Este jueves, los movimientos de la ALBA divulgaron las cifras de decesos debidos a la Covid-19 en el América, pero agrupándolas según el tipo de gobierno que presentan las naciones, basándose en las cifras publicadas por el portal Worldometers.

 

De este modo, se aprecia que América del Norte, cuyos países son gobernados bajo la égida neoliberal, encabeza la lista de muertes, con 48.737 y le siguen las naciones que conforman el “núcleo duro” del llamado Grupo de Lima, con 4.387 fallecimientos atribuibles al nuevo coronavirus. Entre ambos bloques se aglutina el 97% de todas los óbitos computados en el continente al 22 de abril (54.698). 

 

El resto de los decesos (3%) se distribuye en las naciones de Centroamérica –exceptuando Nicaragua–, los países del Caribe que son independientes, los miembros de la ALBA TCP y los de países con gobiernos progresistas. 

 

De acuerdo con los datos recopilados durante la pandemia, si bien el virus SARS-CoV-2 causa un síndrome respiratorio agudo en menos del 20% de los casos, es altamente infeccioso y puede ocasionar el colapso de los sistemas sanitarios en pocos días, si no se toman las medidas de confinamiento oportunas, lo que incrementa sensiblemente el riesgo de muerte por causa de la infección vírica. 

 

Es lo que ha sucedido en países con gobiernos neoliberales tanto de América como de Europa, a lo que se añade la privatización total o parcial de la salud, que ha dejado sin posibilidad de recibir atención médica oportuna a decenas de miles de personas afectadas por el Covid-19. 

 

En contraste, las naciones con gobiernos progresistas garantizan el acceso gratuito a las pruebas de despistaje para el nuevo coronavirus e incluso, como en Venezuela, realizan jornadas de despistaje masivo para detectar brotes y contener el avance de la enfermedad. Adicionalmente, en estos países, los afectados cuentan con servicios públicos de salud, que pese a las circunstancias, se han equipado para brindar la mejor atención posible a los enfermos. 

 

Por ello, aunque en general, el Covid-19 no es necesariamente una enfermedad mortífera, la pandemia ha mostrado que las políticas sanitarias implementadas por los gobiernos para frenar su expansión y atender a los enfermos, resultan decisivas en la disminución de  la cantidad infectados y fallecidos. 

 

(LaIguana.TV)