La edición 79 de Desde Donde Sea estuvo dedicada a explicar por qué, pese a la grave situación que atraviesa Venezuela -derivada en su mayoría de las sanciones ilegales y bloqueos financieros impuestos por Estados Unidos, la Unión Europea y sus países aliados-, ha logrado enfrentar de manera más eficaz la pandemia de Covid-19 que otros países de la región. 

 

Para ello, el filósofo y experto en comunicación política Miguel Ángel Pérez Pirela hizo un recuento de las circunstancias particulares que han signado la vida de los venezolanos durante los últimos tres años y que, desde su punto de vista, explicarían ese éxito.  

 

Venezuela, país habituado a los ataques y preparado para el coronavirus

 

Pérez Pirela inició sus reflexiones este miércoles 29 de abril recogiendo algunas de las indagatorias compartidas por la audiencia a través de las redes sociales: «¿Qué está pasando en Venezuela? ¿Por qué el fenómeno venezolano de aplanamiento tan eficaz de la curva? ¿Cómo es que el número de fallecidos se mantiene? ¿Por qué el número de contagiados no llega ni a 500, cuando en otros países se cuentan por miles? ¿Qué ha hecho Venezuela? ¿Tiene que ver con lo que ha hecho el Gobierno? ¿Con lo que ha hecho el pueblo?».

 

En su opinión, para la comprensión hermenéutica de estos eventos, hay que apelar a razones historiográficas y considerar lo que ha sucedido en el país durante los últimos tres años, pues en contraste con lo que sucede en otras naciones, cuyas sociedades se ven forzadas a organizarse por causa de catástrofes naturales, «cuando la catástrofe es alevosa, voluntaria, intencional», se adopta un punto de vista distinto frente a lo sobrevenido. 

 

Por ello, rememoró que tanto la República Bolivariana de Venezuela como el pueblo venezolano «han recibido ataques de todo tipo», cuyos impactos sobre la economía, la migración, la política, la sociedad, la burocracia son palpables y de allí que una «clave de lectura sugerida» para arribar a la explicación del éxito de Venezuela en la gestión y gerencia de la pandemia, pasa por reconocer que durante los últimos años los venezolanos hemos vivido en una situación de guerra con varios frentes: económico, diplomático, mediático y hasta bélico. Específicamente, en este último caso, se nos han aplicado esquemas correspondientes a guerra de cuarta y quinta generación, precisó el filósofo. 

 

Por tales razones, aunque la respuesta pueda sonar nacionalista y hasta chauvinista, considera que el pueblo venezolano cuenta con entrenamiento –no pedido ni deseado, pero real– «en la gestión de la catástrofe y de la crisis». 

 

Con la idea de aportar contexto y de puntualizar que no se trata de ideas demasiado recientes, rememoró que durante los últimos veinte años, en Venezuela han ocurrido una cantidad importante de eventos que han conmocionado a la sociedad y han trastocado sus cimientos una y otra vez, forzándola a crear mecanismos adaptativos para sortear estos embates, entre los que destacan un golpe de Estado, un paro petrolero, intentos de magnicidio, intentos invasión y blackout eléctrico. 

 

«¿Hay un cierto entrenamiento del pueblo venezolano? Podríamos decir que sí», insistió.

 

En cuanto a los sucesos más recientes, se refirió al intento de invasión armada desde Colombia que tuvo lugar en febrero de 2019, cuando grupos paramilitares y de marines intentaron ingresar por la fuerza al territorio venezolano, con el pretexto de un concierto organizado para recabar «ayuda humanitaria» en el puente fronterizo «Las Tienditas», que contó con la presencia de otros mandatarios de la región e incluso de altos representantes del Gobierno estadounidense.

 

En esta ocasión, recordó, el pueblo venezolano resistió la amenaza, al empeño de estos actores externos para producir un casus belli y muchos se desplazaron hacia la frontera para plantar cara, en una demostración de que en este país la mayoría no está dispuesta a que se le imponga un gobierno tutelado por intereses extranjeros. El evento pasó a la posteridad bajo el nombre de «La batalla de los puentes». 

 

Apenas unos días después, el sistema eléctrico nacional fue víctima de un ataque electromagnético que dejó al país desconectado durante algunos días. Y si bien fue cierto que muchos políticos y periodistas se burlaron, el analista mencionó que en los Estados Unidos se habían promulgado leyes orientadas a resguardar al país de un ataque similar al que había sufrido Venezuela, lo que mostró a la opinión pública mundial que no se trataba de excusas ni de inventos, sino de una situación perfectamente posible. 

 

Por si esto no bastara, el también director de La Iguana.TV aludió al intento de magnicidio perpetrado por grupos paramilitares a través de drones en agosto de 2018, durante un evento de masas en el que estaban presentes, aparte del presidente Nicolás Maduro, todos los liderazgos de los poderes públicos, el alto mando militar y el Consejo de Ministros. En su momento, esto fue minimizado o directamente descalificado por la gran prensa y por distintos factores de la oposición, hasta que la cadena estadounidense CNN divulgó una entrevista en la que los autores materiales, apoyándose en videos y otras pruebas incriminatorias, demostraron que la denuncia del Gobierno venezolano era cierta y que además habían recibido entrenamiento en Colombia. 

 

A todo este contexto de zozobra y angustia casi permanentes, ha de añadirse, según Pérez Pirela, la guerra económica, puesta mil veces en entredicho por propios y extraños bajo el alegato que era un pretexto gubernamental para ocultar fallos de gestión, que si bien existen, reconoció, no obvian que a la fecha, las cuentas venezolanas en el exterior se encuentren bloqueadas y sus fondos hayan sido «hasta robados», como ocurrió recientemente con la perteneciente al Banco Central de Venezuela, que fue transferida íntegramente al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, en una acción que calificó de «piratería», a la que se suman miles de millones de dólares que han sido «robados» por la banca mundial y otros países. 

 

Para ejemplificar el alcance de estas acciones forajidas, recordó que el Gobierno británico se ha negado sistemáticamente a devolver oro perteneciente a las reservas internacionales de Venezuela depositado en bancos de Inglaterra, y en el marco de la pandemia, el presidente Nicolás Maduro solicitó nuevamente su devolución, aunque es posible que continúe negándose. 

 

De allí que al preguntarse si Venezuela está preparada para asumir una situación de pandemia, su respuesta fuere que «parece que sí», pues «estos ataques han creado una cierta ‘piel de cocodrilo’, que ha hecho que Venezuela, en casi 50 días de cuarentena, cuente con los elementos de gestión de la crisis, una especie de instinto de supervivencia que hemos desarrollado los venezolanos» y a ello habrían contribuido situaciones muy trágicas ya vividas, como el tener que sobrevivir varios días sin electricidad, sin agua, sin servicio telefónico y sin acceso a internet, como aconteció durante los apagones del pasado año. 

 

«Yo dificulto que los pueblos del mundo tengan semejante entrenamiento para hacer frente a la crisis», subrayó, si bien matizó la aseveración aludiendo a algunas con excepciones, como aquellos países que han sido atacados por Estados Unidos y deben convivir con la devastación, la tragedia y el caos. 

 

«Venezuela no sirve para nada»: una campaña mediática con consecuencias nefastas

 

Dirigiéndose a quienes se informan de lo que sucede en Venezuela a través de noticias tergiversadas por la gran mediática, hizo referencia al hecho de que durante muchos años el país encabezó los titulares de estos grandes medios y en ellos «se nos pintó como un país muerto de hambre, sin futuro, sin educación…», discurso del que se hizo eco una porción de los venezolanos que residen en el extranjero y se dedican a hablar mal de su país, cosa que, a su juicio, no sucede en el caso de otras poblaciones que se han visto obligadas a migrar masivamente, como la colombiana, que puede hablar mal de un Gobierno, de los paramilitares o de la guerra, pero no de su país.  

 

Esta campaña, evidentemente, dejó efectos indeseables y comenzó dentro del propio territorio: «En Venezuela hubo una grandísima campaña para tumbar la autoestima de los venezolanos, para hacernos sentir que este país no valía nada, que era inviable. Gracias a los efectos dañinos, de terror, de la guerra económica, muchos venezolanos fueron empujados fuera de Venezuela y se les impuso una campaña mediática infame para demostrar que el país era inviable, que estábamos muriéndonos de hambre y que había que buscar mejor suerte en otros lados», apuntó. 

 

No obstante, Miguel Ángel Pérez Pirela opinó que la Covid-19 «develó esta patraña» y ahora muchos venezolanos a los que la pandemia alcanzó en Ecuador, Colombia o Perú, se dieron cuenta de que esos países no garantizaban ni siquiera atención a sus ciudadanos, amén de padecer la xenofobia y otras formas de discriminación, por lo que ahora están regresando por miles. 

 

En otra esquina del complejo polígono de causas que se suman a la compleja situación en Venezuela, está la corrupción, que de ningún modo es reciente, por lo que la describió en términos de «una especie de enfermedad congénita de Venezuela y otros países de América Latina». Esta suerte de «confusión» entre el rol de la política y «hacerse rico» también ha favorecido esta reconfiguración simbólica de los imaginarios locales, que se sustentó en «un ataque feroz contra la autoestima de los venezolanos» y forzó la aparición de una oleada migratoria significativa durante los últimos años. 

 

Sin embargo, a su parecer, la realidad alcanzó a estos compatriotas y cayeron en cuenta de que con todas las dificultades, vicisitudes y «poderosos enemigos», Venezuela es un país de resistencia. Más todavía, que trascendiendo los elementos que definen la conformación de un Estado, a saber: territorio, Gobierno y fuerza armada, «a Venezuela la hace su gente», la que está resistiendo y la que ha tenido un entrenamiento feroz en la angustia, en la incertidumbre, que no para, pues incluso durante la pandemia, es notorio que Estados Unidos ha cercado todavía más al país, pese a que la Organización de las Naciones Unidas y la propia Unión Europea –instancia que también aplica medidas coercitivas ilegales contra el país– han abogado por el cese, al menos temporal, de las sanciones. 

 

Estados Unidos no solamente ha desoído tales llamados a la sindéresis, sino que ha desplegado la operación militar más grande que se haya hecho en el Caribe, en aguas internacionales frente a las costas venezolanas, por lo que el entrenamiento forzado continúa y de él participan la mayoría de los habitantes, independientemente de su signo político, pues «han entendido que hay algo más importante que nosotros mismos»: una noción de patria y de país. 

 

Todo esto explicaría por qué cuando se anunció la cuarentena el pueblo venezolano la adoptó sin reservas, porque ya ha demostrado su capacidad para resistir a «una hambruna programada», a una migración forzada y los efectos incesantes de la guerra económica. Así, pese a que con la arremetida especulativa de los últimos días se pretendió que las personas salieran a saquear, la respuesta social no fue esa, sino aguantar, no sin angustias ni preocupaciones, pero también motivadas por el amor hacia su país, que se refleja en «una postura testaruda», que se niega a aceptar que desde fuera se nos quiera imponer el Gobierno que hemos de tener o la forma en la que hemos de vivir.  

 

Por eso, al experto le merece una agria crítica la actitud hipócrita del neoliberalismo, que invoca las libertades individuales, pero cuando esas formas de la libertad no se corresponden con las establecidas desde los centros de poder, se sanciona y se bloquea a los países. 

 

En su opinión, esto fue lo que le hicieron al país instancias como Mercosur o la Organización de Estados Americanos y es otro de los aspectos a considerar para interpretar la respuesta de Venezuela frente a la pandemia. 

 

Venezuela y sus vecinos: ¿qué han hecho unos y otros para afrontar el Covid-19?

 

Sobre este punto, Pérez Pirela señaló que ya habría sido suficientemente meritorio para Venezuela mantenerse en torno al promedio regional de infectados y fallecidos por causa del Covid-19 y exhibir cifras semejantes a las que reportan Perú, Colombia o Chile, pero los datos oficiales muestran que son significativamente menores, por lo que el país «ha salido eximido en el examen mundial de gestión, de gerencia de la catástrofe», pese a «todos los ataques en progreso». 

 

Esto contrasta, en su juicio, con lo que han hecho «los gobiernos que nos atacan y nos bloquean», que «están haciendo el papelón, el ridículo de su vida», como el Brasil liderado por Jair Bolsonaro, que en breve superará a países como China, Irán y Turquía en cantidad de afectados por Covid-19 y se prevé que, junto con Estados Unidos, sea un epicentro de la pandemia en el continente, lo que representa «un peligro» para Venezuela. Mientras tanto, el gobernante se defendió de los ataques de sus detractores señalando que aunque era un mesías, no hacía milagros, en alusión a la gran cantidad de fallecidos –más de 5.000 a la fecha– que ha dejado el SARS-Cov-2 en su país. 

 

Muy cerca también está Ecuador, otra nación cuyas cifras y efectos asociados con la pandemia «son espeluznantes». En ese orden de ideas, refirió que ocurren cosas tan graves como que los deudos desconocen el paradero de sus familiares fallecidos y deben recorrer cementerios y hospitales en búsqueda de una respuesta. Ocurre también lo opuesto: personas vivas que son dadas por fallecidas, lo que ilustra una incapacidad real del Gobierno de Lenín Moreno para gestionar las cifras de fallecidos, pues su respuesta se tradujo en dividir los decesos entre «confirmados» y «probables».   

 

Esos gobiernos, hoy superados por la pandemia, pretendieron darle clases a Venezuela de gobernanza y de democracia, recordó Pérez Pirela. «¿Cuáles son los gobiernos que nos iban a dar clases de gobierno, gerencia o democracia? ¿Bolsonaro? ¿Lenín Moreno?», se preguntó retóricamente. «Aún peor –continuó– quien ha atacado más furibundamente a Venezuela, –Donald Trump– se encuentra indicándole a su población que se inyecte cloro para combatir el coronavirus», pese a que las proyecciones de sus asesores y expertos se han quedado cortas y Estados Unidos registra a la fecha más de 60 mil víctimas fatales. 

 

Por eso, a su juicio, «para hacer política no basta el marketing político. Para hacer Política, con pe mayúscula, hay que ser gerente, gerenciar conjuntamente la vida pública y la sociedad». «Las marramuncias de un presidente como Trump, que pudo haber evitado estas 60.000 muertes, ya la está pagando en carne propia y su campaña y posibilidad de reelección están tambaleando», comentó. 

 

En todo caso, Miguel Ángel Pérez Pirela considera que se trata de un momento importante para la reflexión, que eventualmente permitirá determinar dónde estamos y hacia dónde nos dirigiremos y de allí que Desde Donde Sea represente un espacio privilegiado para poner en práctica ese ejercicio. 

 

Lectura recomendada

 

La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre, de Naomi Klein.

 

(LaIguana.TV)