La designación inminente de unas nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), fue el tema en torno al cual Miguel Ángel Pérez Pirela disertó este lunes 8 de junio en la edición 106 de su programa multimedios Desde Donde Sea. 

Inició mencionando que «hablar del CNE implica tocar uno de los temas más difíciles», pues ha devenido en suerte de «juego trancado» en Venezuela.  

No obstante y pese a las dificultades que ello pueda entrañar, argumentó, impera avanzar en esa dirección, toda vez que el principal problema del país es la diatriba política y no la gestión económica, pues el estado actual de la economía es consecuencia de aquella y no al revés. 

Para G4, el negocio milmillonario no es alcanzar el gobierno, sino seguir siendo oposición

Así, al resolver la conflictividad política «de manera democrática y concertada», puede avanzarse en la solución del resto, incluso a pesar de que hay un sector de la oposición –el llamado G4, que concentra al extremismo golpista-invasionista– «que no tiene ninguna intención de ir a elecciones» porque su interés radica en «seguir con la diatriba política» y, de la mano «de la mal llamada comunidad internacional» –léase, Estados Unidos, la Unión Europea y otros países vasallos–, «aupando más guerra, más polémica y más desestabilización», «porque para esa dirigencia, ser oposición sin llegar al gobierno es un negocio milmillonario en dólares». 

Adicionalmente, Pérez Pirela puntualizó que se nombraría una nueva directiva para el CNE aún cuando las rectoras y el rector no tenían sus períodos vencidos, producto de un acuerdo político entre el G4 –Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo–, la otra ala de la oposición –la democrática–, el Gobierno Bolivariano y sociedad civil, como parte de las garantías que exigiera otrora el G4 para participar en cualquier comicio venidero. 

A esto obedeció, rememoró, la creación, poco antes del inicio de la pandemia de Covid-19, de un comité de postulaciones para designar a las nuevas autoridades del poder electoral, compuesto por seis representantes de la oposición, cinco del gobierno y diez miembros de la sociedad civil. Empero, cuando llegó el momento de activar la recepción de recaudos para evaluar a los posibles candidatos y designar a los nuevos rectores, el G4 volvió a quebrantar el acuerdo y paralizó toda la iniciativa. 

Lo anterior, continuó relatando, motivó a que la oposición de «los pequeños partidos», que participa de la mesa de diálogo instalada con el gobierno nacional, democrática –porque no avaló ni aupó intentos de golpes de Estado, guarimbas, intentos de magnicidio e intentos de invasión–, le solicitara al máximo ente judicial del país que diera por concluido el lapso en el que el comité de postulaciones debía operar, declarara la omisión legislativa y se encargara de realizar las correspondientes designaciones, tal y como prevé la norma constitucional en su artículo 333. 

En tal sentido, la Sala Constitucional del TSJ declaró ha lugar la solicitud de los demandantes y sentenció el pasado viernes 5 de junio la omisión inconstitucional por parte de la Asamblea Nacional y ordenó que se adecuaran las normas de designación de representantes indígenas, atendiendo a sus costumbres originarias. 

El experto también trajo a colación que romper acuerdos políticos en los que fueron atendidas las solicitudes y garantías que exigiera el G4, no es algo novedoso, pues algo similar ocurrió el 06 de enero de 2018, cuando después de meses sumergidos en un diálogo con el Gobierno Bolivariano en República Dominicana, «recibieron una llamada» justo antes de rubricar los documentos y Julio Borges, que entonces fungía como representante del bloque opositor en la mesa, se retiró abruptamente. 

«Acá sucedió algo similar. El G4 no tiene intención de ir al evento electoral, porque mantenerse fuera de ellos, es un negocio que los ha hecho multimillonarios en menos de un año», explicó.

Ahora, de acuerdo con su punto de vista, el escenario venidero se presenta más complejo, toda vez que fue a solicitud del ala de la oposición que adversa tanto al presidente Nicolás Maduro como al G4 la que hizo la solicitud ante el TSJ y a partir de esto, la oposición-G4 construye una narrativa según la cual «el TSJ ‘de Nicolás Maduro’ está pasando por encima de la AN –en desacato– y está nombrando una nueva directiva del CNE» y por tales razones, ellos no participarán, enfilando su artillería nuevamente hacia la «comunidad internacional» en procura de más condiciones que les permitan mantener su lucrativo negocio, en tanto oposición comprometida con echar de del poder al «dictador». 

Sin embargo, Miguel Ángel Pérez Pirela consideró que aún dentro del G4 no está demasiado claro cuál será la actuación de cada partido, puesto que, Acción Democrática, que cuenta con una militancia visible, no es lo mismo que Primero Justicia y Voluntad Popular, organizaciones cuya visibilidad les ha sido dada por el marketing político. 

De esta manera, acotó, los «defensores del abstencionismo» tienen sus propios dilemas por delante y en ese sentido rememoró lo que ocurrió cuando la oposición en pleno decidió no participar en las elecciones parlamentarias de 2005: «el resultado fue catastrófico para ellos, porque se quedaron con el chivo y sin el mecate«. 

En todo caso, independientemente de la decisión que adopte el G4, para él es claro que una fracción de la oposición, aglutinada en partidos como Copei, MAS, Soluciones para Venezuela y Avanzada Progresista, sí va a participar en los próximos comicios, lo que se traducirá en que una parte de la oposición quedaría «legitimada por unas elecciones que excluirían a la oposición golpista, extremista, invasionista» y deberá asumir el compromiso de explicar en el extranjero «que el negocio de una parte de la oposición está en biocotear elecciones y decir que no los dejan participar», sentenció. 

Algunos desafíos de cara a las parlamentarias

Pérez Pirela mencionó que durante los últimos 21 años, el poder electoral ha organizado 21 elecciones en 21 años, incluidos 6 referendos y que en la actualidad debe superar el escollo que suponen las consecuencias del incendio provocado contra el galpón del CNE ubicado en Mariche el pasado mes de marzo y en el que se resguardaban las máquinas de votación, si bien comentó que tanto el presidente Nicolás Maduro como la rectora Tibisay Lucena han aseverado que habrá elecciones automatizadas, lo que hace pensar que se han adelantado mecanismos para reponer las máquinas perdidas.

Por otro lado, también habrá que incorporar las garantías que solicita el ala democrática de la oposición para concurrir a las elecciones y que, en general, abarcan estos aspectos: ampliación del programa de acompañamiento internacional, con la incorporación de veedores electorales de la Unión Europea y de la Organización de Naciones Unidas, así como la revisión de los procesos de auditoría y la equidad en las campañas. 

Asimismo, también hay que hacer frente a la polémica –que muy rápidamente puede volverse en campaña de descrédito– azuzada por periodistas y algunos sectores de la oposición, que antes de que se haya producido designación alguna, ya cuestionan el equilibrio del CNE que resulte del proceso y adelantan especulaciones acerca de la cantidad de miembros asociados al chavismo o a la oposición que conformarían la nueva junta directiva del CNE. 

Agenda antielectoral del extremismo opositor: una historia de vieja data

En la última parte de la emisión, el filósofo se dedicó a develar las razones por las cuales, la Asamblea Nacional, de mayoría opositora desde 2015, no ha hecho otra cosa que poner en tela de juicio la transparencia del CNE y torpedear todo cuanto proceso electoral ha tenido lugar desde entonces. 

Para ello, en primer lugar apeló a las críticas que Henri Falcón, excandidato presidencial en 2018 y líder de la organización Avanzada Progresista, le formulara a la fracción abstencionista encabezada por Juan Guaidó, en ocasión de la decisión de la Sala Constitucional del TSJ. 

El también opositor dijo: «que asuman su responsabilidad quienes tuvieron la oportunidad de designar un nuevo CNE y no lo hicieron» y les acusó de priorizar salidas violentas, consistentes en guarimbas, intentos de golpes de Estado e intentos de invasión, antes que el bienestar del país, destacando además que con esto, también habían conseguido dividir al bloque, en tanto fueron sus propios compañeros de partido quienes designaron a otras autoridades parlamentarias en diciembre de 2019. 

Así, para el director de LaIguana.TV, en el alegato de Falcón cobran relevancia dos fechas del pasado reciente nacional, a saber: el fallido golpe de Estado del 30 de abril de 2019 y la «invasión abortada» del pasado 03 de mayo, mediando el escasamente más de un año entre uno y otro evento.

Pero, en su parecer, esta vocación antielectoral no se limita al último año sino que, antes bien, empezó justamente en 2015, cuando la oposición, aglutinada en ese momento en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se hizo con la mayoría absoluta de los escaños de en Asamblea Nacional, con el mismo CNE que de inmediato pasó a cuestionar. 

«Luego de eso, dijeron que no servía para nada. ¿Será que el CNE solamente es válido cuando le da la razón a la oposición?», inquirió, puesto que fue la excusa que adujo entonces la dirigencia del G4 para no presentar una candidatura en el proceso electoral presidencial de 2018, en el que resultó reelecto el presidente Nicolás Maduro.  

Con esos antecedentes y citando al politólogo opositor Carlos Raúl Hernández, partidario de concurrir a las elecciones, se prefiguran cuatro escenarios que pueden resumirse como sigue: 1) Habrá elecciones y concurrirá parte de la oposición, 2) El abstencionismo de 2018 hará esfuerzos para derrotar a los «colaboradores» –que es como designan a la oposición «de los pequeños partidos»–, algo que beneficia al gobierno,  3) Pase lo que pase, quienes resulten electos conformarán la nueva AN y 4) Los abstencionistas probablemente desaparezcan de la escena política.

Pérez Pirela estima que como el negocio de la dirigencia del G4 es estar fuera del gobierno y de alcanzarlo, tienen compromisos con Estados Unidos, la Unión Europea, Los Rastrojos, el capital financiero internacional y otros agentes ávidos de echar mano sobre las abundantes riquezas nacionales, por lo que insistirán en solicitar más sanciones e incluso intervenciones armadas, como ya lo hizo hoy la exdiputada María Corina Machado

Otro aspecto que desde su óptica reviste de especial interés, es que faltarían apenas cinco meses para las parlamentarias y el proceso transcurrirá «prácticamente en paralelo a las elecciones presidenciales en los Estados Unidos«, una situación que es a todas luces estresante para el G4, dada la muy probable salida de Trump de la Casa Blanca y que el eventual ganador, Joe Biden, «no ha dicho nada realmente claro en relación con Venezuela», algo que les dejaría virtualmente «en el aire». 

Así, de los comicios de diciembre «nacerá una nueva AN y en esa AN Guaidó no será diputado», de modo tal que el relato según el cual es presidente de la República porque es presidente de la AN llegaría a su fin, por lo que quedaría fuera del juego político venezolano. La nueva AN, continuó, estaría conformada por «una bancada opositora con partidos políticos con vocación democrática y del otro lado, la bancada chavista». 

En esas circunstancias, redondeó, los partidos Voluntad Popular y Primero Justicia desaparecerían del mapa político criollo junto con Juan Guaido, mientras que los partidos AD y UNT, «si no se presentan, se suicidan», lo que sería indicio de que estarían apostando todo por una desestabilización desde el extranjero.

Por tales motivos, todo parece indicar que «la jugada de la oposición es que no cambie nada: es decir, no se reconozca a la nueva AN, sigan las sanciones y puedan mantener su negocio» de apropiación irregular de activos del Estado que tan lucrativo les ha resultado en poco más de un año, concluyó. 

Libro del día

Recomendó la lectura de «Las costumbres del corazón: individualismo y responsabilidades en la sociedad compleja», escrito por Robert Bellah, un libro que estimó pertinente para este tiempo porque versa sobre discusiones acerca de los métodos que ayudarían a volver a la subjetividad colectiva, al «nosotros». 

(LaIguana.TV)