Esta semana se están cumpliendo tres años de uno de los más dantescos momentos de la violencia opositora que ha sacudido al país: el apuñalamiento y quema de Orlando Figuera, un joven de 21 años que tomó la infausta decisión de participar en una protesta dirigida por la ultraderecha.

 

Figuera fue herido con arma blanca, rociado con gasolina y quemado vivo por un grupo de facinerosos. Según el parte médico, además de quemaduras de primero y segundo grado en 80% del cuerpo, presentó varias heridas cortantes, incluyendo una en la sien derecha. Las gravísimas lesiones le provocaron la muerte el día 6 de junio.

 

Para justificar el bárbaro acto, algunos participantes y testigos dijeron que Figuera había robado un celular. Pero otros testimonios indican que fue catalogado como un infiltrado chavista debido a su aspecto físico.

 

El asesinato de Figuera, por haber sido perpetrado sin lugar a ninguna duda por opositores, fue encubierto por la Fiscalía General de la República, entonces en manos de Luisa Ortega Díaz, quien le dijo a la madre de Figuera, Inés Esparragoza, que no podía hacer nada porque el gobierno había trucado el video de los hechos. También se negó a calificar el suceso como un crimen de odio, alegando que todo se inició con un altercado verbal entre Figuera y otra persona con la que había tenido problemas con anterioridad. Este individuo comenzó a señalar a Figuera como ladrón y propició la irracional reacción de la turba, según Ortega Díaz.

 

Tras la decisión de la Asamblea Nacional Constituyente de destituir a Ortega Díaz y asignar el cargo de Tarek William Saab, el Ministerio Público emprendió una investigación que desembocó en la solicitud de extradición de uno de los implicados en el homicidio, Enzo Franchini Oliveros, quien fue detenido en España. Sin embargo, las autoridades españolas rechazaron la petición de la fiscalía venezolana y liberaron al presunto asesino. Por esta razón, a tres años de la brutal escena, el crimen sigue impune.

 

(LaIguana.TV)

 

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