Tras estar en busca y captura durante meses, la británica Ghislaine Maxwell, socia, amante y presuntamente cómplice del fallecido millonario Jeffrey Epstein, fue detenida en el estado de New Hampshire y será trasladada a Nueva York para responder ante la Justicia por su supuesta participación en la trama de abusos sexuales a menores en torno al financiero, que se suicidó en prisión el pasado año.

Maxwell está acusada por la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York de «ayudar» a Epstein a «explotar y abusar sexualmente de múltiples» niñas entre 1994 y 1997, además de mentir a la Justicia sobre el asunto. Pero ¿cómo una niña rica londinense que lo tenía todo terminó involucrada en una sórdida red criminal?

 

A Epstein, en una de las pocas entrevistas que concedió a alguien que no fuera abogado o policía, se le pidió en 2003 que explicara su estrecha y misteriosa relación con Ghislaine. Él respondió simplemente: «Es mi mejor amiga».

El entrevistador, de la revista ‘Vanity Fair’, estaba desconcertado por el papel exacto que desempeñaba la socialite británica, que en ese momento tenía 41 años, y cuyas tareas parecían ir desde la organización de la agenda personal de Epstein hasta la gestión de sus varias mansiones y aparecer de su brazo en glamurosos eventos sociales.

¿Era realmente, como ya han testificado varias personas ante un juez, una madame que no solo reclutaba adolescentes vulnerables para prestar servicios sexuales a su exnovio y participaba en una red internacional de tráfico de menores? ¿O era una ingenua aficionada al lujo y a la fiesta con una enorme red de contactos que ayudaba al rico pero torpe Epstein a ascender en la escala social ajena a los delitos que él cometía?La cómplice de Epstein, en una imagen de 2003.

Hija predilecta del corrupto magnate de los medios de comunicación Robert Maxwell, tuvo una educación privilegiada, pasando por la Universidad de Oxford antes de mudarse a Londres en la década de 1980 para fundar el Kit Kat Club. Luego trabajó para uno de los periódicos de su padre, ‘The European’, y fue nombrada directora del club de fútbol Oxford United, del que era propietario.

Esta feliz existencia implosionó en noviembre de 1991 cuando su padre se ahogó al caer de un yate llamado Lady Ghislaine, en honor a su hija. Pronto se supo que su imperio se había construido a costa de defraudar cientos de millones de libras de fondos de pensiones de sus empleados.

Denigrada en el Reino Unido, donde a las víctimas de Robert Maxwell les hervía la sangre por el lujoso estilo de vida que su familia había disfrutado a su costa, Ghislaine se mudó a Nueva York, donde se instaló en un pequeño apartamento y se reinventó a sí misma como socialite. Allí conoció a Epstein, casi una década mayor que ella, y pronto comenzaron su relación personal y profesional. Según se dice, a ella le atrajo de él su gran parecido con su padre.

 

Tras el suicidio del pedófilo millonario, Maxwell se encontraba en paradero desconocido y aunque se sospechaba que podría estar ocultándose en París, finalmente fue localizada «escondida en una preciosa propiedad en New Hampshire, donde seguía llevando una vida privilegiada mientras sus víctimas miraban el trauma infligido sobre ellas», según declaró el jefe del FBI, William Sweeney.

Por otra parte, la fiscal del caso dijo que «las puertas siguen abiertas» y que estarían encantados de «escuchar las declaraciones» del príncipe Andrés, una de las figuras de la alta sociedad que Maxwell supuestamente presentó a Epstein y que se retiró de sus funciones públicas el año pasado tras una polémica entrevista sobre su relación con el magnate.

 

(vanitatis.elconfidencial.com)