En cualquier otra parte del mundo, hechos como la vandalización de la sede del consulado de Venezuela en Bogotá hubiera desembocado en una guerra, según el análisis que hizo de este acontecimiento y de sus antecedentes más relevantes el filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela.

«Venezuela sigue enfrentando estos abusos con una gran paciencia ¿Es una actitud criticable?, puede ser, pero es más cercana a la paz que a la guerra, por lo que hay que seguir apoyándola. Claro que eso no significa apoyar las posturas ‘llorisqueonas’ de algunos funcionarios a la hora de denunciar ataques tan duros contra nuestra dignidad y soberanía. Creo que deberíamos ser más virulentos y altivos a la hora de señalar hechos tan graves, eso sí, siempre apostando a la paz», expresó en su programa Desde donde sea del 29 de julio de 2020.

Señaló que no es el primer suceso que podría haber sido un casus belli, una causa de guerra, pues el magnicidio frustrado de 2018 (que se planificó y dirigió desde Colombia) y los dos intentos de invasión (el de febrero de 2019, con la excusa de un concierto y una supuesta ayuda humanitaria; y el intento de ingreso de tropas mercenarias, en mayo de este año), también hubiesen sido motivos para una reacción en el terreno militar. En la lista incluyó el robo de la empresa petroquímica Monómeros.

El Estado colombiano es responsable 

Pérez Pirela comenzó haciendo un resumen de los gravísimos hechos ocurridos en Bogotá y que no deberían verse en pleno siglo XXI. «Se robaron todo de una sede diplomática amparada por el Convenio de Viena. Se robaron hasta las ventanas y los aparatos eléctricos. Es una vergüenza que se suma a la ola de ataques perpetrados desde Colombia contra la República Bolivariana de Venezuela”.

A su juicio no se trata de un hecho casual, sino de un nuevo episodio en una sistemática violación de tratados internacionales y de normas del derecho internacional por parte de una derecha transnacional que cree estar más allá del bien y del mal.

En la investigación de estos acontecimientos, el equipo de Desde donde sea sostuvo conversaciones con diplomáticos venezolanos que ejercieron funciones en Colombia y, por tanto, conocen la ubicación espacial del consulado dentro de Bogotá, información que da luces sobre lo que pudo haber pasado.

«La situación fue denunciada por un tuitero el 18 de julio con unos primeros videos donde se veía a una persona, bajo efectos de alguna droga, dentro del consulado. Estaban en el segundo piso de una casa de dos. Y no fue sino hasta el lunes 27 de julio, cuando se tomó alguna medida. Durante nueve días hubo un ir y venir. Los vándalos estuvieron todo ese tiempo entrando y saliendo de la sede diplomática, sin que el gobierno de Duque hiciera nada. Sobre eso hay abundante registro fotográfico y audiovisual».

Explicó que Venezuela tiene tres sedes diplomáticas en Bogotá: la de la embajada, la residencia oficial de embajadores, y el consulado. Los exfuncionarios señalan que están distantes entre sí. El consulado está en la autopista Norte de Bogotá, en una casa de dos pisos que hace esquina, es decir, que es bastante visible, no está escondida. Era fácil detectar que estaba siendo vandalizada durante nueve días. Desde el 18 hasta el 27 de julio. 

«Pero parece que en todo ese tiempo no pasó por allí ni siquiera una patrulla de la policía… Son detalles que muestran la alevosía del gobierno de Iván Duque, que es el gobierno de Álvaro Uribe. Y es un hecho que se suma a otros, como el de los asesinos que entrenaron en Colombia para un magnicidio; o el de un intento de invasión con marines boinas verdes con experiencia en Irak; o al fatídico concierto humanitario, burda excusa para invadir el país desde Colombia. Es la enésima provocación, pero ya no es simple provocación. Son imágenes dantescas de violación al territorio venezolano. Es la continuación de los intentos por ultrajar, por violar la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela».

«A mí no me cabe la menor duda de que esto fue perpetrado por el gobierno colombiano -enfatizó-. Por suerte, no soy funcionario y por eso mi opinión vale poco o nada en términos jurídico-normativos. Como venezolano digo que tiene toda la pinta de ser una provocación, si es que se le puede llamar así, porque en cualquier otra región del mundo hubiese sido casus belli, causa de guerra. Pero estamos en Venezuela y en Latinoamérica donde todo es posible».

Violación flagrante a la Convención de Viena

El moderador de Desde donde sea pasó a exponer sobre la normativa jurídica que fue transgredida en este caso, señalando que Colombia, como nación signataria de la Convención de Viena de 1961, tiene la obligación de proteger las sedes diplomáticas de los otros países en su territorio,  incluso en situaciones de ruptura de relaciones y hasta en medio de una guerra.

Esa obligación incluye los inmuebles, bienes, archivos e instalaciones, es decir, todo lo que en este caso fue destruido. «Debía haber al menos uno o dos funcionarios de los cuerpos de seguridad colombianos custodiando esa sede consular. Afortunadamente no había documentación de importancia. Los funcionarios que laboraban allí, que fueron acosados, perseguidos por el gobierno de Duque en 2019, al regresar trajeron todos los pasaportes y visas y los consignaron a la Cancillería. ¿Serán paramilitares estos vándalos? Yo tengo mis sospechas. Imagínense la fiesta que hubiesen armado si hubiesen encontrado pasaportes y visas».

Dio lectura a tres artículos de la Convención de Viena que establecen claramente la responsabilidad de Colombia en lo ocurrido. El primero de ellos es el artículo 22, que dice:

«Los locales de la misión son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión.

  1. El Estado receptor tiene la obligación especial de adoptar todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad de la misión o se atente contra su dignidad.
  2. Los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como los medios de transporte de la misión, no podrán ser objeto de ningún registro, requisa, embargo o medida de ejecución”.

«Se contravino todo lo planteado en el artículo, cada palabra. Pero, como siempre, los colombianos… o corrijo, los representantes de la oligarquía que ha mandado en los gobiernos colombianos en los últimos decenios (porque el pueblo es tan víctima como el venezolano) tan acostumbrados a los falsos positivos, se hicieron de la vista gorda ante esta fiesta macabra en la que se robaron hasta las ventanas, ¡qué miserables! No puede asegurarse que quienes entraron sean agentes del Estado colombiano, pero enviaron a sus amiguitos. Aunque no sería extraño que fueran funcionarios porque si Uribe, que es un narcotraficante, según los mismos cuerpos de seguridad de EEUU, es senador, ¿qué tiene de raro que unos funcionarios estén allí drogados, vandalizando un consulado?»

El otro artículo violado es el  24: 

«Los archivos y documentos de la misión son siempre inviolables, dondequiera que se hallen».

Asimismo ocurrió con el artículo 45:

«En caso de ruptura de las relaciones diplomáticas entre dos Estados, o si se pone término a una misión de modo definitivo o temporal:

  1. el Estado receptor estará obligado a respetar y a proteger, aún en caso de conflicto armado, los locales de la misión así como sus bienes y archivos; b. el Estado acreditante podrá confiar la custodia de los locales de la misión, así como de sus bienes y archivos, a un tercer Estado aceptable para el Estado receptor; c. el Estado acreditante podrá confiar la protección de sus intereses y de los intereses de sus nacionales a un tercer Estado aceptable para el Estado receptor».

Señaló Pérez Pirela que en relación a este evento, a Colombia no le funciona ni siquiera la excusa, ya demodé, de que ellos reconocen al gobierno de Guaidó y no al de Maduro, pues en tal caso, igual deberían proteger la integridad de los bienes de Venezuela en su país. «Colombia no puede garantizar ni siquiera que rompió relaciones con Venezuela. El gobierno de Duque está metido en una trampa por seguirle los pasos a Trump. Como decimos en Venezuela, ni lava ni presta la batea. Es decir que ni reconocen al gobierno de Maduro ni reconocen haber roto relaciones. De esa manera pretenden dejar a Venezuela, en sus teorías leguleyas, sin una protección a su soberanía y su dignidad diplomática».

Denuncia de Venezuela

Añadió que Venezuela tomó la decisión de elevar esta denuncia a la Organización de las Naciones Unidas,  exigiendo indemnización  y presentando ante la comunidad internacional imágenes de la sede consular de Colombia en Venezuela aún en perfecto estado gracias a la protección de las autoridades.

Citó declaraciones del canciller, Jorge Arreaza, quien dijo que “el tema venezolano es para Colombia una obsesión compulsiva», y que » lo ocurrido es un reflejo de cómo está la relación bilateral, pero Venezuela no quiere que la relación esté en ese nivel”.

Resaltó que Venezuela no había recibido respuesta de Colombia acerca de su nota de protesta hasta las 3.45 pm de este miércoles.

«Cuando preparábamos el programa  nos preguntamos si en algún momento Venezuela protestó por la falta de protección obligatoria a la sede cuando todavía había funcionarios en ella. Los diplomáticos con los que conversamos nos dijeron que  sí, al menos en diez ocasiones lo hicieron, mediante misivas oficiales al gobierno. En algunos casos ni siquiera hubo una respuesta».

Reacción opositora

También revisó las reacciones de los líderes y voceros de la oposición venezolana a estos hechos aberrantes. 

«El señor Guaidó, que ha contravenido todos los artículos de la Constitución Nacional Bolivariana, osó acusar a los seguidores de Maduro de saquear la sede diplomática. ¡No es un chiste! También lo hizo Tomás Guanipa, quien funge de seudoembajador de Guaidó  en Bogotá, dijo textualmente: “Ante el asalto por grupos vinculados al régimen de Nicolás Maduro, a la sede del Consulado de Venezuela en la ciudad de Bogotá, y ante el riesgo de que puedan arremeter contra otros inmuebles propiedad del Estado venezolano, hemos pedido formalmente que se incrementen los dispositivos de seguridad tendientes a la preservación de los mismos”.

«Señoras y señores, está gente de verdad no tiene pena, juegan con la inteligencia de los seres humanos –comentó Pérez Pirela-. A quién le cabe en la cabeza que el gobierno de Duque, que está pendiente de asesinar a Maduro (confesado por los mismos matones frustrados) va a permitir que durante nueve días unos chavistas vandalicen una casa y no aparezca un paramilitar de esos de Duque o de Guaidó, de esos que pican en pedazos a la gente, a matar a los vándalos».

Anotó que estas declaraciones las dio Guanipa, quien asumió como seudoembajador luego de que el primer seudoembajador, Humberto Calderón Berti, le renunciara a Guaidó, acusándolo de ladrón. “Lo dice Guanipa, a quien no hemos visto ayudando a los venezolanos que se fueron para allá, haciéndoles caso a ellos mismos, y en Colombia los echaron a la calle. Ahora salen con esta babosada, y pido disculpas por esta expresión, de que fue gente de Maduro la que hizo esto y nadie los detuvo hasta nueve días después».

No es una crisis diplomática nueva

La tensión y las crisis diplomáticas con Colombia no son algo nuevo. Pérez Pirela recordó que ha participado en dos libros al respecto: La invasión paramilitar, escrito a cuatro manos  con Luis Britto García, y La cuestión colombo-venezolana, que incluye también las visiones de Iraida Vargas, Mario Sanoja, Luis Britto García, Eva Golinger, Sergio Rodríguez Gelfenstein y prólogo de Piedad Córdoba.

Precisó que las relaciones están rotas desde 2019, a raíz de la decisión del gobierno de Uribe-Duque de sumarse a la parodia del “presidente encargado”, pero ya en  2015 comenzó la relación tirante. El detonante fue la presencia de paramilitares colombianos en Venezuela que obligó al cierre de la frontera.

«En 2010, durante los gobiernos de Uribe y el comandante Hugo Chávez hubo otro momento muy tenso  por la supuesta presencia de rebeldes de las FARC-EP en territorio venezolano. Acordaron discutir el tema en foros internacionales como la OEA y Unausur. Roy Chaderton, embajador de Venezuela en Colombia, dijo entonces: “La montaña parió un ratón. No hay ninguna evidencia, ninguna prueba. Solo fotos tomadas no sé dónde, con coordenadas de las cuales ya tenemos experiencias. Son fotos curiosas, algunas muy discutibles».

Ya para ese entonces, Chaderton cuestionaba a la OEA y criticaba que Colombia solicitara el concurso de este organismo para pedir verificaciones en otros países.

Citó nuevamente a Chaderton: “Uribe permitió críticas estadounidenses a Chávez desde su país porque allí hay una campaña de apoyo a una invasión a Venezuela”. El embajador desmintió que las FARC se armen en Venezuela porque la gran mayoría de las armas de ese grupo, del ELN y el narcotráfico provienen de EEUU.

«Por muy graves que fueron los enfrentamientos de entonces, no se llegó a un extremo como el actual», advirtió Pérez Pirela.

La derecha contra el derecho internacional

El presentador lanzó la pregunta de si son nuevas estas prácticas de atacar o permitir el ataque a sedes diplomáticas y consulares. Una cronología demuestra que no lo son.

«En marzo de 2019, el equipo designado por Guaidó para usurpar funciones diplomáticas ocupó dos edificios en Washington, propiedad del Ministerio de Relaciones Exteriores, y el consulado de Venezuela en Nueva York. Pareciera que se puede ultrajar las sedes diplomáticas de Venezuela en cualquier lugar del mundo y no pasa nada. Si esto no es colonialismo, si esto no es imperialismo del más crudo, cuéntenme qué es».

Indicó que lo mismo ocurrió en Brasilia, donde grupos de partidarios de Jair Bolsonaro y opositores venezolanos entraron a ultrajar el territorio soberano que, de acuerdo al derecho internacional, es la embajada de un país en otro.

Un antecedente aún más lejano ocurrió durante el Carmonazo, en abril de 2002, cuando manifestantes ultraderechistas ultrajaron la embajada de Cuba, un episodio en el que figuró Henrique Capriles.

En Bolivia, luego del golpe de Estado, hubo ataques a las sedes diplomáticas de Venezuela y Nicaragua. 

«Esto pasa porque existe una derecha que cree que está por encima de la normativa internacional, porque tienen el apoyo de EEUU y de la Unión Europea. Es hora de levantar la voz porque los ataques son sistemáticos. Los presidentes de EEUU (no solo Trump, también lo hizo Barack Hussein Obama) quieren crear una anarquía global para pescar en río revuelto y pasarle por encima de todo el andamiaje legal internacional».

«En cualquier otra parte del mundo solo por intentar una invasión, como lo ha hecho dos veces Colombia, hubiera habido una guerra; o por robarse Monómeros, como ha hecho Colombia, en complicidad con Guaidó y el G-4. Por menos de esto que ocurrió con el consulado en Bogotá  hubiera habido una guerra. Venezuela sigue con una paciencia ¿criticable?, puede ser, pero más cercana a la paz que a la guerra, y por eso hay que seguir apoyándola. Claro que no significa apoyar las posturas ‘llorisqueonas’ de algunos funcionarios a la hora de denunciar ataques tan duros contra nuestra dignidad y soberanía. Creo que deberíamos ser más virulentos y altivos a la hora de señalar hechos tan graves, eso sí, siempre apostando a la paz.», aseveró.

En los minutos finales del programa, recibió varios mensajes de colombianos que están avergonzados por lo ocurrido. Uno de ellos le preguntó su opinión sobre la serie Matarife, y dijo que es un trabajo interesantísimo que desnuda al nefasto líder Uribe Vélez, por lo que invitó a verla y analizarla. Como cierre, expresó su esperanza de que llegará el día en que esta oligarquía narcotraficante sea desplazada del poder político por el pueblo colombiano.

Libros


En la sección de recomendaciones de lectura, ofreció los dos libros suyos presentados en la Undécima Feria del Libro de Caracas, de la que fue, junto a Aquiles Nazoa, el autor homenajeado. Se trata de las novelas El último romántico (Memorias sentimentales de un venezolano en el extranjero, publcada por el Fondo Editorial de Fundarte); y la tercera edición de Pueblo (la primera fue de Monte Ávila Editores, en Caracas, y la segunda se está realizando en Santa Clara, Cuba).

(LaIguana.TV)