En Perú la crisis sanitaria empeora. Aumenta el número de contagios y cada día son más numerosas las muertes. De eso dan testimonio dos venezolanos que trabajan como «junta cadáveres».

 

En un reportaje de la agencia Associated Press (AP) se cuenta la historia de Jhoan Faneite, de 35 años, y su hijo adoptivo Luis Zerpa, de 21, que trabajan como «junta cadáveres» en Lima en la funeraria «Piedrangel, a la que el gobierno de la ciudad contrató para extraer de las casas los cadáveres de personas infectadas con el virus para luego incinerarlos», dice la agencia.

 

Perú fue el primer país suramericano en decretar estado de emergencia el pasado 15 de marzo, pero ya tiene más de 104.000 contagios y más de 3.000 muertos. El miércoles arribó a la posición número 12 en el mundo en casos positivos confirmados, por encima de China continental y debajo de India.

 

Las estimaciones a futuro para Perú no son alentadoras, AP indica que «el verdadero alcance del desastre es mayor. Con más de la mitad de los casos sin contar, según las estimaciones de varios expertos, las autoridades califican al coronavirus como la pandemia más devastadora que ha azotado la región desde que en 1492 los europeos trajeron a América enfermedades como la viruela y el sarampión».

 

La autoridades peruanas no han controlado los avances del terrible flagelo y han permitido que lugares públicos como mercados de alimentos se hayan convertido en peligrosos focos de infección. La labor que realizan venezolanos como Faneite y Zerpa lo certifican.

 

Según datos de AP, «Más de 5.000 policías han sido diagnosticados con la enfermedad, con 92 muertes, de una fuerza de aproximadamente 100.000. El ejército ha sufrido niveles más bajos de la enfermedad». La falta de medidas de precaución es alarmante.

 

Los criollos trabajan vestidos con un overol blanco, botas, guantes dobles, una máscara que apenas les dejaba ver los ojos y oraciones a Dios para no contaminarse.

 

(LaIguana.TV)

 

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