El escritor uruguayo Eduardo Galeano falleció el lunes en Montevideo a los 74 años. Galeano nos ha legado una memoria hecha de fuego, no solo para que no olvidemos, sino para que también nos duela lo que ha pasado en nuestro continente… ¡Gracias maestro!

 

 

«La historia de América Latina es la historia del despojo de los recursos naturales», nos alertó Galeano y se empeñó en demostrarlo rigurosamente en varias de sus obras escritas con amenidad, soltura e ironía; tres ingredientes que expresan su manejo impecable de la lengua.

 

Nacido en Montevideo en 1940, a los 14 años ya publica caricaturas políticas en un diario de izquierda. Entre 1961 y 1964, Galeano fue jefe de redacción de Marcha, prestigioso semanario independiente y vanguardista en el que colaboran intelectuales, escritores y artistas de la altura de Ángel Rama, Mario Benedetti, Alfredo Zitarrosa y Salvador Puig, entre muchos otros. también fue editor de época.

 

En 1971 escribe «Las venas abiertas de América Latina», ensayo que propone una relectura del continente marcando un antes y un después en la manera de entender este hemisferio.

 

Galeano cuenta la historia económica de latinoamérica no desde la visión de los vencedores sino desde la mirada de los vencidos, y explica al cada vez más indignado lector, cómo los imperios en complicidad con las élites regionales y el alto clero, han extraído la riqueza de nuestro suelo a cambio de baratijas y a costa de todo…

 

La dictadura de Bordaberry presagia tiempos de muerte y mordaza para los espíritus libres y en 1973 Galeano decide exiliarse en Argentina donde funda la revista Crisis. pero la tiranía también acecha en argentina y el escritor figura en una lista de exterminio. en 1976 parte rumbo a un nuevo exilio, esta vez en España. La canción de nosotros, en 1975 y días y noches de amor y de guerra, en 1978 le merecen el Premio casa de las Américas.

 

Convencido de que América Latina no solo ha sido despojada de sus recursos sino que también le han usurpado su memoria, entre 1982 y 1986 entrega la trilogía «Memoria del fuego», un mosaico de relatos con voz propia, en los que abiertamente el autor declara no ser neutral y tomar partido.

 

Escritas en una prosa mayor que con frecuencia roza la poesía, estas historias despabilan conciencias y crispan las manos. Una vez más Galeano ha encontrado una forma única de contarnos quiénes somos sin atarse a ningún género, demostrando que escribir desde la orilla de los pueblos puede ser arte y no simple panfleto.

 

Restaurada la democracia, en 1985 regresa al Uruguay y continúa escribiendo sobre lo humano y lo divino porque es un escritor que está al tanto de los tiempos que vive y se alarma. nos alerta; nos llama a la reflexión!

 

Pero Galeano no solo solo despierta conciencias, sino que también despierta ternura…»si la uva esta hecha de vino, quizás nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos» nos dice en uno de los relatos cortos del «Libro de los abrazos» y para hablarnos de amor confiesa tener a «una mujer atravesada entre los párpados».

 

En los hijos de los días, nos depara un relato para cada día porque cada día pare una historia que nos atraviesa. Por su parte en Cuba dijo Galeano que el mundo se divide entre indignos e indignados.

 

Nadie osará negar que las inteligentes frases y reflexiones de Galeano nos acompañarán por siempre porque forman parte imprescindible de nuestra memoria como continente. Pero ¿quién va a tomar atenta nota de los tiempos que corren para entregarnos literatura de alto vuelo hecha puño y que nos duela el mundo?

(TeleSUR)

 

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