La esperada y no exenta de polémica reunión que los mandatarios Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Donald Trump sostuvieron en Washington durante esta semana, fue el tema elegido por el filósofo y analista Miguel Ángel Pérez Pirela para disertar este jueves 9 de julio en Desde Donde Sea, programa 2.0 que se transmite de lunes a viernes entre las siete y las ocho de la noche a través de las redes sociales. 
 
¿Ganar-ganar? Un encuentro signado por el pragmatismo y el aprovechamiento de la ocasión
 
Para el experto, el mandatario mexicano se enfrentó a una decisión difícil, toda vez que su homólogo estadounidense no está en el mejor momento de su actividad política y atraviesa lo que parece ser  un «final de mandato arrastrado, empujado», puesto que aunque nadie puede asegurar que perderá los comicios presidenciales en noviembre, todos los indicios apuntan a que así será.
 
Al respecto, indicó que las últimas encuestas le dan 12 puntos de ventaja a su adversario, EEUU es el epicentro de la pandemia, protestas antirraciales atraviesan el territorio a lo largo y ancho, cerca de 50 millones de personas están desempleadas, el país abandonó la Organización Mundial de la Salud e impuso nuevas sanciones a China –cuya eficacia está por verse, en vista de que el gigante asiático es el mayor tenedor de bonos de deuda estadounidense en el mundo–. Empero, insistió en que no era prudente asegurar que Trump saldría de la Casa Blanca.
 
Pérez Pirela recalcó que al presidente mexicano «no le está yendo tan mal», porque «ha logrado mantener ciertos equilibrios en México» y «no necesita reunirse en este momento con ese Donald Trump –cuyo fin a la cabeza del gobierno parece bastante probable– y a contravía, decidió irse a Washington en un vuelo comercial, aun a sabiendas de que México y los EEUU están entre los primeros 10 países en casos positivos de Covid-19 en todo el mundo.
 
Incluso, pese a que el contexto pandémico impide una conexión directa entre la Ciudad de México y Washington DC, López Obrador insistió en el encuentro con el que públicamente llamó «su amigo». 
 
En este punto, el analista invitó a delimitar el alcance de esa recién asumida «amistad» entre los gobernantes, pues a su juicio no responden a las nociones desarrolladas por los filósofos en la antigua Grecia, sino que se basan en otros aspectos, poco alejados de las afinidades ideológicas y personales, pues es evidente que allí los puntos de contacto son prácticamente inexistentes.
 
Así, ilustró, mientras que AMLO se inscribe en una tradición política progresista, Donald Trump es supremacista y ultranacionalista de derecha; el estadounidense es un personaje bastante ignorante y con tendencia a hablar de lo que no sabe; mas el mexicano y su esposa –quien está doctorada en Sociología– pertenecen a cierta clase intelectual. 
 
Entonces, esta «amistad» se circunscribe a una obtención de mutuos beneficios en virtud de unos intereses particulares, explicó. 
 
En el caso de Donald Trump, esta naciente «amistad» con AMLO se soportaría en su propia necesidad de «limpiarse la cara a como dé lugar», en medio de un clima preelectoral crispado por las manifestaciones antirracistas y evitar ser tildado de supremacista-racista en contra de negros y lo que en EEUU llaman «hispanos», es decir, todas las personas que nacimos o habitamos al Sur del Río Bravo y hasta la Patagonia. 
 
De este modo, y a contrapelo de las muchísimas declaraciones oprobiosas que durante varios años ha pronunciado en contra de los mexicanos, Trump habría visto en el encuentro con AMLO una oportunidad inmejorable para pescar algunos votos dentro de la población de 36 millones de personas mexicanas que viven EEUU, según cifras oficiales de ese país. 
 
El comunicador puntualizó que AMLO «hizo lo propio» y no solamente llamó «amigo» a Trump, sino que incluso circula una interpretación «interesante» –sostenida por Jaime Bayly, entre otros–, que incluso le atribuyen haber «domesticado» al inquilino de la Casa Blanca, pues durante la rueda de prensa y en la antípoda de lo que suelen ser sus interacciones con la prensa «se le vio mansito» y «parecía una seda».
 
No obstante, sin restar méritos a lo que pudiera haber hecho el presidente de México, también es verdad que el aspirante a la reelección necesita desesperadamente pescar votos entre una masa distinta de la que le apoyó en 2016, compuesta fundamentalmente por blancos pertenecientes a la clase trabajadora, pobres o de clase media baja y con fuertes arraigos racistas-supremacistas. 
 
Entonces, rememoró, para congraciarse con esos electores, desde la Torre Trump en Manhattan el candidato dijo que los mexicanos eran «violadores, matones, delincuentes», entre otros improperios, pero ahora, que necesita los votos mexicanos, habla de ellos como empresarios, como gente buena, de familia, que fue a EEUU a trabajar. 
 
Del lado de AMLO, el cálculo no sugiere ser menor, pero se centra, a su parecer, en la economía. A ese respecto, comentó que desde 2019, el primer socio comercial de EEUU es México y sabe que la debacle que está dejando la pandemia en su vecino, más pronto que tarde también se extenderá a su país y al resto de América Latina. 
 
Pero los éxitos de AMLO para Miguel Ángel Pérez Pirela, no se reducen al ámbito económico, pues estima que fue un «gran triunfo» para el mandatario mexicano el hacer que Trump «se tragara sus palabras» en plena Casa Blanca y también «un triunfo identitario» para sus connacionales, tanto en México como en los EEUU.
 
Más allá de esas innegables reivindicaciones públicas de la dignidad de su pueblo, la razón específica de la visita que informó el también director de La Iguana.TV, está relacionada con la firma de un tratado de libre comercio entre México, EEUU y Canadá, con la cual perseguiría «un refrescamiento de la economía mexicana» en el contexto pospandémico.
 
Comentó que también estaba prevista la asistencia del primer ministro canadiense, Justin Trodeau, pero en el último momento decidió cancelar. Especula que esa decisión pudo haber tenido dos motivos, no excluyentes entre sí: por un lado, los riesgos que entraña viajar a EEUU siendo el epicentro de la pandemia; por otro, no estar dispuesto a tolerar los ya públicos maltratos que el estadounidense les inflige a mandatarios más jóvenes, como él o Macron y muy especialmente, que estima que Trump ya va de salida. 
 
Así, explicó, el encuentro se produjo bajo la premisa de que cada quien solicitaba su moneda de cambio: Donald Trump, no pasar por racista al recibir a un presidente «hispano», mientras que AMLO quería reimpulsar la economía con la firma del tratado de libre comercio. 
 
De esta manera también queda muy claro el porqué Trump optó por no aludir al muro con el que pretendía impedir que mexicanos ingresaran ilegalmente al territorio estadounidense, su principal promesa electoral en 2016 y que incluso aseguró que se pagaría con los dineros del país azteca. 
 
En su criterio, también hay que prestar atención a las declaraciones que AMLO emitió durante la rueda de prensa, sobre las que expresó algunas críticas, pues si bien le resultaba comprensible su interés en «domesticar a Donald Trump en su propia casa», le era imposible compartir el criterio del mandatario, al señalar que Trump había mostrado «comprensión y «respeto» hacia los mexicanos. 
 
Otro de los aspectos sobre los cuales comentó Pérez Pirela, se refirió al «futuro» al que hizo mención AMLO, pues desde su punto de vista, el futuro de Trump puede acabar en apenas cuatro meses, pues de perder la carrera presidencial, tendrá que entendérselas con Biden, con quien ciertamente podría ser más cercano ideológicamente, pero al que no le hizo gracia alguna el espaldarazo que intentó darle a su contendor.  
 
Evidentemente, continuó, Biden no pasó por alto el encuentro y le echó en cara a Trump su «pasado» racista, recordándole que antes había llamado «violadores» a los mexicanos. Empero, hábilmente, se abstuvo de atacar directamente a AMLO. 
 
Asimismo, mencionó que la gran prensa de EEUU –empezando por The New York Times, acaso el diario más importante de la nación y evidentemente alineado con Biden y Obama–, obvió de su portada la visita, una cosa inadmisible, si se considera que el presidente mexicano hace su primer viaje oficial a EEUU en más de dos años y en medio de una pandemia y no lo reseñan. «A eso llaman ellos democracia», agregó.
 
Esta práctica tuvo eco en México, en donde buena parte de la prensa está enfrentada al mandatario, aunque mañana se espera que ofrezca más detalles de la reunión durante su acostumbrada alocución matutina.
 
Un «acuerdo maravilloso», pero en el papel
 
Para comprender qué habían suscrito los presidentes de México y EEUU, Pérez Pirela recordó que este tratado de libre comercio fue acordado el 30 de noviembre de 2018 por Enrique Peña Nieto, Barack Obama y Justin Troudeau durante una cumbre del G-20 que se celebraba en Buenos Aires, Argentina. 
 
La firma se pospuso inicialmente porque Trump amenazó con no rubricar el tratado, primero exigiendo la renegociación de los términos de intercambio de productos lácteos con Canadá y luego, si México se negaba construir un muro en su frontera sur, que frenara la inmigración ilegal de centroamericanos hacia Estados Unidos.  
 
Teóricamente, este tratado de libre comercio –T-MEC, por sus siglas– tiene entre sus principales objetivos promover el crecimiento económico, la prosperidad y el empleo entre los países de América del Norte, toda vez que durante 2019 México se convirtió en principal  socio comercial 1.600.000 millones de dólares cruzan la frontera estadounidense, por lo que se definió como «el instrumento para crear confianza entre ambos países».
 
No obstante, el experto enfatizó que cuando estos tratados son explicados en los papeles, se presentan como maravillas y las dificultades y asimetrías emergen de inmediato, cuando se decide ponerlos en marcha.
 
Para sustentar estas apreciaciones, citó largos pasajes del artículo académico intitulado «Los tratados de libre comercio impulsados por Estados Unidos en América Latina y la profundización del subdesarrollo», escrito por Arturo Huerta González, profesor investigador de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
 
Entre otros aspectos, Huerta González señala que «los tratados de libre comercio que Estados Unidos (EUA) impulsa en América Latina (AL) imponen reglas de juego a su favor, pues le permiten aumentar su presencia en el área y expandir su mercado. Por su parte, los países latinoamericanos tienen poco poder de negociación frente a EUA y, por lo tanto, terminan aceptando las condiciones que les imponen, tales como apertura comercial generalizada, bajos aranceles y las crecientes concesiones a EUA con la creencia de que ello les permitirá promover entrada de capitales y, así, tener condiciones de inversión y crecimiento en sus países».
 
De este modo, continuó leyendo, «en estos tratados comerciales no se introducen medidas compensatorias que enmienden los diferenciales de productividad y competitividad; de igual forma, tampoco se incorpora el movimiento de mano de obra entre los países firmantes, ni las cuestiones laborales y ambientales, las cuales terminan actuando en detrimento de los latinoamericanos. Los gobiernos de AL no pueden condicionar la presencia de la inversión extranjera directa; además, no les pueden obligar a producir los bienes que el país requiere, sino que es decisión de las transnacionales ubicarse en los sectores de su interés.
 
Los países latinoamericanos no tienen condiciones productivas y financieras para salir exitosos, por esto se desindustrializan, van incrementado el desempleo y la integración con EUA y, en consecuencia, se profundiza el subdesarrollo y su vulnerabilidad».
 
Lo antes expuesto le dio pie para precisar que esos tratados de libre comercio lo que hacen es constituir a los países de América Latina en mercados privilegiados para mercancías estadounidenses elaboradas, si posible, con materia prima local. 
 
Por ello, aseguró no estar muy seguro considerar como una buena noticia que el propósito de AMLO al viajar a EEUU haya sido suscribir un tratado de libre comercio, pero que algo que sí lo era fuera de toda duda, es que Trump haya salido hablando bien de los mexicanos, pues ello demuestra que él es un presentador del ‘showbussines’, un provocador y charlatán, en cuya palabra no se puede confiar.
 
Concluyendo la lectura de los fragmentos del artículo del profesor Huerta escogidos a propósito del programa, indicó que «a través de los TLC, Estados Unidos impone reglas, leyes y políticas a su favor anulando el poder soberano de los gobiernos latinoamericanos para determinar y decidir sus políticas a favor de los productores nacionales para su desarrollo y para encarar el proceso de competencia que configura la economía abierta y la reducción de aranceles que establecen los TLC; EUA no otorga derechos especiales a los países latinoamericanos».
 
Otros detalles y reacciones relevantes de la reunión entre AMLO y Donald Trump
 
Un detalle que en criterio de Pérez Pirela no debe dejarse de lado es que luego de la reunión de alto nivel, en la Casa Blanca se llevó a cabo una cena de gala a la que asistió «un puñado de los más ricos empresarios mexicanos», entre ellos, uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim y fue AMLO quien hizo las presentaciones. 
 
Durante el agasajo, relató, los invitados tomaron el micrófono e hicieron preguntas y comentarios que les hicieron entender que «al fin y al cabo sus diferencias ideológicas desmayaban» frente al poder del capital. 
 
Este es otro punto que el experto confesó que le resultaba poco claro, pues apenas vislumbraba en AMLO un deseo de imponer su «voluntad de potencia», como dijera el filósofo alemán, Friederich Nietzsche, que en términos concretos se expresaría en la voluntad de imponerse a sus opositores internos y mediáticos, así como el garantizar una impronta a la política exterior mexicana, aunque el beneficio sobre la población resultara, cuando menos de momento, inapreciable. 
 
Por otra parte, leyó los comentarios que antes del encuentro publicó el analista político Alfredo Jalife-Rahme que en su muro de Facebook –anticipó el show, dijo–, escribió: «A mi entender, lo más relevante de la trascendental visita del presidente Andrés Manuel López Obrador en unas horas a la Casa Blanca, será sopesar los alcances de ‘Rápido y furioso’. Será un ‘win-win’ para ambos: la cabeza del narcotraficante global, Felipe Calderón, y las explosivas revelaciones sobre el Obamagate. Lo demás es puro show y folclore (…). Como diría Santo Tomás: ver para creer».  
 
Esta posición aparentemente clarividente de Jalife contrasta abiertamente con la que manifestaron diversos especialistas consultados por la prensa mexicana, quienes aseguran que hay que esperar «tres o cuatro días» para entender cuáles serán los efectos de la visita de AMLO a Washington.
 
El periodista liberal extremo y de derecha asentado en Miami, Jaime Bayly, también opinó sobre la reunión entre los presidentes de México y EEUU, declarando que no eran ni amigos ni socios, ni tampoco era cierto que confiaban uno en el otro y se respetaban mutuamente, «pero han encontrado una manera de entenderse, de cohabitar», algo que tildó de «bastante bueno».
 
Para Pérez Pirela, estas declaraciones son una nueva demostración del oportunismo de Bayly, quien «huye hacia adelante» y ahora pretende distanciarse de Trump, mostrando ciertas simpatías hacia Joe Biden y Barack Obama y diciendo que su vanidad se parece a un soufflé. 
 
Las «letras pequeñas» de la compleja relación México-EEUU 
 
Para cerrar la emisión, recordando al uruguayo Eduardo Galeano, Pérez Pirela mencionó algunas «letras pequeñas» presentes en «las deudas históricas» y contratos firmados por ambos países y que se han traducido en desmedros para México. 
 
En primer término, comentó que México es reservorio de petróleo y una gran porción de su territorio ha querido ser balcanizada y robada desde hace décadas por su vecino del norte, como ya lo hizo en el siglo XIX y calificó la relación binacional como «una alianza» –un contrato a traición– desde que EEUU invadiera el país por el puerto de Veracruz en el año 1914.
 
Asimismo, durante la década de 1970, específicamente durante el mandato de Jimmy Carter, el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca advirtió claramente que no deseaba otro Japón al sur de su frontera. Bajo esta premisa se diseñó e implementó el tratado de libre comercio en la década de los años 90, que en México solamente acabó beneficiando al narcotráfico al narcotráfico.
 
A lo previo, siguió, hay que sumar las numerosas guerras sostenidas entre mexicanos y estadounidenses, incluyendo en la que se declaró la independencia de Texas, así como la que condujo que México perdiera 2,4 millones de kilómetros cuadrados, más de la mitad de su territorio de entonces.
 
Insistió en que esos conflictos existieron y marcan las relaciones coloniales de EEUU hacia México, pues en su lógica está considerar a América Latina como su patio trasero y por eso impera tener presentes esas frases que Trump ha soltado en contra de los mexicanos y el hecho de que, en su relación completamente colonial, militarizó la frontera común con 4.000 soldados de la Guardia Nacional, si bien sus antecesores, George Bush y Barack Obama habían dispuesto 1.200 y 6.000 soldados para el mismo sitio y con los mismos fines. 
 
La emisión finalizó con una manifestación de solidaridad y deseos de pronta recuperación para los dirigentes políticos Diosdado Cabello y Omar Prieto, ambos afectados por el Covid-19, extensivo a todos los que sufren la enfermedad. 
 
Libro del día
 
María, de Jorge Isaac, en la edición publicada por la Biblioteca Ayacucho, que cuenta con prólogo, notas y cronología de Gustavo Mejía.
 
(LaIguana.TV)