Chile es esa panacea de progreso y bienestar que se le vendió al venezolano y venezolana incitado a migrar por la situación económica en Venezuela y también por una campaña de medios y redes sociales sin precedentes, pero al ver a cientos de venezolanos atestados en la embajada clamando por vuelo humanitario de regreso a su país, surge una interrogante: cuando los ciudadanos dejaron todo atrás y vendieron sus enseres para comprar el producto ¿con qué realidad se encontraron? Vea la respuesta y la relación causa-consecuencia en este Entre Líneas producido por Nailé Manjarrés para La Iguana.TV. 

Las letras pequeñas del contrato

Libertad para el consumo en endeudamiento, una juventud sin acceso a la educación, máxima explotación laboral, desempleo y esperar hasta el último momento para priorizar a la población, cuando golpea una crisis sanitaria (eso es Chile y lo vimos con el Covid-19). En medio de la crisis alimentaria, económica y sanitaria generada por la pandemia, a algunas comunas populares de Chile ha llegado primero el narcotráfico que el Estado para ayudar a los ciudadanos. El contraste entre expectativa y realidad se acentúa cuando vemos que en Venezuela rige por ley un decreto de inamovilidad laboral desde que se implementó la cuarentena hasta el mes de diciembre de 2020 y en Chile se disparó la tasa de desempleo un 8,2 % en el primer trimestre de 2020 y la cuarentena trajo una oleada de despidos masivos de chilenos y extranjeros.

Y si queremos pensar que en crisis todo se complica y que países más desarrollados tampoco supieron manejar la tragedia que detonó el Covid-19, pues no, en Chile las cosas ya venían mal. En 2019, el venezolano promedio que creyó haber llegado a un oasis cuando aterrizó en ese país, miraba absorto unas protestas que perturban el orden y su idea de civismo, pero lo que ocurría realmente es que las verdaderas desigualdades estructurales y la represión como política de Estado, se les mostró sin el maquillaje que ha llevado durante 25 años de supuesta democracia.

¿Es culpa del presidente? Piñera hace lo que puede… para preservar lo que tiene

Indiferencia, desinterés, acciones tardías para la mayoría y privilegios para el sector privado ¿qué más se puede esperar de un empresario convertido en mandatario? No hay política gubernamental en Chile que no tenga como principal objetivo satisfacer intereses.

Sebastián Piñera desciende de una familia conocida por sus negocios en el sector inmobiliario, que despojaron de sus territorios a pueblos indígenas para favorecer proyectos de construcción de parques acuáticos. En su gestión, también se han aprobado proyectos mineros a cielo abierto que depredan el medio ambiente solo porque Piñera era el principal accionista de la Copec, la empresa que impulsaba el proyecto.

El presidente Piñera es la séptima persona más rica de Chile y se situó como la número 745 a nivel mundial según la revista Forbes, sin embargo, los bonos de ayuda económica y las cajas de alimentos otorgados a la ciudadanía chilena en tiempos de pandemia no llegan ni a un cuarto de la población y hacen parte de negocios sustanciosos con monopolios de producción de alimentos y de importación ¿dónde están los editoriales del Panam Post o Infobae para condenar a Piñera como lo hacen con otros presidentes?

Los gobiernos pasan y el hambre queda

En Chile, un gobierno tras otro ha prometido acabar con la “indignidad de la pobreza”, esto sin mencionar ni cuestionar sus causas y lo mucho que conviene perpetuarlas a los dos partidos que se pelotean los periodos de gobierno. En 2010, Michelle Bachellet entregó la cinta presidencial a Sebastián Piñera. En 2014, Piñera se la entregó a Bachelet, y en 2018, ella se la volvió a entregar a Piñera.

Michelle Bachelet hoy es embajadora de DDHH de la ONU y aconseja a otros gobiernos poner fin a las injusticias y desigualdades, pero las dos ocasiones que tuvo oportunidad de batear para cambiar la realidad en Chile le pareció excesivo dijo “no se puede complacer a todos“ y ni estudió la posibilidad de ofrecer a los chilenos y chilenas un acceso a educación universitaria gratuita y de calidad.

En Venezuela la oposición, aupada por al menos mil medios de comunicación, clama por un cambio tras 20 años de chavismo y políticas de inclusión; en la Argentina de 2015, la sociedad se lanzó al precipicio del macrismo solo por vivir algo distinto, y se dieron cuenta de que todo cambió, pero para peor; en Chile el statu quo parece no estar en discusión en las altas esferas, pero la juventud opta por infectarse de Covid-19 antes que seguir muriendo de indiferencia, y de los vicios de un tóxico bipartidismo que lo tilda de “minoría ruidosa y radicalizada”, pero es incapaz de ocultar que Chile no es más que una gran estafa.

(LaIguana.TV)