En medio de la crisis global que ha generado el coronavirus se han desatado una de las mayores debacles en la historia del mundo moderno, sin embargo, una paradoja se hace presente en medio de este panorama continental: mientras América Latina y El Caribe se vuelven la región más desigual del mundo producto del nuevo coronavirus, cada dos semanas nace un nuevo milmillonario, reza el informe reciente de la Oxfam que lleva por nombre: ¿Quién paga la cuenta?

Un dato revelador del informe confirma que la pandemia no afecta a todos por igual, por ello desde que empezó la epidemia, la fortuna de 73 personas milmillonarias de la región, aumentó en 48.200 millones de dólares. En el mismo texto destaca una proyección que indica que 52 millones de personas, se convertirán en nuevos pobres y más de 40 millones perderán sus empleos en la región debido a la crisis que ha generado la COVID-19 en los gobiernos de los países latinoamericanos y caribeños.

“La riqueza de esta élite de supermillonarios de la región ha crecido un 17 % lo que equivale al 38 % del total de los paquetes de estímulo que el conjunto de Gobiernos ha activado y a nueve veces la intervención del Fondo Monetario Internacional (FMI) con préstamos de urgencia en la región hasta el momento”, reza el documento publicado el pasado 27 de julio que compara cómo mientras miles de pequeñas y medianas empresas son condenadas al cierre definitivo, los beneficios de grandes corporaciones como Microsoft, Visa o la farmacéutica Pfizer han crecido entre 30% y 50%, «todo un récord, compartido con un puñado de grandes empresas que están viendo como sus resultados se han disparado simplemente como efecto de la pandemia, resultados que resultan tan extraordinarios como inesperados y puramente atribuibles al efecto de los confinamientos».

Buitres de la COVID-19

El pasado 12 de marzo se profundizó la grieta de desigualdad en el mundo, el primer efecto lo sufrieron las bolsas mundiales, al sentir la mayor sacudida de la historia producto del pánico, al declararse la pandemia. Acto seguido el confinamiento en el mundo generó pérdidas en algunos mercados de valores de hasta un 30%. Este efecto no tardó en llegar a los mercados latinoamericanos, que perdieron entre un 10 % y un 15 % de los capitales, aunque este hecho afectó a la élite de la región, Oxfam refiere que «sus fortunas son un antídoto que les permite contar con una capacidad de reacción para rápidamente recolocar sus inversiones en activos más seguros o rentables, así como aprovechar las oportunidades del mercado».

Entre las empresas que consiguieron un aliciente y se fortalecieron gracias al confinamiento, están las transnacionales estadounidenses, la lista es encabezada por Visa, empresa dedicada a servicios financieros, el encierro incrementó potencialmente las transacciones on line y transferencias de pagos, en segundo lugar está Microsoft, multinacional tecnológica que es el soporte de las nuevas formas de comunicación impuestas por las cuarentenas en todo el mundo, seguida de la transnacional farmacéutica Pfizer, que ha recibido grandes financiamientos para la búsqueda de vacunas contra el coronavirus y ha aumentado sus ventas gracias al nerviosismo generalizado producto del virus.

Intel está en cuarto lugar en la lista, esta empresa que presta servicio de televisión por cable, y que en el caso de Venezuela potenció su cantera de clientes gracias a la retirada de DirecTV del país, ha sido protagonista para ofrecer «entretenimiento» a todos los estratos sociales. En quinto lugar se ubica Facebook, la red social que más se robustece en medio de la cuarentena al prestar sus servicios de video llamadas y conectar a familiares y amigos a pesar del confinamiento, pero que además promociona servicios y marcas. El confinamiento elevó el uso de esta red social al punto de ubicarla entre las más beneficiadas con la pandemia.

 

Los más pobres pagan la cuenta del coronavirus

Al otro extremo de la realidad, cerca de la mitad de la población vive al día bajo el yugo de la informalidad del mercado del empleo, la opción de este gran número de personas es exponerse al contagio o morir de hambre. «Para la gran mayoría de la ciudadanía, los confinamientos han acabado por ahogar los magros ahorros o mostrado la vulnerabilidad de unos servicios públicos que no alcanzan a garantizar cobertura ni derechos. En cambio, ser extremadamente rico en América Latina y El Caribe te convierte prácticamente en inmune a esta crisis económica», señala el informe.

Brasil antes de la antes de la llegada de la COVID-19, tenía unos 40 millones de trabajadores informales y 11,9 millones de desempleados, pero las expectativas de desempleo en la post pandemia podrían incrementarse hasta 15,3 %, es decir, cerca de 16 millones de personas estarían desempleadas a fin de año. Aunque la recuperación «implica una reconstrucción social y económica del país. Y para que esto ocurra es necesaria una reforma tributaria que sea justa y solidaria, que enfrente las distorsiones y privilegios existentes en el sistema tributario nacional y que tenga como una de sus prioridades la reducción de las desigualdades», la realidad es que las decisiones del gobierno de Jair Bolsonaro están muy lejanas de lo que necesita el país.

Pero el caso de Brasil, es sólo uno de los ejemplos, y basados en esta dependencia financiera y comercial de la región, la Oxfam concluye en su informe que América Latina y El Caribe «será la región que causará el mayor desplome económico del mundo a causa de la pandemia, con una caída del 9,4 % del PIB regional en 2020, pero también la que verá recuperación más lenta«, en este punto coinciden con el Banco Mundial, que asegura que el mayor coste económico de la pandemia se ubicará en los países con mayor dependencia de exportaciones de productos básicos y financiamiento externo, que es precisamente, el caso de los países latinoamericanos y caribeños.

Entre los nuevos milmillonarios de la región, dos son procedentes de Perú, pero antes que ellos los dos peruanos más ricos del país vieron aumentar su fortuna en un 6 %, hasta alcanzar los 5.500 millones de dólares, en contraposición, un dato muestra la relatividad de la afectación de la epidemia en la población: más del 70 % de la población peruana trabaja en la informalidad, sin contratos o protección, y sin seguridad laboral o licencias por enfermedad. «Desde el comienzo del confinamiento 2,3 millones de personas que viven en Lima, la capital de Perú, han perdido sus trabajos y la capacidad de alimentar a sus familias».

Esta situación empeorará para la región, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), organismo que asegura que la inversión extranjera directa se reducirá a la mitad este año, lo cual podría llevar a que los países recurran a mayores incentivos tributarios para atraer la inversión o incluso a recortes de los tipos nominales del impuesto sobre la renta empresarial, esto se traduce en más privilegios para las transnacionales y ahorcamiento para la pequeña y mediana industria de los países latinoamericanos.

Entre las conclusiones, Oxfam propone en su informe ¿Quién paga la cuenta?, que la solución a un problema con tantas complejidades no puede estar sobre los hombros de los más afectados. «Esta crisis no pueden pagarla los de siempre. Es el momento que quienes concentran la riqueza, quienes han tenido grandes beneficios durante estas últimas décadas y las grandes empresas que están generando importantes ganancias en medio de la crisis, contribuyan mucho más al esfuerzo de todos y todas.»

A esto, Chema Vera, director ejecutivo interino de Oxfam, agrega: «Las grandes fortunas tienen una enorme deuda con nuestras sociedades y ya es hora de que paguen la justa parte que les corresponde».

 

(hinterlaces.net)