Este viernes 29 de mayo, el filósofo y analista político venezolano, Miguel Ángel Pérez Pirela, destinó la edición 101 de Desde Donde Sea a develar el uso estratégico del racismo que históricamente ha empleado el Partido Republicano en Estados Unidos para ganar elecciones y que sería el trasfondo de las protestas que se suceden actualmente en distintas ciudades de ese país, tras el asesinato de George Floyd, un afrodescendiente de 46 años, a manos de un policía blanco en la ciudad de Minneapolis. 

Actualidad del racismo en los Estados Unidos: algunas cifras de contexto

A ese respecto, precisó que el lamentable incidente en el que Floyd perdió la vida, luego de que un policía le asfixiara al ponerle la rodilla sobre el cuello durante 8 minutos, aunque él gritó que no podía respirar, fue el detonante de las manifestaciones que hoy incendian a los Estados Unidos. 

No obstante, en años recientes, la hostilidad en contra de afrodescendientes y latinos –hispanos, como se les denomina en el argot estadounidense–. ha ido en aumento, refirió. 

De acuerdo con datos recabados por el equipo de producción de Desde Donde Sea, el evento reavivó malestares ya presentes en 2014, cuando Erick Gardner perdió la vida en Nueva York por excesos policiales. Asimismo, distintas organizaciones aseguran que desde 2017 unos 700 afroaestadounidenses han sido asesinados por la policía, y como antecedentes más próximos figuran el asesinato de una mujer negra en Kentucky y el de un afrodescendiente en Georgia, que fue víctima de un grupo supremacista cuando salió a trotar. 

Incluso grandes medios, como The Washington Post o The New York Times, han ofrecido cifras actualizadas del incremento de incidentes contra afrodescendientes por parte de la policía. 

El primero señala que desde 2015 han fallecido 4.728 personas en tiroteos y si bien en términos absolutos la mayor parte de los decesos corresponde a personas de piel blanca, si ello se evalúa en términos proporcionales, queda claramente evidenciado que la policía ultima a personas negras a un ritmo casi dos veces mayor que a los caucásicos, toda vez que los afrodescendientes representan apenas al 13% de la población, comentó Pérez Pirela. 

Por su lado, The New York Times asevera que los negros tienen tres veces más posibilidades de ser asesinados por la policía que los blancos.  

Incluso existen mapeos elaborados a partir de herramientas estadísticas, que permiten identificar cuáles zonas de los Estados Unidos son abiertamente más racistas y en ese orden de ideas, aludió al estudio coordinado por el científico de datos, Stephen Davidovsky, de acuerdo con el cual los lugares más racistas de ese país serían los estados de Nueva York y Georgia, el sur del estado de Vermont y la península superior del estado de Ohio. 

Dimensiones históricas del racismo estadounidense: entre las estrategias electorales del Partido Republicano y una genealogía de más de 200 años

Miguel Ángel Pérez Pirela considera que el racismo y el supremacismo blanco en los Estados Unidos «están enraizados en la simbología y en la psique de los estadounidenses» y además, sostiene que no se trata de «un hecho natural, sino voluntario, lo que implica una intencionalidad», que se asienta en la construcción de un imaginario societal que supera los dos siglos de existencia y que ha sido estretégicamente usado por el Partido Republicano para acceder al poder. 

Para sustentar sus afirmaciones, invocó una investigación realizada por catedráticos de la Universidad de Berkley, en la que se muestra cómo desde la década de 1960, cuando surgieron los movimientos por los derechos civiles, el Partido Republicano construyó una narrativa con la que transformaron la reivindicación de derechos de las minorías, en un relato de «amenaza racial» en contra de la población blanca.  

Entre las ideas desarrolladas en el estudio, destaca que Trump ha puesto a la sociedad estadounidense en una suerte de trampa, en la que, aparentemente, solo habría dos opciones: declararlo racista –y por implicación, también a todos sus seguidores–; o guardar silencio «para no ofender a nadie». 

Sin embargo, la analista principal del trabajo sostiene que hay una tercera alternativa: develar que Donald Trump es un estafador que, aún en medio de la pandemia, busca obtener réditos haciendo que los blancos «se sientan saqueados» y amenazados por los afrodescendientes y los latinos, una estrategia electoral implementada hace décadas por el Partido Republicano, al que pertenece el actual mandatario estadounidense. 

Por ello, enfatizó el director de LaIguana.TV, deducen que las actuales protestas en Estados Unidos no son en contra de Trump, sino que son el resultado de una estrategia que busca exacerbar un conflicto interracial, modificando el discurso abiertamente supremacista a través del empleo de otros significantes ampliamente utilizados por él al referirse a los blancos y sus presuntas desdichas, causadas por las minorías negra o hispana: «protección de la mayoría silenciosa», «el corazón de los Estados Unidos» o «los verdaderos estadounidenses», con lo que se consigue separar de facto el derecho a la identidad de amplios grupos poblacionales. 

Este posicionamiento del supremacismo racial para ganar elecciones ocurre en medio de una carrera electoral cuya fecha tope es el 03 de noviembre, mientras la cifra de decesos por causa de la Covid-19 alcanza ya los 200.000 muertos y Estados Unidos es el epicentro de la pandemia. 

Con este movimiento, opinó el experto, Trump conseguiría poner en el centro del debate el conflicto racial, en desmedro de otros temas acuciantes, como su propia incompetencia para manejar la crisis del coronavirus, los casi 40 millones de desempleados o la ruptura con la Organización Mundial de la Salud, institución devenida en chivo expiatorio del gobernante. 

De este modo, «con el problema racial, podría tener la oportunidad de ganar, aunque fuere desesperadamente, las elecciones». 

El mandatario también se ha «defendido» de las acusaciones de quienes le tildan de racista, arguyendo que el desempleo entre negros e hispanos «se ubica en mínimos históricos», si bien esto se desmorona al constatar los intereses que Donald Trump defiende, que se traducen en recortes tributarios para los multimillonarios –casta a la que pertenece–, al tiempo que reduce los programas sociales orientados a mejorar las condiciones de vida de los vulnerables, muy especialmente de las minorías étnicas. 

«Es claro que juega con el racismo calculado, medido, estratégico, para crear un conflicto, que no sea el Covid-19 ni los 40MM de desempleados, sino entre negros y blancos», puntualizó Pérez Pirela. 

La analista principal de la investigación llega todavía más lejos, al aseverar que la estrategia racista republicana traspasó las fronteras de Estados Unidos y ya se muestra claramente en América Latina. Un ejemplo de ello, comentó, sería el ascenso de Jair Bolsonaro al poder, quien apeló a la exacerbación racial para ganar las elecciones.  

Según el juicio de estos investigadores de la Universidad de Berkley, puntualizó Pérez Pirela, en un importante número de países latinoamericanos, los liderazgos políticos apuestan por avivar las divisiones sociales «para secuestrar al gobierno para ellos y sus cómplices», algo que el Partido Republicano viene haciendo desde 1960, cuando «tomó la decisión de que dependían del racismo para ganar votos», consiguiendo ininterrumpidamente la mayor proporción de voto blanco en Estados Unidos desde 1968. 

Específicamente, el trabajo de investigación precisa que cerca del 90% del apoyo con el que cuenta el Partido Republicano, se corresponde con votantes blancos y el 98% de quienes son electos a algún cargo por esa organización política, son blancos, a lo que se agrega que el 62% de los estadounidenses se identifica como blanco. 

Así las cosas, el discurso neosupremacista republicano se asienta en que las principales minorías dentro de Estados Unidos, a saber, negros y latinos, constituyen amenazas para la mayoría blanca y por tanto, son indignos de considerarse estadounidenses, un relato que encarna y reproduce muy eficientemente Trump. 

Como ilustración, recordó que durante la campaña electoral de 2017, el actual inquilino de la Casa Blanca se había referido a los latinos –que agrupó sin distingos bajo el nombre de «mexicanos» en términos de un grupo amenazante para los blancos–: «los ilegales están cruzando, te están robando, están invadiendo nuestros hospitales, nuestras escuelas», dijo entonces. 

Estas palabras, en juicio de Pérez Pirela, pretendían justificar recortes de programas orientados a satisfacer necesidades de diversa índole entre hispanos y afrodescendientes. De este modo, redujo drásticamente los fondos destinados a prestaciones sociales, servicios sanitarios, acceso al agua potable, escuelas y ayudas para las zonas rurales, algo que cobró su precio en la pandemia de Covid-19, ya que una porción importante de los fallecidos pertenece justamente a estas minorías vulnerables. 

Por lo tanto, es evidente que este discurso supremacista antecede por mucho al evento que detonó las recientes protestas, contra las cuales el mandatario ofreció accionar fuego, «si había saqueos», que es como decidió denominar a la indignación de los manifestantes, que sobrepasa con creces a la que sienten contra policías supremacistas, como el que segó la vida de George Floyd

Así, a su parecer, las protestas que hoy se dan, son el resultado de esta campaña de Trump que satanizó a los latinos, acusándoles de criminales y violadores. Solamente en California, donde vive la mayor cantidad de hispanos, se incrementaron los delitos de odio en 226% en los condados que fueron visitados por el entonces candidato republicano durante la campaña, destacó el experto. 

Otra arista que demuestra cuán arraigado esta el racismo en la sociedad estadounidense, está relacionada con el sistema de justicia. En el caso Floyd, los policías partícipes del acto homicida, solamente fueron despedidos de sus cargos y luego de fuertes disturbios en Minneapolis, la fiscalía accedió a imputar al oficial que lo asesinó con cargos menores: asesinato en tercer grado y homicidio no intencional.

Esto se comparece con los reportes de diversas organizaciones consultadas por él para el programa, en los que se sostiene que solamente el 1% de las quejas contra policías por racismo acaban en sanciones disciplinarias; mejor dicho: el 99% queda impune. 

Empero y muy lamentablemente, el racismo en los Estados Unidos no es asunto de reciente data, sino que fue consustancial a la fundación de la nación. De esta manera, si bien se proclamó la independencia de Inglaterra en 1776, la esclavitud siguió siendo parte sustancial de la vida cotidiana de los estadounidenses durante casi siglo y medio más, especialmente en las plantaciones del Sur del país, al punto de asumirse como elemento estructurante de esa sociedad. 

Desde el punto de vista del filósofo, en ello habría jugado un papel estelar el mito del «padre» fundador, que en el país del Norte asume rasgos corales y como en el resto de los casos, representa el émulo al cual debe aspirar cualquier ciudadano. Empero, recordó, los «padres fundadores» de Estados Unidos eran racistas e incluso, uno de ellos, Thomas Jefferson, tenía unos 200 esclavos a su servicio, por lo cual no sorprende que en ese país se haya forjado una identidad racista, de la que hoy sacan provecho personajes como Donald Trump

«Esta es la sociedad de Mickey Mouse, de Disneylandia, donde, según Hollywood, matar vietnamitas resulta un hobby, aunque los Estados Unidos hayan salido con las tablas en la cabeza», concluyó. 

Libro de hoy

Al cierre, sugirió la lectura de la novela «Sobre héroes y tumbas», de la autoría de Ernesto Sábato, narrador argentino. 

(LaIguana.TV)