Este jueves 28 de mayo, Desde Donde Sea arribó a su edición número 100.  Para la ocasión, el filósofo Miguel Ángel Pérez Pirela tuvo como invitada especial a Piedad Córdoba, exsenadora, gestora de paz y activista por los derechos humanos en Colombia, con la que discutió los antecedentes e implicaciones de la llegada de una unidad de 800 soldados estadounidenses a Colombia a inicios de junio, anunciada conjuntamente por la Embajada de Estados Unidos en Bogotá y el Ministerio de Defensa del gobierno de Iván Duque a través de un comunicado, y que tendría como justificación la lucha contra el narcotráfico.

 

Para ofrecer contexto, Pérez Pirela resaltó que la noticia ha generado reacciones de rechazo en diversos sectores de la sociedad colombiana, incluyendo entre miembros de la clase política, como Lidio García Turbay, presidente del Senado, quien, invocando la Constitución de ese país, le recordó a Duque que era prerrogativa del Senado autorizar el tránsito de tropas extranjeras por el territorio nacional, por lo que sus acciones serían inconstitucionales. 

 

Adicionalmente mencionó que este cuerpo militar estará desplegado en las llamadas «Zonas Futuras», que contemplan vastos terrenos «donde el paramilitarismo ejerce el rol del Estado», incluyendo regiones limítrofes con Venezuela», a lo que debe sumarse el asesinato sostenido de campesinos y líderes sociales, algo que ni la pandemia de Covid-19 ha detenido. 

 

En opinión de Piedad Córdoba, todo cuanto señaló el analista criollo es cierto y añadió que si bien el gobierno de Juan Manuel Santos había firmado una paz porosa que hoy hace aguas por todos lados y era bastante afín a las políticas estadounidenses, no llegó nunca tan lejos como el actual, que ha sido capaz de pasar por alto lo establecido en la Carta Magna de Colombia y autorizó sin mayores miramientos el ingreso de una fuerza militar extranjera, bajo lo que, en su juicio, es falso pretexto: luchar contra el narcotráfico. 

 

Aprovechando el compás, Pérez Pirela le preguntó directamente si consideraba que estas acciones pretenden propiciar una guerra contra Venezuela y ella estuvo de acuerdo en que ese sería el fin de esta operación, añadiendo que desde Bogotá estarían aprovechando la situación de confinamiento que impone la pandemia, para mezclar a Colombia en una guerra en contra de un país hermano y que esto obedecería a una estrategia desesperada para conseguir anotarse algún éxito, porque todo plan cuanto han emprendido para derrocar al presidente Nicolás Maduro, ha derivado en fracaso.  

 

Sin pelos en la lengua, la activista sindicó al gobierno de Iván Duque –personaje al que calificó de «pelele», «cipayo» y «muñeco»– de estar comprometido con todas esas acciones desestabilizadoras en contra de Venezuela diseñadas desde Estados Unidos, empezando por el apoyo irrestricto que le han otorgado a Juan Guaidó.

 

En este punto, el director de La Iguana.TV recordó que la llegada de los 800 marines es la última de una sucesión de acciones de agresión en contra de Venezuela, que se han gestado y ejecutado desde Colombia, con amplio conocimiento y apoyo de sus autoridades, pues desde esa nación se preparó una invasión con mercenarios, se fraguó un intento de magnicidio con drones, en contra de la figura del presidente Nicolás Maduro y otros altos representantes de los cinco poderes públicos durante un acto de masas en agosto de 2018, se organizó un concierto para presuntamente recabar fondos para ayuda humanitaria tras el que se escondía un intento de invasión terrestre y se ejecutó el despojo de la empresa Monómeros, entre otros crímenes. 

 

 

En su parecer, continuó alegando, ya es lo suficientemente grave que arribe una unidad élite de 800 soldados estadounidenses, que se suman a los que están en las bases militares desperdigadas a lo largo y ancho de todo el vecino país, pero dados los antecedentes, este arribo de tropas extranjeras, supone un peligro mayor para Venezuela. 

 

Córdoba complementó lo antes dicho, mencionando que mientras ocupaba un escaño en el Senado, viajó a Estados Unidos y se reunió con miembros del Congreso de ese país pertenecientes al Partido Demócrata, para denunciar la estela de sangre y muerte que dejaría el Plan Colombia, una operación que, como la que ahora se invoca, fue implementada para emprender la lucha contra el narcotráfico. 

 

En función de esa experiencia, sostuvo que ese argumento manido es la excusa de Duque para justificar los múltiples desmanes cometidos, tanto en Colombia, como en contra de Venezuela, visto su compromiso con el gobierno de Donald Trump. 

 

Para ella, es evidente que se trata de un acto hipócrita, en tanto que Colombia es, según cifras oficiales, el primer productor de coca y el segundo de mayor tránsito en el mundo, de modo tal que si realmente quisieran luchar contra el narcotráfico, deberían empezar por su país, en lugar de convocar a ruedas de prensa para exigir a otros gobiernos latinoamericanos alineados con Washington, establecer una alianza común para derrocar a Nicolás Maduro. 

 

Así, refirió, al sur del país, punto caliente del narcotráfico, se encuentra una base militar estadounidense y al frente, una oficina de la DEA. En ese escenario, resulta absolutamente inverosímil que las autoridades no estén al tanto de lo que ocurre, lo que no solo deja muy mal parado al Ejército y a la Policía, sino que, para completar el cinismo, se esgrime como alegato para justificar la necesidad de que a Colombia ingresen militares estadounidenses que, muy posiblemente, dispararán a mansalva contra inocentes  y violarán mujeres a su paso sin que de ello se derive consecuencia alguna, como ya ocurrió con los del Plan Colombia, que abusaron de 54 niñas y quedaron impunes.

 

Gracias a infamias de este tenor, la exsenadora aseguró que a Duque no le importa en lo más mínimo el pueblo colombiano, porque es «un ser abyecto y lacayo del Imperio», una conducta que contrastó con la del presidente venezolano, quien, pese a todas las dificultades «se ha crecido» en medio del desafío que impuso el coronavirus. 

 

Sin embargo, destacó que la incomodidad hacia Duque dentro de Colombia es un hecho y que por mucho silencio mediático que exista, muchos sectores le adversan y se oponen a esta política de agresiones en contra de Venezuela, sin que por ello se trate de personas afines a las ideas de Maduro.

 

De nuevo apeló a la comparación, para reiterar que mientras Iván Duque autorizaba la llegada de 800 soldados estadounidenses para atacar a Venezuela y se hace eco de las acusaciones infundadas de Estados Unidos en contra de altos personeros del Gobierno Bolivariani, este capturaba a los mercenarios estadounidenses que lideraron el fallido intento de incursión paramilitar. 

 

Otro aspecto que, en su criterio, ha de considerarse, es que Duque estaría utilizando la pandemia a su favor, para aplastar las disidencias e impedir las protestas por esa decisión que violenta la soberanía colombiana. 

 

En función de lo expuesto por Córdoba, Pérez Pirela se refirió a la construcción de una «cosmovisión errada» sobre Colombia desde Venezuela y viceversa, pues la narrativa predominante da cuenta de dos realidades separadas y en algún sentido, antagónicas. 

 

Piedad Córdoba refrendó el comentario, afirmando que sus posiciones se cimentan en que ella es una mujer patriota, colombiana, que cree firmemente en la unidad de los pueblos de América Latina. Por esa razón, también da por ciertas las palabras del Libertador Simón Bolívar, que en pleno siglo XIX advirtió que los Estados Unidos parecían estar destinados por la providencia para plagar la América de miseria, en nombre de la libertad y precisa sin ambages el plan de Iván Duque y su ministro de Defensa: «tumbar y derrocar a Nicolás Maduro». 

 

No obstante, vaticina que pese a los empeños, no tendrán éxito, porque desconocen la realidad de Venezuela y menosprecian al pueblo venezolano, que fue capaz de pararle los pies a una incursión mercenaria.

 

Se trataría, reiteró, de una operación de «lavado de cara» de Duque y la oposición venezolana, que «ha fallado en todo», pero que, si bien fracasaría en Venezuela, no le parece que en su país vaya a ocurrir del mismo modo, pues estas tropas extranjeras se sumarían a la ya existente alianza entre el gobierno, el paramilitarismo y sectores de la policía y el Ejército, que ha dejado como saldo el asesinato de uno o dos líderes sociales por día, en el marco de procedimientos de exterminio selectivo, denunció. 

 

Seguidamente, Pérez Pirela hizo mención a un par de tuits que compartiera Córdoba horas antes de la emisión del programa y que generaron amplio debate. En ellos, aludió al caso de exembajador colombiano en Montevideo, en cuya finca se encontró un laboratorio para producir cocaína y al narcotraficante «Neñe» Hernández, amigo cercano de Iván Duque y presunto financista de su campaña presidencial. 

 

En esta misma línea, añadió que alias «Doble Rueda», narcotraficante que opera en la Alta Guajira, proveyó la logística para la fallida Operación Gedeón. 

 

Para Piedad Córdoba, a Venezuela la atraviesa la desgracia de la mujer bonita: todos la desean y eso es la fuente de su infortunio. Así ilustra el apetito que tiene Estados Unidos por nuestro país, pues ese deseo pasa por la apropiación de sus abundantes riquezas, algo que, tristemente, no es posible apreciar en Colombia, porque ya de eso dieron cuenta las trasnacionales que operan con el beneplácito de la casta gobernante, en desmedro de la mayoría. 

 

Empero, a su parecer, la pandemia de Covid-19 dejó al descubierto al neoliberalismo y mostró el rostro feroz de la desigualdad, que hace que las personas clamen por alimento en las calles de Medellín, relató, una situación que es todavía más acuciante para los migrantes venezolanos, quienes viven «en condiciones deplorables, prácticamente en campos de concentración». 

 

También en la capital, Bogotá, gobernada por un aparente «liderazgo alternativo», hay caos por la pandemia, algo que se extiende, de acuerdo con ella, por todo el país. 

 

Seguidamente, Pérez Pirela intervino para recordar que la narrativa sobre la crisis humanitaria en Venezuela data de 2008 y fue orquestada directamente por la Oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur, por sus siglas en inglés) y fue retomada por última vez el pasado 26 de mayo, cuando 60 países se reunieron para recaudar fondos destinados a «ayudar» a los gobiernos con mayor cantidad de migrantes venezolanos, como Colombia, Perú o Ecuador, al tiempo que esos connacionales son echados a la calle. 

 

En su participación, Iván Duque repitió el mantra que Guaidó ya no se atreve a repetir: cese de la dictadura en Venezuela, gobierno de transición y elecciones libres, añadiendo un nuevo punto: «reconstrucción», con lo que quedaría completamente el plan que persiguen: devastar el país para luego reconstruirlo. 

 

Coincidió, además, con lo que expresara el ministro de Información y Comunicación, Jorge Rodríguez, quien tildó a estos países y gobernantes que sacan provecho de los migrantes venezolanos, de «traficantes de carne humana». 

 

A este respecto, la defensora de derechos humanos opinó que matrices de opinión falsas, en las que se pintaba a Colombia como un país amigable, abierto a la migración y con grandes oportunidades a quienes desearan comenzar una vida allí, impulsaron a miles de venezolanos a abandonar su país y se toparon con una realidad que está en la antípoda de todo cuanto les vendieron, porque, al contrario, Colombia es un país con escasa cultura de intercambio con ciudadanos de otros países y por tal motivo, no tardaron en aflorar múltiples muestras de hostilidad hacia ellos. 

 

Finalmente, Piedad Córdoba aboga por una reagrupación de fuerzas de izquierda, aliadas estratégicamente con los sectores, que sin pertenecer a esa parte del espectro político hoy se oponen al compromiso del gobierno de Iván Duque con la administración Trump, pues en su parecer, el legado del Libertador y el legado de Chávez relativos a la unidad de América Latina, son un bien preciado que debe defenderse a toda costa. 

 

(LaIguana.TV)

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