La australiana Carmen Greentree era una surfista profesional que en 2003, al no poder ingresar al Tour del Campeonato Mundial Femenino, decidió tomarse un descanso, por lo que en mayo del año siguiente, cuando tenía 22 años, organizó un viaje espiritual a la India. Al llegar fue engañada y raptada. En los dos meses que siguieron fue golpeada y violada por un hombre, en una casa flotante en la que vivía junto con su familia, contó la mujer que escribió un libro para narrar su experiencia.

No bien llegó a Nueva Delhi fue víctima de estafadores que se hicieron pasar por operadores turísticos y le ofrecieron viajar en avión a Srinagar, en Cachemira, para evitar las 14 horas que demoraría el trayecto en autobús. Al arribar al aeropuerto local, el 27 de mayo, fue recogida por Rafiq Dundoo, quien le dijo que la zona era peligrosa para una mujer sola por lo que debería pasar la noche en el lugar en el que vivía, en el lago Dal, antes de seguir su viaje en ómnibus hacia Dharamshala, al pie de los Himalayas, donde tenía previsto tomar un curso en un sitio de meditación del Dalai Lama.

Sin embargo, después no le permitió salir y los dos meses siguientes se convertirían en un calvario. «Pensé que nunca saldría de ese bote, pensé que moriría allí de una manera u otra», manifestó la mujer, que hoy tiene 37 años, está casada, tiene tres hijos y vive al sur de Sídney (Australia).

La primera violación

Greentree fue obligada a dormir en un pequeño cuarto y le quitaron toda su documentación y su dinero. Allí, cada noche debía luchar contra los avances de Dundoo, hasta que no pudo más. «El peor sentimiento fue cuando me rendí y dejé que tomara lo que quería», dijo y agregó: «Esa fue la primera vez en que me violó. Estaba demasiado cansada, no pude pelear más y sabía que él no se iba a detener».

En un principio creyó que una vez consumada la violación la iba a dejar ir, sin embargo, la situación se repitió cada día. «Perdí la cuenta de las veces que me violó», reconoció y añadió que estaba «completamente quebrada». Incluso, pensó en saltar al agua y nadar los centenares de metros que separaban al bote de la costa, pero descartó esa posibilidad «aterrada» por creer que si era descubierta le haría «cosas aún más terribles».

Las golpizas eran constantes y Dundoo se enojaba aún más cuando le pedía que la dejara ir. «Él no tenía paciencia. Eventualmente solo tenía que levantar una mano. Dejó en claro que no tenía conciencia y no le importaba, él era su propio dios y haría lo que quisiera conmigo. Me mostró que tenía intención de hacerme daño y no sentía culpa por ello. No creía que estaba haciendo algo mal. Me dijo que me estaba cuidando», recordó la mujer.

En la misma casa flotante en la que Greentree era sometida vivía la familia de su violador, pero nadie hizo nada por ayudarla. «Creo que sus hermanos y su padre sabían [que abusaba de ella] pero pensaban que era normal, solo consideraban a la mujer como una propiedad», expresó. Incluso, fue obligada a utilizar indumentaria musulmana tradicional de la zona y a ayudar a las mujeres a realizar los quehaceres domésticos. También debía rezar cinco veces por día y hasta le dieron un Corán con traducción al inglés que leyó dos veces «solo para pasar el tiempo».

El inicio de la investigación

Aunque a la familia de la mujer no le extrañó que no se comunicara, una amiga, Katherine, creyó que podía estar en problemas, por lo que convenció a la Alta Comisión de Australia en India de instar a la policía local a comenzar una investigación.

Para ese entonces, Dundoo ya había vaciado las cuentas de Greentree y la había forzado a comunicarse con su familia para pedirle más dinero, lo que hizo desde un teléfono en el bote. De esa manera, la policía ya podía acceder a un número para rastrear su localización. Fue a ese número que finalmente llamó Katherine y le dijo a su amiga: «Alguien está yendo a rescatarte». 

El 25 de julio varios botes policiales con oficiales armados llegaron hasta el lugar, liberaron a la joven australiana y le devolvieron su documentación. Dundoo fue arrestado junto con su hermano, pero solamente pasaron seis meses en la cárcel. «Se suponía que debía volver a la India y dar pruebas en la Corte, pero no pude seguir adelante, ojalá lo hubiera hecho», lamentó la mujer que publicó su historia 16 años después en el libro ‘A Dangerous Pursuit of Happiness’ (‘Una peligrosa búsqueda de la felicidad’).

La respuesta 

Tras haber sido acusado, Dundoo, de 46 años, afirmó que se trata de una historia inventada. «Se fue de turismo, sin pagar y nunca siguió su falsa denuncia», dijo y agregó: «No entiendo cómo podemos mantenerla en cautiverio durante dos meses cuando nuestra casa flotante está a cinco o diez pies (1,5 a 3 metros) de distancia de otras casas flotantes, hay otros turistas alrededor, es temporada alta y la estación de policía más cercana está a solo unos cientos de metros de distancia».

Luego de afirmar que la mujer había establecido una relación con su ayudante nepalí, el hombre insistió en que «en agosto» de 2004 Greentree «desapareció sin siquiera haber pagado el importe completo» que le debía. «¿Por qué yo haría eso? Servimos a los turistas por generaciones. Sabemos que representamos a toda Cachemira cuando nos ocupamos de ellos. ¿Por qué haría algo que arruinaría toda mi vida?», se preguntó, antes de asegurar que la denuncia es un «drama» y un «truco de promoción».

(RT)