cerca de la preocupación, está lo que ocurre en Colombia. El filósofo informó que durante el día de hoy, reclusos prendieron en fuego una prisión, para protestar por la falta de protección contra el Covid-19.  

 

A esto se suman las crecientes renuncias de médicos y enfermeras porque apenas tienen bolsas para protegerse de la infección, así como la muerte de miembros del personal sanitario durante los últimos días, a causa del coronavirus. 

 

El incendio que se produjo hoy en el recinto carcelario, es el resultado del incumplimiento del Gobierno de Iván Duque a una promesa a la que se arribara con la población privada de libertad, luego de que hace tres semanas se produjera un motín en varios penales que dejó más de una veintena de muertos y cerca de mil heridos. 

 

Específicamente, el Gobierno colombiano prometió que para aliviar las condiciones de hacinamiento, liberarían a 10.000 prisioneros condenados por delitos menores, lo que hasta el momento no ha ocurrido. 

 

Para cerrar las omisiones mediáticas, de esas que es imposible encontrar mencionadas siquiera de soslayo en los medios hegemónicos, el analista mostró imágenes correspondientes al diario Eleven Page, en el que los obituarios ocupaban 11 páginas de su contenido. 

 

Casi al finalizar, volvió sobre las denuncias relacionadas con la venta y distribución de gasolina en el territorio. Siguen las largas colas y también se siguen apreciando dos irregularidades inaceptables: primero, la venta de combustible en divisas; segundo, la escasez. 

 

En tal sentido, insistió en dichas condiciones de escasez, los miembros del personal sanitario, los funcionarios que están cumpliendo labores durante la cuarentena y quienes transportan insumos esenciales deben tener prioridad para abastecerse.  

 

Del mismo modo, aludió al incremento desenfrenado en el precio de la divisa estadounidense, a los altos precios que registran los alimentos y a las solicitudes de vuelos humanitarios que formulan usuarios de las redes desde Perú, Ecuador, Colombia y Argentina. 

 

Lecturas recomendadas

 

Al concluir, y como ya es costumbre en estos días de cuarentena social, recomendó a la audiencia tres libros. El primero, una novela escrita por el Premio Nobel de Literatura Günter Grass, titulada El tambor de hojalata; el segundo, un texto de política revolucionaria de la autoría del marxista peruano José Carlos Mariátegui: Defensa del marxsimo y otros escritos y el tercero, de filosofía política: El imperio contracutural: del rock a la posmodernidad, del intelectual venezolano Luis Britto García. 

 

(LaIguana.TV)

 

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