En medio de la pandemia por el coronavirus covid-19 varios países han iniciado una especie de «guerra» por la adquisición de mascarillas (tapabocas) y de equipos para respiración artificial que, ante la crisis sanitaria, se han vuelto insumos prioritarios para la vida, así como para el tratamiento de las personas que resultan contagiadas por el peligroso virus.

 

Lo más reciente de esta guerra fue protagonizado entre Estados Unidos y Francia, luego que el país norteamericano le arrancara de las manos al gobierno francés un cargamento enorme de mascarillas, luego -según reseñan varios medios internacionales- de pagar hasta cuatro veces más y en efectivo en el propio aeropuerto de Shanghai, China, por el mismo pedido que ya había pagado Francia.

 

De esta manera el cargamento que iba destinado a Francia va rumbo a Estados Unidos, una práctica calificada por los franceses como «sucias artimañas de ciertos compradores americanos» que buscan abastecerse de mascarillas en un mercado que actúa bajo la ley de la jungla.

 

El ministro de Salud francés, Olivier Véran, advertía la semana pasada que la situación del mercado de mascarillas y material de protección sanitaria se ha vuelto tan difícil que no se puede asegurar que un pedido se cumpla «hasta que no aterrice el avión (con el cargamento) en un aeropuerto francés».

 

«La tensión es enorme (en China) y los timos múltiples y variados», denunció por su parte el presidente de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, Renaud Muselier, quien detalló que ya hay varios casos de pedidos pagados por una región francesa que terminan «recomprados por americanos», quienes esperan al acecho en los aeropuertos chinos con el dinero en maletines para quedarse con la carga.

 

Ellos pagan en efectivo y cambian rápidamente de un avión a otro y a quienes habían hecho el encargo original no les queda otra que lidiar con un retraso en la entrega. Los precios, además, se encarecen.

 

Francia, de victimario a víctima

 

Pero los franceses, ahora víctimas, ya habían realizado lo mismo con un cargamento de 4 millones de mascarillas que iban con destino a España e Italia, dos de los países más afectados por el covid-19.

 

La incautación del gobierno de Francia se hizo a una empresa sueca que trasladaba los insumos desde China con destino a España e Italia. El incidente resultó en un escándalo diplomático que se solucionó parcialmente dos semanas después.

 

«Estamos en guerra», argumentó el presidente francés Emmanuel Macron el 16 de marzo, tratando de justificar la incautación, pues como dicen, en la guerra todo se vale. Esto lo hicieron bajo un decreto firmado por Macron que permite al Gobierno requisar todo producto necesario en la lucha contra la epidemia.

 

La incautación se ejecutó el pasado 5 de marzo, cuando la empresa de productos desechables Mölnycke transportaba desde China con destino a España e Italia, las mascarillas que hicieron escala en el puerto francés de Marsella y en la ciudad de Lyon, donde fue retenido.

 

El incidente provocó roces diplomáticos entre Francia y Suecia, cuyo Gobierno fue alertado a intervenir por el gigante Mölnycke. Tras dos semanas de tira y afloja, Francia accedió a dejar la mitad de la mercancía llegara a sus destinos como «caso excepcional».

 

Pero esto no es el único caso. En Francia ya se han producido incidentes similares, como la incautación de 680 mil máscaras con destino a la República Checa que, a su vez, incautó un lote similar con destino a Italia.

 

Turquía incauta respiradores de España

 

Por su parte, Turquía decidió incautar cientos de respiradores para enfermos críticos de coronavirus comprados y pagados por varias comunidades autónomas ante la impotencia del Gobierno de España.

 

Al respecto, la ministra de Asuntos Exteriores de España, Arancha González Laya, dijo que la incautación de los insumos se produjo en un vuelo procedente de China que hizo escala en Ankara; y que el Gobierno turco admitió que debía quedárselos «para el tratamiento de sus propios enfermos».

 

González Laya explicó que, en los últimos días, el Gobierno turco ha impuesto restricciones «de amplio espectro» a la exportación de productos sanitarios para «abastecer su propio sistema sanitario frente a esta pandemia».

 

El problema es que la carga requisada no salía de Turquía, sino que fue adquirida en China por las comunidades de Castilla-La Mancha y Navarra. Ankara fue una escala en su viaje a España, pero la aduana del país turco retuvo el cargamento.

 

La canciller habló tres veces con el titular de Exteriores turco para desbloquear el cargamento; y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, también habló con el responsable turco de Salud, ambos sin éxito, lo que hizo que el Gobierno diera por perdido el material.

 

El Ejecutivo de Turquía ha asegurado a España que «en unas semanas», ese material podrá llegar a España. Pero fuentes de Exteriores son escépticas ante una entrega que temen que no se vaya a producir.

 

Entre el material que debería ser transportado hasta España están 150 respiradores adquiridos por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Por ellos pagaron tres millones de euros. Además, hay varias decenas de respiradores más adquiridas por el Gobierno de Navarra, así como más material encargado por Sanidad.

 

Los respiradores aliviarían la presión de las UCI en ambas regiones, especialmente en Castilla-La Mancha, que se ha convertido en la tercera más afectada por el coronavirus, aunque es la octava en población.

 

(LaIguana.TV)