En una conversación telefónica sostenida con el medio Noticiero Digital, el político extremista Antonio Ledezma, criticó los procederes del autoproclamado presidente interino Juan Guaidó y le exigió rectificación, pues en su criterio «ha cometido errores uno tras otro».

Según Ledezma, sus críticas en contra de Guaidó –con quien admitió que no habla desde el pasado febrero– «se centran en la falta de coherencia en la lucha contra Nicolás Maduro», lo que le ha llevado a equívocos como «no solicitar la aplicación del TIAR», reseñó Noticiero Digital.

«No hablo con Guaidó desde febrero, pero nuestra diferencia se centra, fundamentalmente, en la falta de coherencia para asumir la conducción de la lucha ciudadana y canalizar el formidable respaldo internacional. No se trata por ningún respecto de un forcejeo por cuotas de poder. Nada de eso. Nuestro reproche surge para reclamar estrategia, organización y disciplina», señaló.

Asimismo, basándose en la presunta opacidad del Gobierno Bolivariano en el manejo de asuntos públicos, que califica como una «práctica nefasta para los intereses de Venezuela», le exigió a la cara visible de ese liderazgo actuar de una manera «diferente» y justificó su demanda en «la falta de transparencia en la toma de decisiones», un escollo que, en su juicio, se superarían con «la indispensable rendición de cuentas», así como con una «saludable amplitud, en vez del tóxico sectarismo que ha privado en el entorno de Guaidó», apuntó.

El dirigente, que se encuentra prófugo de la justicia venezolana desde 2017 y reside en Madrid, le aseguró al medio venezolano que «los errores fueron uno tras otro» y vaticinó que no será posible «lograr resultados diferentes a los fracasos acumulados», «si no hay una autentica rectificación».

Cabe acotar que este grupo extremista apuesta por el derrocamiento del gobierno que encabeza el presidente Nicolás Maduro. De allí que Antonio Ledezma estime que no haber invocado el TIAR –Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, un mecanismo de injerencia impulsado desde la Organización de Estados Americanos– sea un error, mientras que los «fracasos acumulados» a los que hace referencia, aluden sin dudas a los distintos intentos de este sector para hacerse del gobierno en Venezuela por la fuerza, y al respecto, acusó la insuficiencia de las estrategias implementadas por Juan Guaidó y su círculo y de la inutilidad de los esfuerzos del sector de la población que aún les apoya.

Por otro lado, al ser inquirido por el medio acerca de la falta de coherencia del Proyecto Guaidó, catalogó las iniciativas de diálogo como «episodios lamentables» «que solo sirven para que Maduro gane tiempo y desmonte las protestas de calle».

En su criterio, el «cese a la usurpación» que funcionó como bandera después de la autoproclamación del expresidente de la Asamblea Nacional y con el cual se intentó articular nuevamente las protestas callejeras, desinfladas luego del fracaso de las guarimbas en 2017, se fue al traste porque mientras se impulsaba la salida de Maduro, se buscaba una solución a la conflictividad política en la mesa de negociaciones de Barbados.

Para él, en Barbados «solamente» se logró la incorporación de los diputados del Bloque de la Patria al seno de la AN, lo que «fue otro error táctico, porque bien se sabía que esos activistas del Psuv volverían al parlamento con un ‘cuchillo en la boca’ a descuartizar lo que queda de un parlamento averiado con esa artimaña del desacato».

Sin embargo, no mencionó que lo que el denomina «artimaña del desacato» fue la consecuencia del boicoteo del legislativo, bajo control de la oposición desde 2015, a la convocatoria para elegir una Asamblea Nacional Constituyente en 2017. Entonces, los sectores más radicales apostaban a que el terrorismo de las guarimbas acabaría por forzar la salida de Maduro del poder antes de que se concretara la Constituyente, algo que no sucedió.

En la misma línea para-institucional, Ledezma criticó al llamado G4 por participar en los comicios regionales y locales de 2017, en los que la alianza antigubernamental obtuvo algunos cargos. «Eso fue un salto atrás muy costoso para todos los venezolanos», dijo.

En relación con el TIAR, resaltó que «también hay incoherencia», puesto que aunque coincidieron «en solicitar su activación (…), no se ha centrado la línea de acción en ese camino». A su juicio, esa ineficacia tras la activación del mecanismo injerencista, se explica porque no se ha concretado la invasión armada a Venezuela.

«No se ha descartado nada. Solo falta persuadir a los aliados en la OEA de la necesidad de usar una fuerza global especializada que haga posible doblegar esa amenaza continental que se agiganta en suelo patrio», adujo. Y siguiendo la línea discursiva dictada desde Washington, justificó la necesidad de la incursión militar –a la que llama «intervención humanitaria»– diciendo que la crisis de los misiles en Cuba «palidece ante esta crisis que apuntala el eje del mal».

«Ahora, a Rusia y a Cuba, se suman Irán, China y grupos terroristas como el Hezbolá, apoyados en el narcotráfico con los tentáculos de la Farc, ELN y los carteles de Sinaloa y de Los Soles, entre muchos otros», añadió.

En el mismo talante justificador de la intervención militar armada en contra de su país, el dirigente indicó que están «apelando a herramientas legales que dan pie a invocar la intervención humanitaria, con el deber y la obligación de proteger implícitos, más el correlativo componente de la fuerza militar», en virtud de que, según él, están «enfrentando un régimen que por acción u omisión no está en capacidad de garantizar los derechos humanos elementales de salud, alimentación o de seguridad».

Así, para Antonio Ledezma, la soberanía es «un principio manoseado», que «debe ceder su preeminencia a la intervención humanitaria».

Noticiero Digital también le inquirió sobre la posibilidad de que «los militares actúen para restaurar la democracia», así como el respaldo de la «cúpula militar» al gobierno de Nicolás Maduro. A este respecto, contestó:

«Una cosa es la cúpula militar protocolaria y otra cosa es la tropa. Esos miles de soldados, esas decenas de tenientes, capitanes y mayores que resienten la terrorífica crisis económica y social que los arropa en sus cuarteles. He dicho que por cada generalote que trafica cocaína o hace negocios con el oro o la gasolina que contrabandean, hay miles de soldados y oficiales que pasan hambre y se avergüenzan de esos procedimientos delincuenciales».

Sin ofrecer fundamentos para sus afirmaciones, también aseveró que «sí hay militares dentro de las guarniciones dispuestos a dar al traste con esa narcotiranía. Y la prueba es que Venezuela es el país con más militares presos del mundo. ¡Por algo será!»

Finalmente, y en estricta coherencia con el discurso pro-injerencia, antidemocrático e insurreccional defendido previamente, estimó que «las sanciones no son suficientes pero han sido útiles como parte de esta lucha contra las mafias, carteles, grupos terroristas, traficantes, corruptos y violadores de derechos humanos» y dijo que «era falso de toda falsedad que las sanciones sean causa de problemas como el de los apagones» o que dificulten el acceso a los alimentos.

Las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea sobre Venezuela, han afectado gravemente los ingresos del país y han tenido efectos devastadores sobre la población, al punto tal que el Gobierno Bolivariano introdujo una demanda en la Corte Internacional de Justicia en contra de la nación del Norte, acusándole, con numerosas pruebas, de cometer crímenes de guerra y de lesa humanidad en contra del pueblo venezolano.

(LaIguana.TV)