La emergencia planetaria del Covid-19 ha trastocado de tal manera la vida de los seres humanos en el planeta, que los aspectos biológicos, aun siendo terribles, son lo menos grave. Hasta el sentido de la vida y la muerte se ha puesto en cuestión y también el modelo civilizatorio del capitalismo neoliberal.

 

Para tratar a fondo este denso tema, Miguel Ángel Pérez Pirela se apoyó en varios pensadores contemporáneos que han planteado sus visiones sobre los efectos de la pandemia y vaticinado los cambios que han de venir. Lo hizo en una emisión de su programa Desde donde sea.

 

Como aporte particular, esbozó la idea de que la organización popular, la democracia participativa y protagónica, el poder popular, sea el modelo que dé respuesta a los desafíos del mundo pospandemia, como alternativa a un Estado que puede caer en la tentación del excesivo control y también frente a una “mano invisible del mercado” que en la crisis sanitaria ha demostrado ser sumamente cobarde e indiferente ante el sufrimiento colectivo.

 

“Hoy nos hemos propuesto reflexionar sobre aspectos importantes que pone sobre tapete coronavirus. Frase que ha estructurado la investigación: lo menos grave del Covid-19 es el virus porque ha trastocado la vida cotidiana, ha disparado el desempleo en todo el mundo, ha causado efectos económicos sin precedentes y ha tocado aspectos todavía peores, como la muerte. Ni siquiera estamos despidiendo a nuestra gente. Hasta en las peores situaciones anteriores hemos tenido tiempo de ello. En todas las culturas, el tema funerario es fundamental, estructurante de la vida de los individuos en sociedad. Es una práctica social que transversaliza a todos los seres humanos. No hemos podido separarnos de nuestros seres queridos con un abrazo o un beso. En muchos países de Europa, a los adultos mayores les han quitado la respiración artificial para darle vida a alguien más joven. Se trastocó la vida y también la muerte. Es un tema inherente a la filosofía política, que se fundamenta en aspectos no solo del yo, sino del nosotros”, expuso, como punto de arranque.

 

Para desarrollar la reflexión en torno a la forma cómo el capitalistmo hegemónico ha planteado el tema de la muerte, citó a Cristopher Lasch, quien plantea que en la sociedad del narcisismo, en la que el individualismo, el egocentrismo, el narcisismo son una forma de vida, un imperativo categórico en el sentido kantiano de esa expresión, la muerte es excluida. “Te voy a dar más cremas para que vivas el hic et nunc, el aquí y ahora, el carpe diem, vivir en el presente, porque eres eterno, no lo olvides. El capitalismo saca a la muerte de la vida cotidiana, te hace creer que no existe. Ese enfoque va a contrapelo de la lógica caribeña, que reseña García Márquez cuando sus personajes hablan con naturalidad de la aparición de personas muertas. En toda sociedad ancestral existe la dimensión, el fenómeno de la muerte como parte acompañante de la vida. Pablo Neruda dice que quien no ha vivido no tiene derecho a morir, una concepción que toma la muerte como un acompañamiento y natural desenlace a la vida. En la sociedad neoliberal, la muerte no tiene cabida, te prometen la vida eterna y te estafan”, dijo.

 

El coronavirus como espejo

 

Un buen tramo de la disertación de apoyó en opiniones de un filósofo que “por estar muy de moda hay que tomarlo con pinzas”, el surcoreano Byung-Chul Han. La primera cita fue la referida a la sociedad de la supervivencia:

 

“El virus es un espejo. Muestra que vivimos en una sociedad de supervivencia, basada en el miedo a la muerte. Ahora, sobrevivir se convertirá en algo absoluto, como si estuviéramos en un estado de guerra permanente. Todas las fuerzas vitales se emplearán para prolongar la vida. En una sociedad de la sobrevivencia se pierde todo sentido del placer”.

 

Pérez Pirela analizó el planteamiento: “Este virus, cual espejo, nos coloca frente al hecho de que vivimos en una sociedad de supervivencia en la que la muerte es una equis que no queremos despejar. En la sociedad occidental neoliberal capitalista (dicho sin sentido peyorativo, como categorías filosófico-políticas) te esconden la muerte como un fenómeno que no debe hacer parte de la vida porque tienes que ser absolutamente joven todo el tiempo, aunque sea falso lo que te están vendiendo, y resulta que con el virus, por todas partes, todas las pantallas y los medios te están hablando de la muerte. Por eso estamos viviendo un cortocircuito, donde el individuo individualista, egoísta y narcisista del capitalismo, al que le vendieron la vida eterna y la inexistencia de la muerte, ahora debe convivir con ella por todos lados. Y tiene que encerrarse para escapar de la muerte. Un desafío filosófico que lleva a la discusión, ¿qué tenemos que hacer para escapar de la muerte?”

 

Continuó desmenuzando los criterios de Byung-Chul Han, quien dice que:

 

 “Se acentúa el pánico ante regímenes autoritarios o populistas. En las crisis, las personas vuelven a buscar líderes. El húngaro Víctor Orbán se beneficia enormemente de ello, declara el estado de emergencia y lo convierte en una situación normal. Ese es el final de la democracia. Con la pandemia nos dirigimos hacia un régimen de vigilancia biopolítica No solamente nuestras comunicaciones, incluso nuestro cuerpo, nuestro estado de salud se convierte en objeto de vigilancia digital”.

 

“Se entiende que cuando habla de biopolítica está asumiendo categorías de Michel Foucault, a propósito del bipouvoir o biopoder –explicó Pérez Pirela-. Yo podría estar de acuerdo, pero a la categoría de Estados y de regímenes autoritarios y populistas (que él parece identificar con la izquierda) le agregaría la categoría de empresa privada porque, si a ver vamos, el intercambio entre libertad y privacidad del individuo contemporáneo lo aplican antes que todo las empresas privadas. ¿O es un secreto que Microsoft, Apple, Instagram, Facebook, Twitter poseen una data pormenorizada de todas nuestras acciones? Quien maneja una tarjeta de crédito sabe que toda transacción está vigilada. Nuestras acciones son controladas y seguidas por una big data, por un big brother. Entonces, difícilmente en esta coyuntura vamos a preocuparnos por el Estado cada vez más paternalista y patriarcal, que vigila cada acción que realizamos, tomando como excusa al Covid-19 para controlarnos aún más… Pero, ¡ya va!, si las empresas privadas ya nos tienen controlados. En el caso de ciudades como Londres, una de las urbes supervisadas por más cámaras, que atenta más contra la libertad individual, lo que ha generado muchas críticas. Me uno a ellas, pero de ahí a hacernos de la vista gorda con las empresas de comunicación, hay un gran trecho. En este punto me cuesta darle la razón. ¿Regímenes autoritarios: estatales y públicos o privados? ¿Derechos fundamentales que vienen vulnerados en la cuarentena, son individuales o colectivos? ¿El derecho a la libre expresión tiene un rango superior al derecho a la alimentación? Es cierto que eres libre y ningún Estado te puede imponer confinamiento ni cuarentena, ¿pero eres libre de infectar a los otros? ¿O eres libre de producir para la empresa para el Estado o para quien te explote?”.

 

Acotó que estos dilemas generados por la pandemia conducen a otro tema filosófico, el de la relación entre naturaleza y sus principales depredadores, es decir los seres humanos. Citó a Paul Ricoeur (el autor de Lo Justo) cuando plantea que el hombre no es una isla, sino que hace parte de una sociedad, de una comunidad.

 

Miedo a la muerte

 

Prosiguió analizando los planteamientos de Byung-Chul Han, ahora sobre el miedo a la muerte:

 

“El rigor de la prohibición de fumar es un ejemplo de la histeria de la supervivencia. Cuanto la vida sea más una supervivencia, más miedo se tendrá a la muerte. La pandemia vuelve a hacer visible la muerte. Muerte que habíamos suprimido en los medios de comunicación, ahora está poniendo nerviosa a la gente. A quien tenemos al lado es un potencial portador del virus y hay que mantenerse a distancia. Los mayores mueren solos en los asilos porque nadie puede visitarles por el riesgo a la infección. ¿Esa vida prolongada unos meses es mejor que morir solos? ¿Por sobrevivir, sacrificamos voluntariamente todo lo que hace que valga la pena vivir: la sociabilidad, el sentimiento de comunidad y la cercanía?”

 

Según el moderador de Desde donde sea, se trata de preguntas fundamentales sobre las que todas las culturas tienen valores patrimoniales. “En la sociedad guajira, en la yanomami, en la caribe, para mencionar algunos de los pueblos originarios, el rito de despedida es fundamental. Unos buenos amigos franceses, que son parisinos de nacimiento,pero con padres del Congo, están angustiados frente a la muerte de sus adultos mayores porque no pueden despedirse de ellos y para la cultura congo, no despedirse los hace vagar en una especie de castigo eterno”.

 

Otro fragmento del filósofo surcoreano expresa:

 

“Con la pandemia se acepta sin cuestionamientos la limitación de los derechos fundamentales, incluso se prohíben los servicios religiosos porque los sacerdotes también practican el distanciamiento social y usan máscaras protectoras. Sacrifican la creencia para la supervivencia. La caridad se manifiesta mediante el distanciamiento. La virología desempodera a la teología. Todos escuchan ahora a los virólogos, que tienen soberanía absoluta de interpretación.”

 

 Pérez Pirela comentó que las palabras de Byung-Chul Han resaltan el hecho de que nunca antes el Estado había podido entrar  de esa manera en el ámbito de la espiritualidad. “No soy particularmente religioso, pero la idea de trascendentalidad, de lo trascendente, hace parte de la vida. La tecne, raíz de la palabra técnica y la episteme, raíz de la palabra ciencia, se anteponen al mythos, es decir, a la trascendentalidad, a la explicación otra, metafísica, ontológica de la vida. Y por eso se nos quita incluso el privilegio de despedir a nuestros mayores. ¿Bueno o malo? Es parte de la discusión. Decidamos. Nunca como hoy, la sobrevivencia es más importante que la trascendencia. Estas reflexiones conducen a cuestionar el modelo civilizatorio fundamentado en la globalización como maximización de las ganancias”.

 

Continuó citando a Byung-Chul Han:

 

“La producción de dispositivos médicos como máscaras protectoras y medicamentos se ha trasladado a Asia y eso ha costado muchas vidas en Europa y Estados Unidos. El capital es enemigo del ser humano. No podemos dejar todo al capital. Ya no producimos para las personas, sino para el capital. Nos explotamos a nosotros mismos en la creencia de que así nos realizamos, pero en realidad somos unos siervos. Kafka ya apuntó la lógica de la autoexplotación: el animal arranca el látigo al hombre que lo azota, para azotarse a sí mismo para convertirse en el amo. En esta situación tan absurda están las personas en el régimen neoliberal”

 

“Es una imagen genial de cuando uno se autoexplota, regala su integridad, su soberanía, su ser”, señaló Pérez Pirela.

 

El autor estudiado también se refiere a la cosmovisión antropocéntrica que hace parte de los desmanes que estamos propiciando contra el planeta:

 

“La violencia que practica el hombre contra la naturaleza se la devuelve esta con mayor fuerza. Esta es la dialéctica de la antropoceno, era en la que el hombre está más amenazado que nunca”

 

Interpretó que el hombre se erige como centro de un universo donde todos los otros elementos y seres vivos son una especie de personal de servicio de los humanos. “Cree que está haciendo una gracia y le sale una morisqueta. Pone al planeta como una pirámide de la que él es el ápice, pero está suicidándose. Piensa que puede existir sin coexistir con la naturaleza. Y el Covid-19 es un ejemplo al poner en jaque a todo un modelo civilizatorio”.

 

El comunismo ampliado

 

Trajo también textos de otro filósofo en boga, el esloveno Slavoj Zizek, a quien le preocupa un intento de controlar la información para retornar a la normalidad lo más pronto posible y pronostica la caída del capitalismo, el fin del régimen chino y el surgimiento de un comunismo ampliado que no es más que la puesta en marcha de los planes sociales que los gobiernos locales debían tener preparados para contener un desastre. 

 

“Ante la realidad de que el virus planteó la elección en España, Europa y EEUU de quién se salva y quién no –lo que abre la puerta a la corrupción- solamente un enfoque comunista sería capaz de evitar la muerte de miles de ancianos y el desamparo de miles de infectados abandonados a su suerte. La vieja lógica autoritaria de los comunistas en el poder también ha demostrado sus limitaciones, pero China, gracias a su estructura comunista, manejó el problema mucho mejor que Italia”. 

 

El conductor del programa manifestó que en lo personal no iría tan lejos como para hablar de la caída del capitalismo, aunque sí de una sacudida preventiva. Tampoco quiso entrar a la discusión sobre lo que Zizek entiende como comunismo ampliado. “Rescato esa lógica de escogencia de quién muere y quién no. El neoliberalismo se ha basado en que es el mejor modelo para desarrollar la libertad individual. Pero los muertos no tienen libertad. Lo que ha ocurrido con el Covid-19 nos habla de una crisis de modelo y de una crisis epocal, no una discusión estéril entre izquierda y derecha. Estamos en una sociedad que perdió la apuesta. En París los adultos mayores son forzados a suicidarse para que dar vida a alguien menor. Es una sociedad prehistórica, pese al gran desarrollo tecnológico. El modelo neoliberal termina siendo un fraude y una gran estafa”, recalcó.

 

Otro filósofo contemporáneo, el italiano Giorgio Agamben, plantea que los gobernantes del mundo podrían utilizar la pandemia como un pretexto para extender los estados de emergencia y medidas de excepción más allá de los límites, algo comparable a lo que ha pasado antes con las guerras y  con el llamado combate al terrorismo.  “Nos obliga a pensar en soluciones: más Estado o más mercado. Los mercados cayeron y terminaron pidiendo ayuda a los Estados. A la hora de la chiquita, la mano invisible del mercado salió corriendo –expresó Pérez Pirela-. Aquí aparece Noam Chomsky y dice que esto es apenas una fracción de la grave problemática mundial del cambio climático y la amenaza nuclear. Y agrega que el distanciamiento social ya ocurría antes de la pandemia. Dato importante para los que tenemos hijos porque los jóvenes vivían desconectados del mundo exterior por los videojuegos y las redes sociales. Parece que hubiéramos preparado a esa generación para esto. A un niño actual en cuarentena solo le hace falta otro niño, pero en verdad no, porque para eso tiene videojuegos y redes sociales”.

 

Indicó que Chomsky plantea dos escenarios: uno en el que el autoritarismo saldrá fortalecido en nombre del bienestar económico, prolongará el sufrimiento de civiles mediante bloqueos económicos y matará de hambre al que vive del día a día. En el segundo escenario, los gobiernos priorizarán las necesidades de los seres humanos y fortalecerán las entidades no estranguladas que permitan responder a la emergencia.

 

“Yo adjuntaría un tercer escenario: el poder popular. No esperar soluciones de un Estado omnipotente ni de un mercado cobarde. La organización popular, la democracia participativa y protagónica que forma parte de la base constitucional de este país también puede ser una respuesta a los desafíos de la pospandemia”, aseveró.

 

El futuro abortado

 

En el tramo final del programa, habló acerca de cambios que ya se han comenzado a producir, a pesar de que se esperaban para mucho tiempo después. Un ejemplo es la casi total abolición del dinero efectivo, algo que a escala mundial se proyectaba para 2028.

 

En ese mismo orden está la intimidad de las personas, pues resulta evidente que la población del mundo está dispuesta a ceder su privacidad al Estado a cambio de seguridad. Y una tercera modificación importante es el trabajo en la casa, reflejada en las reuniones virtuales. Según Microsoft, se registró un incremento de 2000%, al punto de haberse registrado 2,7 mil millones de reuniones en un solo día a través de sistemas de encuentro a distancia.

 

“El virus adelantó los tiempos de eso que muchos llaman el futuro. El futuro fue abortado por el Covid-129 y ahora hace parte del presente”, sentenció.

 

Volviendo al enfoque foucaultiano sobre biopoder, dijo que estamos en una etapa en la que se impone el panóptico, una categoría propia de las prisiones, una torre desde la que se ve todo, sin que nadie pueda ver al que observa. “Con la pandemia se acrecienta el peligro del panóptico, mientras se nos vende la libertad. Vamos hacia una arquitectura carcelaria. Se nos vigila cada momento. Antes había que torturar a la gente para que revelara sus secretos. Hoy la gente los regala en las redes sociales”.

 

Pérez Pirela subrayó la importancia de este ejercicio de análisis cotidiano en que se ha convertido Desde donde sea durante la cuarentena, cuando comenzó a transmitirse de lunes a viernes. “Este es el sentido, el meollo de este programa: cuestionar, reflexionar, pensar, asumir la vida como un proceso de pensamiento, porque lo contrario es ser seres únicamente biológicos, que nacen, se reproducen y mueren. ¿Cómo es eso de andar por la vida sin pensar? Nosotros, como decía un profesor de Filosofía en Roma, somos espíritu encarnado. La vida que merece ser vivida es una vida amparada en el pensamiento, en la reflexión. Y no hablo de prácticas elitistas o académicas, no. Estoy hablando de pensarnos aquí y ahora como seres humanos, saber quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos, darle perspectiva a la vida. La vida no puede estar limitada a una pantalla o una red social”.   

 

Libro

La lectura recomendada de la noche fue:

El liberalismo y los límites de la justicia, del filósofo estadounidense Michael Sandel

 

(Libros para niños: El mundo de Sofía Hostein Gaarden)

 

(LaIguana.TV)

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